«Los implacables shirdana, que nadie sabía cómo combatir, venían de forma atrevida en sus barcos de guerra desde los mares sin que nadie consiguiera resistirlos«. Así describe una estela la irrupción de unos extraños incursores piratas en la costa egipcia en tiempos del faraón Ramsés II. Fueron derrotados, pero regresaron unas décadas más tarde, reinando Ramsés III, quien también pudo rechazar la invasión en una batalla disputada en el Delta del Nilo; lo narran los relieves del templo de Medinet Habu. Se trataba de un grupo, sobre el que apenas hay datos, que los historiadores engloban dentro de los llamados «pueblos del mar».

La expresión «pueblos del mar», adoptada historiográficamente por el egiptólogo decimonónico francés Emmanuel de Rougé pero usada ya en la época del faraón Merenptah -el hijo y heredero de Ramsés II-, alude a un conjunto de gentes de origen incierto que al final de la Edad del Bronce, hacia el año 1200 a.C., empezaron a emigrar hacia Oriente Próximo provocando la caída de la civilización micénica y del imperio hitita, además de tratar de apoderarse del Egipto entre la XIX y la XX dinastías, provocando el colapso del Mediterráneo oriental.

Había referencias sobre ellos antes de Merenptah, desde el obelisco de Biblos a la mencionada estela de Tanis, pasando por las conocidas como Cartas de Amarna; éstas consisten en una colección de tablillas de arcilla con escritura cuneiforme, fruto de un intercambio diplomático y comercial entre el Egipto de Akenatón y varios reinos de su entorno (Mitani, Asiria, Babilonia, Amurru, Sidón, Biblos…).

El colapso del Mediterráneo oriental al final de la Edad del Bronce/Imagen: Alexikoua en Wikimedia Commons

También hay documentos posteriores, como el Onomasticón de Amenemipet, texto administrativo que reseña varios pueblos del mar, entre ellos los lukka (licios), los denyen (danuna) y los shirdana o serden, que localiza en Canaán por aquel entonces (dinastías XX-XXI).

El papiro Harris I describe la guerra contra ellos que también vemos en los citados relieves de Medinet Habu, reseñando además de a los shirdana, a una confederación formada por los peleset (filisteos), tjeker, denyen, weshesh y shekelesh; estos últimos, por cierto, aparecen asimismo en fuentes no egipcias, caso de unas cartas encontradas en Ugarit (norte de Siria).

Dibujo basado en los relieves del templo funerario de Ramsés III en Medinet Habu mostrando guerreros shirdana y tjeker/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Como se ve los pueblos del mar no constituían una unidad homogénea ni definida, pero en el Creciente Fértil fueron identificados como agresores extranjeros que arrasaron Ugarit, Tarso y Hattusa, por ejemplo.

Curiosamente, no se han encontrado referencias a los shirdana entre hititas ni griegos, lo que lleva a deducir que su origen no estaba en sus áreas de influencia. ¿De dónde provenían entonces? La similitud fonética de sus nombres apunta al Mediterráneo occidental: shirdana=Cerdeña, shekelesh=Sicilia, teresh=tirrenos (o etruscos). Espadas y dagas hechas de bronce arsenical (una aleación que añade arsénico al cobre y el estaño), como las usadas por los shirdana, fueron halladas en Cerdeña y datadas en torno al 1600 a.C. en el hipogeo de Sant’Iroxi, adscrito a la cultura megalítica nurágica local -que se extendía a Córcega y pervivió hasta la conquista romana-.

Lo interesante es que en Cerdeña también se han encontrado estatuillas de guerreros nurágicos equipados con cascos de cuernos coronados por discos, escudos redondos y largas espadas, iconografía similar a la que representa a los shirdana en Medinet Habu. Esas armas y equipos aparecen también en Córcega; concretamente en la estatua-menhir de Filitosa, dándose la circunstancia de que la cronología del apogeo de la civilización nurágica coincide con el período en que las fuentes egipcias hablan de los shirdana.

La panopolia guerrera de los guerreros shirdana, basada en un relieve de Abu Simbel/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Algún autor considera que muchos sardos de entonces decidieron emigrar al producirse un cambio en sus condiciones de vida. ¿Qué clase de cambio habría sido? No lo sabemos, pero sí que alrededor del segundo milenio antes de Cristo aumentó el nivel del mar Mediterráneo a causa de un incremento de temperaturas que fundió hielos y glaciares, todo lo cual precipitó el colapso del Bronce Final y el éxodo de numerosos pueblos en busca de nuevas tierras.

Oriente Próximo, la región más próspera entonces, parecería una buena elección y, de hecho, en yacimientos de Chipre (cuyo contacto con la isla italiana ya comentamos en otro artículo) y Creta se han encontrado restos de cerámica nurágica; asimismo, muchos arqueólogos ven similitudes entre la arquitectura de Cerdeña y la que se conserva en lugares como El-Awat, en Canaán (Israel). Quizá, sugieren, inicialmente no se tratase de guerreros sino de simples emigrantes, algunos de los cuales se juntaron con desplazados de otros sitios y terminaron dedicándose a la piratería y, si era el caso, el mercenariazgo.

Estatuilla de bronce de un guerrero nurágico con casco de cuernos y escudo redondo/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Sin embargo, todo esto no está refrendado por el registro arqueológico, cuya datación demuestra que la presencia de posibles piezas shirdana en Cerdeña y Córcega es tardía, posterior a las razias que les enfrentaron a Ramsés III, cuando los pueblos del mar se diseminaron por el Mediterráneo occidental en busca de territorios donde asentarse, según la hipótesis difusionista. Es decir, los shirdana -y con ellos los pueblos del mar en general- no serían una causa sino más bien una consecuencia.

En tal caso, la dirección de sus viajes habría sido inversa, de este a oeste, generando así una segunda hipótesis: los shirdana procederían de Jonia, la costa occidental de Anatolia; allí se ubica la ciudad de Sardes, cuyo nombre ofrece una semejanza cacofónica y que hasta hace poco se consideraba posterior a la llamada Edad Oscura (el período de la historia de Grecia que abarca desde el final de la civilización micénica hasta la época arcaica, siglos XIII-VIII a.C.), pero las excavaciones practicadas allí cambiaron la cronología al demostrar que ya existía en la Edad del Bronce.

Estudios de ADN realizados a ciudadanos sardos revelan que tienen elementos comunes con el haplogrupo G, típicamente eurasiático (Próximo Oriente, Anatolia, Cáucaso…). ¿Por qué dejaron sus tierras para viajar hacia el oeste?

Las invasiones de los pueblos del mar/Imagen: Wikimedia Commons

La explicación no diferiría de las causas típicas en estos casos, unas naturales (hambrunas coyunturales que azotaron Asia Menor) y otras humanas (la expansión hitita), que pudieron empujarlos hacia las islas del Egeo primero para saltar al Mediterráneo occidental después. Sin embargo, las armas halladas en Cerdeña son del siglo IX a.C., cuatrocientos años posteriores a esa teórica emigración. Es decir, que no hay certezas sobre el origen ni sobre la dirección tomada ni sobre las fechas.

Lo que sí parece claro es que la flota egipcia de Menfis los venció en una batalla naval durante el segundo año del reinado de Ramsés II (1278 a.C.). Ramsés debió de considerarlos unos guerreros tan buenos que ofreció a los prisioneros formar su guardia personal, tal cual harían luego los emperadores romanos con los germanos, los bizantinos con los vikingos varegos, o Napoleón con los mamelucos. Además empleaban armas de un nuevo material, hierro, más resistente que el bronce, y sus barcos estaban dotados de espolones a proa para embestir, lo que ha llevado a teorizar sobre que revolucionaron la ingeniería naval egipcia.

Otro relieve de Medinet Habu con guerreros shirdana/Imagen: Olaf Tausch en Wikimedia Commons

Esa actividad mercenaria -en este caso una alternativa a la esclavitud- revela la falta de unidad o cohesión de los pueblos del mar, puesto que, como vimos, Merneptah y Ramsés III tendrían que enfrentarse a nuevas oleadas.

No obstante, de momento combatieron al lado del megalómano faraón en la batalla de Qadesh contra los hititas de Muwatallis II, tal como narra el Poema de Pentaur y como muestran muchos relieves en los que se aprecia con claridad el característico casco shirdana. Ellos fueron quienes presentaron una feroz resistencia ante el sorpresivo embate enemigo contra el campamento, ganando tiempo para que Ramsés II reuniera refuerzos.

¿Estarían vengándose de quienes antaño les habían expulsado de sus tierras? Al fin y al cabo, según el mencionado Onomasticon de Amenemipet, los ramésidas terminaron por permitir a diversos pueblos del mar establecerse en Palestina hacia el año 1100 a.C. y entre ellos se cita a los shirdana, parte de los cuales se quedó en el lago Serbonis (actual Sabkhat al Bardawi, en la península del Sinaí) mientras otros, decíamos, ponían proa a Cerdeña.


Fuentes

Nicolás Grimal, Historia del Antiguo Egipto | Francisco Gracia Alonso y Gloria Munilla Cabrillana, Protohistoria. Pueblos y culturas en el Mediterráneo entre los siglos XIV y II a.C | Robert Drew, The end of Bronze Age. Changes in Warfare and the catastrophe ca. 1200 B .C. | Guy D. Middleton, Collapse and transformation. The Late Bronze Age to Early Iron Age in the Aegean | Antonio Pérez Largacha, Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente | Raffaele D’Amato, Andrea Salimbeti y Giuseppe Rava, Sea Peoples of the Bronze Age Mediterranean c.1400 BC–1000 BC | Vere Gordon Childe, The Bronze Age | Los pueblos del mar (Desperta Ferro Antigua y Medieval nº 65) | Wikipedia


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