En el delta occidental del Nilo, a unos 72 kilómetros al sureste de Alejandría, se encontraba la antigua ciudad de Náucratis (Ναύκρατις), un enclave griego que desempeñó un papel crucial en el intercambio cultural y comercial entre Grecia y Egipto.

Fundada en el siglo VII a.C., Náucratis se convirtió en el primer asentamiento griego permanente en Egipto y, durante gran parte de su historia temprana, fue el principal punto de contacto entre estas dos grandes civilizaciones.

Pero antes de eso Heródoto nos cuenta que el faraón Psamético I, que reinó entre 664 y 610 a.C., pero había sido derrocado, recuperó el poder contratando como mercenarios a un grupo de piratas jonios y carios que se habían visto obligados por una tormenta a desembarcar en el delta del Nilo.

Creyendo, pues, que había sido maltratado por ellos, quiso vengarse de los que le habían expulsado. Envió a preguntar a la ciudad de Buto, donde está el oráculo más infalible de Egipto; el oráculo le respondió que se vengaría cuando viera hombres de bronce que venían del mar. Psamético no creyó en absoluto que los hombres de bronce vendrían en su ayuda. Pero al cabo de poco tiempo, jonios y carios, que viajaban en busca de botín, se vieron obligados a atracar en la costa de Egipto, donde desembarcaron con sus armaduras de bronce; y un egipcio llegó al país de los pantanos y trajo noticias a Psamético (pues nunca antes había visto hombres con armadura) de que hombres de bronce habían llegado del mar y estaban forrajeando en la llanura. Psamético vio en ello el cumplimiento del oráculo; se hizo amigo de jonios y carios, les prometió grandes recompensas si se unían a él y, habiéndoselos ganado, depuso a los once reyes con estos aliados y los egipcios que se ofrecieron voluntarios.

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Psamético concedió parcelas de tierras a estos mercenarios griegos, aunque su ubicación sigue siendo incierta.

Jonios y carios siguieron sirviendo en Egipto, y en el año 570 a.C. eran ya unos 30.000, que tan pronto se ponían del lado del faraón como de cualquiera que los quisiera contratar. El faraón Amosis II los utilizó como su guardia personal, y en agradecimiento o quizá para tenerlos controlados, mando cerrar todos los campamentos en que se alojaban y les concedió una ciudad donde debían establecer su residencia. Esa ciudad es Náucratis.

A los jonios y carios que le habían ayudado, Psamético les dio lugares para vivir llamados Los Campamentos, uno frente al otro a ambos lados del Nilo; y además de esto, les pagó todo lo que les había prometido. Además, puso en sus manos muchachos egipcios para que les enseñaran griego, y de éstos, que aprendieron la lengua, descienden los actuales intérpretes egipcios. Los jonios y los carios vivieron durante mucho tiempo en estos lugares, que están cerca del mar, en el brazo del Nilo llamado Pelusio, un poco más abajo de la ciudad de Bubastis. Mucho tiempo después, el rey Amasis los trasladó y los asentó en Menfis para que le sirvieran de guardia contra los egipcios. Gracias a nuestra comunicación con estos colonos de Egipto (los primeros de habla extranjera que se establecieron en ese país), los griegos tenemos un conocimiento exacto de la historia de Egipto desde el reinado de Psamético en adelante. Todavía quedaban en mis días, en los lugares de donde fueron expulsados los jonios y los carios, los cabrestantes1 de sus naves y las ruinas de sus casas. Así llegó Psamético a Egipto.

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Bajo el reinado del faraón Amosis II, Náucratis se convirtió en un importante puerto comercial, que no pertenecía a ninguna ciudad-estado griega en particular sino que se trataba de un emporio donde diversas ciudades establecieron puestos comerciales, santuarios y templos.

Según Heródoto, fueron nueve ciudades-estado las que colaboraron en la construcción de un santuario conjunto amurallado, conocido como el Hellenion. Cuatro ciudades jónicas, Quíos, Clazómenas, Teos y Focea; cuatro dóricas, Rodas, Halicarnaso, Cnido y Fasélide; y una eolia, Mitilene. Otras tres, Mileto, Samos y Egina, tenían sus propios santuarios.

Así, hasta doce ciudades griegas trabajaban en colaboración en el mantenimiento del emporio de Náucratis, cuya ubicación estratégica en la rama Canópica del Nilo facilitó su desarrollo como principal puerto de comercio entre Grecia y Egipto. A través de ella los egipcios exportaban principalmente grano, lino y papiro, mientras que los griegos ofrecían plata, madera, aceite de oliva y vino.

Además de su importancia comercial, Náucratis se convirtió en un importante centro de la cultura griega, cuyo esplendor se extendió hasta el Imperio Romano. Se dice que poseía altas torres de varios pisos, y numerosos edificios monumentales. De allí procedían varios famosos oradores de la Antigüedad, entre ellos Ateneo de Náucratis, autor del célebre Banquete de los eruditos que tantas veces hemos citado en estas páginas.

Tras la fundación de Alejandría, la importancia comercial de Náucratis había empezado a decaer. Revueltas en torno a 212-216 d.C., durante el reinado del emperador Caracalla, son la última vez que Náucratis es mencionada en las fuentes. Parece que eligió el bando equivocado en la lucha por el poder imperial.

Entre los años 330 y 610 d.C. una serie de tsunamis que penetraron profundamente en el delta, terminaron por sumergir lo que quedaba de la ciudad. Para cuando llegaron los árabes en 640-642 d.C. Náucratis ya no existía.

El redescubrimiento de Náucratis en la era moderna se debe al arqueólogo Flinders Petrie, quien excavó el sitio en 1884-1885. Posteriores excavaciones realizadas por Ernest Arthur Gardner y David George Hogarth revelaron templos griegos, almacenes egipcios y una fábrica de sellos de escarabajo. Sin embargo, gran parte del área norte del sitio quedó sumergida a 15 metros de profundidad debido al aumento del nivel freático, dificultando futuras investigaciones.

A pesar de los desafíos, el proyecto Náucratis, fundado por los arqueólogos estadounidenses W. Coulson y A. Leonard en 1977, ha arrojado nueva luz sobre la historia de esta antigua ciudad. Sus excavaciones han revelado la destrucción causada por la población local, que utilizaba el sitio como fuente de fertilizante de alto contenido en fosfato, y han confirmado la naturaleza no griega de la sección sur de la ciudad.

Como resultado, hoy el yacimiento se presenta prácticamente desierto junto a los modernos pueblos de de Kom Gi’eif, el-Nibeira y el-Niqrash, que cubren el sitio en parte, siendo el resto una zona pantanosa.

Reconstrucción de la antigua Náucratis. Credit: Grant Cox / The British Museum

Náucratis no solo fue el primer asentamiento griego en Egipto, sino también el puerto más importante del país en la antigüedad, hasta el surgimiento de Alejandría y el desplazamiento del Nilo, que llevaron a su declive. A pesar de su desaparición, el legado de Náucratis perdura en los numerosos objetos de arte que se encuentran en museos de todo el mundo y en las inscripciones en cerámica que han proporcionado valiosa información sobre el desarrollo temprano del alfabeto griego.

Algunas de las inscripciones encontradas en cerámica de Náucratis se consideran las inscripciones jónicas más antiguas conocidas, y otras en alfabetos corintio, meliano y lesbio también son de las primeras documentadas.

En 2015 el Museo Británico anunció el descubrimiento de una gran cantidad de objetos de la ciudad, así como del hecho de que su tamaño real era casi el doble de lo que se creía, alcanzando las 60 hectáreas de superficie.


Fuentes

Covadonga Sevilla Cueva, Los orígenes de Náucratis | Alexandra Villing, Marianne Bergeron, et al., Naukratis: Greeks in Egypt | Peter James, Naukratis Revisited | W.M. Flinders Petrie, Naukratis | Wikipedia


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