Del mismo modo que la piedra Rosetta fue fundamental en el desciframiento de los jeroglíficos egipcios, otros sistemas de escritura siguieron un proceso parecido, en ocasiones más accidentado y enrevesado. De algunos ya hemos hablado aquí anteriormente, y de hecho, contribuyeron en parte al desciframiento del que nos ocupa ahora, los jeroglíficos anatolios, en una especie de curioso efecto dominó.
En 1694 se descubrieron en Malta los Cippi de Melqart, dos pedestales que tienen inscripciones bilingües, en griego antiguo y fenicio púnico, permitiendo a Jean-Jacques Barthelemy descifrar y reconstruir el alfabeto fenicio cartaginés en 1758 (lo cual permitió también, unos 200 años más tarde, entender parcialmente la lengua etrusca, como vimos en el artículo que dedicamos a las Láminas de Pirgi).
Ese conocimiento del alfabeto fenicio fue fundamental, a su vez, para descifrar los jeroglíficos encontrados en inscripciones en piedra y tablillas de plomo en Anatolia y Siria, cuyos ejemplos más antiguos se remontan al siglo XIV a.C. y los más recientes al VII a.C., momento en el cual el sistema de escritura jeroglífico desapareció para dejar paso a las escrituras alfabéticas.
Las primeras noticias llegadas a Europa de esos jeroglíficos anatolios desconocidos vinieron de la mano de exploradores como Johann Ludwig Burckhardt y Richard Francis Burton en el siglo XIX, que los vieron en los muros de la ciudad de Hama, al norte de Damasco. Durante mucho tiempo se pensó que tenían un origen hitita y por tanto eran una escritura de su lengua.
La escritura cuneiforme hitita ya se había descifrado a principios del siglo XX, lo que condujo igualmente al desciframiento parcial de la escritura cuneiforme luvita, ya que estaban directamente relacionadas, por Emil Forrer en 1919. Pero en el caso de los jeroglíficos la labor era ciertamente más complicada.
En 1946 el arqueólogo alemán Helmuth Theodor Bossert (que en aquel momento era profesor de la Universidad de Estambul), junto con su ayudante Halet Çambel, descubrieron y excavaron Karatepe (una antigua fortaleza hitita al sur de Turquía, en las montañas del Tauro). Allí encontraron restos de edificios, tablillas, estatuas, dos puertas monumentales con relieves y pilares en los que hay representados leones y esfinges. Karatepe fue uno de los primeros descubrimientos importantes, y asombrosos, en el Medio Oriente tras la Segunda Guerra Mundial.
Precisamente en los muros junto a las puertas monumentales apareció una inscripción bilingüe, datada en el siglo VIII a.C. Estaba escrita en caracteres fenicios y en jeroglíficos anatolios. Al igual que en la piedra Rosetta, ambos textos dicen lo mismo en ambas lenguas. El problema era que no se sabía qué lenguaje representaban los jeroglíficos (o más bien que, como decíamos antes, se pensaba que era hitita). De hecho, aunque se realizaron intentos de desciframiento, no sería hasta la década de 1970 en que un equipo formado por John David Hawkins, Anna Morpurgo Davies y Günter Neumann, se percataría de que tanto la escritura cuneiforme como los jeroglíficos de Karatepe representaban el mismo idioma, el luvita.
Para llegar ahí, y siguiendo con el efecto dominó, Hawkins, Davies y Neumann se basaron en otro descubrimiento posterior: vasijas de Urartu (reino de los siglos IX-VIII a.C. en la actual Armenia) con inscripciones, escritas en urartiano pero utilizando precisamente la escritura jeroglífica luvita.
Una vez identificado el idioma de los jeroglíficos como luvita, el desciframiento con la ayuda de la parte fenicia de la inscripción pudo ser realizada. La inscripción, cuyo autor resultó ser Azatiwada, el gobernante de la ciudad, conmemora su propia fundación al tiempo que se reconoce como súbdito del reino de Quwe:
Soy Azatiwada, el hombre del Dios Sol, siervo de Tarhunzas, a quien Awarikus, rey de Adanawa, hizo grande. Los Tarhunzas me hicieron madre y padre de Adanawa, y yo hice que Adanawa prosperara. Extendí la llanura de Adanawa por un lado hacia el oeste y por otro hacia el este, y en mis días Adanawa tenía todo lo bueno, la abundancia y el lujo. Llené los graneros pahareanos, e hice caballo sobre caballo, e hice ejército sobre ejército, e hice escudo sobre escudo, todo con la ayuda de Tarhunzas y de los dioses.
Así destruí a los soberbios y a los malvados que estaban dentro de mi tierra, los saqué de la tierra. Construí palacios para mí, hice que mi familia se sintiera cómoda y ascendí al trono de mi padre, hice las paces con todos los reyes, También los reyes me respetaron como antepasado por mi justicia, mi sabiduría y mi buen corazón.
Y construí fuertes fortalezas en las fronteras, donde estaban los impíos: ladrones, que no habían luchado bajo la casa de Muksas. Y yo, Azatiwada, los puse bajo mis pies, y en esos lugares construí fortalezas para que Adanawa viviera en paz. Y derribé fuertes fortalezas hacia el oeste, que los antiguos reyes no habían derrotado, que estaban antes que yo. Pero yo, Azatiwada, los derroté y los derribé, y en mis fronteras hacia el este los hice asentarse. Así hice que los Adanauenses se establecieran allí.
Y durante mi reinado, expandí los límites de Adanawa tanto hacia el oeste como hacia el este, Así que hoy en día las mujeres deambulan por los senderos aislados, donde los hombres en el pasado temían ir, Y durante mi reinado, hubo prosperidad, saciedad, paz y consuelo, Y el país de Adanawa y Adanawa vivía en paz.
Construí esta fortaleza y la llamé Azatiwadaya. Y me buscaban Tarhunzas y Runtiyas para que construyera esta fortaleza, y yo la construí[con (la ayuda de) Tarhunzas…] en mis días […]. Y construí esta fortaleza, y en ella hice habitar a Tarhunzas […]. Y cada tierra de río comenzará a honrarlo (con) un buey al año, y una oveja en el momento de la cosecha y una oveja en el momento de la vinificación. Que bendiga a Azatiwada con salud y vida, y que se eleve por encima de todos los reyes. Que los muy benditos Tarhunzas y los dioses de esta fortaleza le den a él, Azatiwada, largos días y muchos años y buena abundancia, y que le den la victoria sobre todos los reyes. Que esta fortaleza se convierta así en (el hogar) del Dios-grano y del Dios-vino. Y así las naciones que habitan en él / que él hará que habiten en él, que tengan ovejas, bueyes, comida y vino. Mucho engendrarán para nosotros, y mucho engrandecerán para nosotros, y mucho estarán al servicio de Azatiwada y de la casa de Muksas con la ayuda de Tarhunzas y de los dioses.
Si alguno de los reyes, o si es un hombre, y tiene un nombre varonil, habla esto: “Borraré el nombre de Azatiwada de estas puertas de aquí, y esculpiré en mi nombre,” o (si) él desea esta fortaleza, y bloquea estas puertas, que Azatiwada hizo, y habla así: “Haré mías estas puertas, y escribiré mi propio nombre en ellas”. O (si) por deseo él los bloqueará, o por maldad bloqueará estas puertas, que las Tarhunzas celestiales, el Sol celestial, Ea y todos los dioses borren ese reino y ese rey y ese hombre! En el futuro, que el nombre de Azatiwada siga siendo válido para todas las edades, como lo es el nombre de la Luna y del Sol.
Las excavaciones, que continuaron hasta la década de 1990 dirigidas por Halet Çambel (su co-descubridora), sacaron a la luz los muros de la fortaleza (376 metros en dirección norte y 196 en dirección este-oeste) de entre 4 y 6 metros de altura y de 2 a 4 de espesor. Cada 20 metros se dispone una torre o bastión, con un total de 34 (aunque solo 28 han podido ser identificados), y existen dos grandes puertas de entrada. La suroeste está flanqueada por estatuas de leones, y la noreste por esfinges. La parte fenicia de la inscripción se halló en el muro junto a la puerta noreste, mientras que la parte luvita está junto a la puerta suroeste. El lugar es hoy un parque arqueológico y museo al aire libre que se puede visitar.
Como curiosidad, algunas teorías relacionan a Karatepe y el idioma luvita con Troya. Este último punto se basa en el hallazgo de un sello luvita en 1995 en el nivel Troya VII, lo que ha hecho plantearse a algunos investigadores como Frank Starke, de la Universidad de Tubinga, si el luvita era el idioma hablado en la Troya homérica. El propio Starke opina que el nombre del rey Príamo estaría relacionado con el luvita priimuua, que significa excepcionalmente valiente.
En 2010, en un documental de la televisión alemana ZDF, el escritor Raoul Schrott aseguró que la fortaleza y el paisaje entorno a Karatepe parecían encajar con la descripción homérica de Troya. Su teoría es que Homero pudo ser un escriba al servicio de los asirios en Karatepe, donde habría combinado su conocimiento de la leyenda troyana con el entorno real de la fortaleza. Por supuesto, no existe ninguna evidencia de ello.
En cuanto a los descubridores de Karatepe, el profesor Bossert se quedó en Turquía, donde llegó a ser director del Instituto Arqueológico nacional. Se casó y obtuvo la nacionalidad turca en 1947. Siguió al frente de las excavaciones de Karatepe hasta que se jubiló en 1959 y murió en Estambul en 1961.
Halet Çambel sustituyó a Bossert al frente de las excavaciones. Fue nombrada profesora de la Universidad del Sarre (Alemania) en 1960, jubilándose en 1984. En 2004 le fue concedido en Holanda el Premio Príncipe Claus en reconocimiento a su labor arqueológica y restauradora en Turquía, así como por haber fundado la cátedra de Prehistoria de la Universidad de Estambul. Por si fuera poco, en 1936 había participado en los Juegos Olímpicos de Berlín (esgrima con florete), siendo la primera mujer musulmana de la historia en competir en unas Olimpiadas. Falleció en 2014.
Fuentes
Hitite Monuments / Hittite-Luvian Bilingualism and the development of Anatolian Hieroglyphs (Ilya Yakubovich) / Arkeoloji Dünyasi / American Journal of Archaeology / Katatepe inscription / Wikipedia.
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