En el año 219 a.C. un griego llamado Arcagato (Ἀρχάγαθος, Archágathos) procedente del Peloponeso llegó a Roma y se instaló en la ciudad, tal y como cuenta Plinio el Viejo, tomando como fuente los Anales escritos por Lucio Casio Hemina en torno a 146 a.C.

No sería nada excepcional, pues muchos griegos llegaban a Roma en aquella época, si no fuera porque Arcagato era médico y, hasta entonces, no había habido ninguno en Roma, por lo que se convirtió en el primer médico en ejercer su profesión en la ciudad.

Su llegada fue muy bien recibida por los ciudadanos, e incluso el Senado le concedió la ciudadanía romana y se le proporcionó una tienda (en latín taberna) situada en el cruce de caminos denominado Compitum Acili (por la familia Acilia), donde ejercía su profesión.

Así la primera consulta médica de Roma estaba situada al norte del Templo de Venus y Roma en la colina Velia, cerca de donde más tarde se alzaría el Coliseo.

Casio Hemina, autor antiquísimo, cuenta que el primer médico que vino a Roma fue del Peloponeso, se llamaba Arcagato, hijo de Lisanias, siendo cónsules Lucio Aemilio y Marco Livio Salinator, en el “anno urbis” 535, y que le fue dado el privilegio de ciudadano de Roma, y por esto le fue comprado públicamente una tienda en el “compitum Acili”

Plinio el Viejo, Historia Natural 29.6

Al comienzo todo iba bien para Arcagato, los ciudadanos de Roma acudían a la consulta del que pronto se conoció como el vulnerarius, es decir, el médico de las heridas, para obtener tratamiento para sus males.

Pero poco a poco su reputación se fue deteriorando. En algunos casos extremos Arcagato utilizaba procedimientos que a los romanos les parecían poco menos que bárbaros, como cortar (cirugía) y quemar (cauterizar), por lo que empezaron a llamarle carnifex (carnicero o verdugo). Hay que recordar que no existían métodos eficientes para aliviar el dolor, por lo que estas operaciones eran especialmente dolorosas.

Según John Bostock, la práctica médica de Arcagato debió consistir casi exclusivamente en cirugía, y en el uso del cuchillo y cáusticos. En un momento en que la sociedad romana todavía veía con suspicacia la cultura griega, cada vez más presente e influyente en Roma, las buenas intenciones de Arcagato cayeron en saco roto.

Por el contrario, la medicina romana se basaba en rituales, cánticos religiosos, conjuros y hierbas, tal y como Catón el Viejo, que rechazaba tanto la medicina como la cultura griega, describió en su famoso manual De agri cultura, la obra latina en prosa más antigua que se conserva. Por eso para los romanos no era necesaria una especialización para curar, y así, la atención médica era una de las responsabilidades del cabeza de familia.

Pero no todos compartían las opiniones de Catón y la medicina ya empezaba a ser una preocupación para los romanos a finales del siglo III a.C., y la palabra medicus (Médico) aparece por primera vez en la comedia Los Gemelos (Menaechmi), escrita por Plauto y estrenada hacia el año 200 a.C.

Se desconoce si Arcagato abandonó Roma o pudo permanecer en la ciudad ejerciendo la medicina, aunque muchos historiadores opinan que no se quedó. El propio Plinio insinúa que regresó a su Laconia natal en Grecia.

Lo que sí sabemos es que la familia Acilia, que le apoyó en todo momento, patrocinó a finales del siglo I a.C. la emisión de monedas que llevaban la representación de una figura femenina coronada con laurel, con una serpiente y la leyenda Valetu(dinis) (Salud), lo que demuestra su estrecha relación con el arte de curar, que indudablemente se remonta al hecho de que Arcagato atendiese a sus pacientes en una de sus propiedades.

A Arcagato se le atribuyen tres recetas de remedios hechos con plantas medicinales, una de las cuales es mencionada por Aulo Cornelio Celso en su obra De Medicina:

Un tercero, que se dice fue inventado por Arcagato, contiene sulfuro de antimonio hervido y cobre calcinado, cada uno de 16 gramos, plomo blanco hervido 32 gramos, resina de trementina 40 gramos, litargirio 24 gramos

Aulus Cornelius Celsus, De Medicina 5.19.27

Además, un papiro encontrado en Oxirrinco o en la antigua Hermópolis Magna, en Egipto, contiene una carta fechada el 26 de abril del año 59 d.C. en la que un tal Chairas escribe a un médico llamado Dionisio: Dos recetas te envié, una según Arcagato y otra para la cicatrización. La primera no tiene errores, pero en la segunda falta la indicación de la cantidad de resina de pino.

Y el médico Celio Aureliano menciona, en el siglo V d.C., que el médico griego Temisón de Laodicea utilizaba en el siglo I a.C. un emplaste curativo que se atribuye a Arcagato. Estas menciones en fuentes antiguas demuestran que la influencia de Arcagato en la medicina de la Antigüedad fue duradera y que su legado se mantuvo vivo incluso en la época imperial romana.

En cualquier caso, Lawrence Conrad cree que tras la marcha de Arcagato, la oscuridad se cernió durante un siglo más sobre la medicina en la ciudad de Roma.


Fuentes

Ferdinand Peter Moog, Die Fragmente des Themison von Laodikeia | Lawrence I. Conrad, The Western Medical Tradition: 800 BC to AD 1800 | Vivian Nutton, Ancient Medicine | Wikipedia


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