La campana del toque de queda (en inglés llamada curfew bell) era un campana que se tocaba por las noches en las ciudades y pueblos de la Inglaterra medieval. Como su propio nombre indica, era la señal para que todo el mundo se retirase a su casa, los fuegos se apagasen y se fueran a dormir.
Nació como un aviso para que nadie se olvidase de apagar el fuego en su casa, establecido por Alfredo el Grande, que fue rey de Wessex entre los años 871 y 899 y se proclamó rey de los Anglosajones en 886. La razón fueron los incendios derivados de dejar el fuego ardiendo durante la noche en los hogares, y quizá también la necesidad de evitar los ataques nocturnos de los vikingos.
De hecho la palabra inglesa para denominar el toque de queda (curfew) procede, significativamente, del francés antiguo couvre-feu, que significa cubrir el fuego.
Según cuenta William Andrews en su libro Old Church Lore, publicado en 1891, cuando el rey Alfredo restauró la Universidad que había sido fundada en Oxford por San Frideswide, ordenó, entre otros reglamentos considerados, que se tocara una campana cada noche a las ocho, cuando todos los habitantes de Oxford debían cubrir sus fuegos e irse a la cama.
Los antiguos fuegos se hacían en el centro de un gran hogar, y las cenizas acumuladas se barrían hacia atrás y hacia los lados. A la hora del toque de queda, se retiraban los troncos grandes y se rastrillaban las cenizas frías sobre el fuego para cubrirlo. Una hoguera así cubierta a menudo se mantiene ardiendo durante días, y puede volver a encenderse […]. La misma costumbre se sigue practicando en los bosques de América, en la sabana australiana y en nuestro propio “país negro”, donde las grandes hogueras de carbón se “rastrillan” a la antigua usanza todas las noches»
William Andrews, Old Church Lore p.229
Parece ser que la costumbre no era solo propia de Inglaterra y es posible que existiese también en otros lugares de la Europa medieval. Voltaire en su Historia Universal dice que la ley lejos de ser tiránica, no era más que una antigua medida, establecida en casi todas las ciudades del norte, y que se había conservado durante mucho tiempo en los conventos.
La costumbre fue convertida en ley por el rey Guillermo I tras su conquista de Inglaterra en el año 1066. Así desde el año 1068 todos los días a la ocho de la tarde se tocaba en las localidades inglesas una campana que indicaba el toque de queda y la obligación de retirarse a los aposentos de cada uno e irse a dormir.
Algo que se vio como una medida para impedir las reuniones conspirativas de los derrotados anglosajones, pues todos estaban obligados por la norma, tanto plebeyos como nobles.
El caso es que la ley del toque de queda fue rigurosamente aplicada durante los reinados de Guillermo I y su hijo Guillermo II, hasta el punto de convertir en objeto de odio lo que antes había sido una costumbre popular. Se castigaba severamente con la cárcel, e incluso con la muerte, a aquellos que eran sorprendidos infringiendo la norma.
So William decided these rebels to quell / By ringing a curfew – a sort of a bell / And if any Saxon was found out of bed / After eight o’clock sharp it was “Off with his head!” (Así que Guillermo decidió sofocar a estos rebeldes / Tocando un toque de queda – una especie de campana / Y si algún sajón era encontrado fuera de la cama / después de las ocho en punto era “¡Que le corten la cabeza!”)
Eleanor Farjeon, William I – 1066
Afortunadamente no duró mucho. Unos 35 años después de su promulgación la ley fue derogada por el rey Enrique I en 1103. Sin embargo, la costumbre no desapareció y en muchos lugares siguió habiendo una campana que indicaba todas las noches el toque de queda.
Alguien debía encargarse de tocarla todos días a las ocho de la tarde, y por ello se sabe que muchas personas pagaban para que la costumbre pudiera seguir, e incluso se ofrecían tierras a quien quisiera ocuparse de ello. Incluso Shakespeare lo menciona en varias de sus obras.
Vosotros, cuyo pasatiempo / es hacer setas a medianoche, que os regocijáis / al oír el solemne toque de queda (You whose pastime / Is to make midnight mushrooms, that rejoice / To hear the solemn curfew)
William Shakespeare, La Tempestad V.1.47
La hora del toque de queda fue cambiando con el tiempo, retrasándose primero a las 9 y después a las 10 de la noche. En algunos lugares del norte de Inglaterra se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX. Antes de la llegada de la iluminación por gas y luego de la electricidad, la campana era un buen método para guiar a viajeros desorientados en la oscuridad.
En algunos lugares la costumbre se sigue manteniendo. Es el caso de la localidad de Sandwich en Kent, donde la llamada Campana del Cerdo toca todos los días durante diez minutos a las ocho de la noche. En otros como Ruthin en Denbighshire, se recuperó recientemente.
Fuentes
William Andrews, Old Church Lore | Miss Powley, The Curfew Bell in Cumberland and Westmorland | Encyclopedia Britannica | Wikipedia
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