La religión del Antiguo Egipto era un sistema complejo y diverso que aunaba diferentes creencias y prácticas, de orígenes diversos. Cada región tenía su propio mito de la creación, en el que estaban implicados diferentes dioses, aunque en todos ellos el mundo (o más concretamente Egipto) había surgido de maneras parecidas.

Entre los elementos comunes que comparten estos mitos del origen del mundo está la creencia en que surgió de las aguas del caos llamado Nu, y además que lo primero que apareció fue un montículo con forma de pirámide llamado benben.

De este montículo inicial nació el sol, personificado en los dioses Ra o Khepri.

Estatua del rey Horemheb ante el dios Atum encontrada en Luxor en 1987 / foto Olaf Tausch en Wikimedia Commons

Cada una de las cuatro ciudades principales de Egipto (Hermópolis, Heliópolis, Menfis y Tebas) estaba asociada con el culto a un dios diferente. En Heliópolis (la actual ’Ain Schams, un suburbio en el noreste de El Cairo) el dios en cuestión era Atum, el creador que se habría generado a sí mismo surgiendo del montículo benben.

De hecho en los Textos de las Pirámides se hace referencia al propio Atum como montículo y se dice que se convirtió en una pequeña pirámide, en cuyo interior habitaba. Esta pequeña piedra sagrada se guardaba en el templo Solar de Ra en Heliópolis, y se cree que fue el modelo para los obeliscos y las pirámides. Las piedras que rematan las pirámides, denominadas piramidión, son también llamabas piedras benben pues su forma deriva del benben original.

Piramidiones en el Museo Egipcio de El Cairo / foto Ovedc en Wikimedia Commons

Esta piedra original se perdió en algún momento de la historia, sin que se sepa exactamente que dimensiones tenía. Su forma, que en origen pudo ser cónica o redondeada, fue evolucionando por necesidades arquitectónicas hasta convertirse en una pequeña pirámide de base cuadrangular y recubierta de oro, simbolizando el lugar donde brillaban los primeros rayos del sol naciente.

Pero hay más porque la piedra benben también está asociada con el mito del ave Bennu, que simbolizaba la creación y la renovación. Esta ave era representada como un hombre con cabeza de garza, posado sobre la piedra benben.

Se había creado a sí mismo a partir del fuego con que ardía un árbol sagrado en el templo de Ra, y tenía la capacidad de renacer de sus cenizas. Efectivamente, los griegos la llamarían Fénix.

Un Bennu sobre una piedra benben en el templo de Edfu / foto Karen Green en Wikimedia Commons

En los Textos de las Pirámides (línea 600, § 1652) se dice:

…tu que surges, como el Benben, en la morada de Bennu en Heliópolis…

Algunos estudiosos opinan que la piedra benben original pudo ser un meteorito. Otros interpretan los obeliscos como rayos de sol fosilizados, y las pirámides como escaleras hacia el sol, una manera de simbolizar su relación con Atum y el culto solar.


Fuentes

Egyptian Mythology (Jonalyn Crisologo, John Davidson) / The Penguin Book of Myths and Legends of Ancient Egypt (Joyce Tyldesley) / Investigation on the Origins of the Benben Stone (Robert G. Bauval) / Wikipedia


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