En la larga y fascinante historia del Antiguo Egipto existieron unos personajes sin los cuales muchos de los logros monumentales y artísticos no se hubieran conseguido. Además, sin ellos el caos se habría adueñado del país del Nilo año tras año, por lo que resultaban esenciales para mantener el orden. No estamos hablando de los faraones ni de los sacerdotes. Nos referimos a los harpedonaptas.
Los harpedonaptas o estiradores de la cuerda eran los agrimensores encargados de medir y delimitar terrenos y construcciones a lo largo del Nilo. Siempre que se iniciaba un proyecto de construcción eran ellos quienes acudían con sus herramientas para realizar las mediciones oportunas y establecer las bases de la obra.
La precisión y la técnica en sus mediciones eran esenciales para la sociedad egipcia, especialmente debido a las inundaciones anuales del Nilo, que requerían la revalorización y redistribución de las tierras agrícolas.

La necesidad de agrimensores expertos surgió así en gran medida por las condiciones naturales y los ciclos agrícolas del Nilo. Cada año, las crecidas del río inundaban los campos, borrando los límites de las parcelas y obligando a los egipcios a redefinir constantemente las tierras cultivables. Esta práctica no solo era crucial para la agricultura, sino que también constituía la base para la recaudación de impuestos, haciendo que la agrimensura fuera una tarea de vital importancia para la administración del faraón.
La figura del harpedonapta está atestiguada ya en el antiguo Egipto en documentos que datan del rey Escorpión, que vivió hacia el año 3070 a.C. y pudo ser el primer unificador del alto y el bajo Egipto.
El principal instrumento de los harpedonaptas era la cuerda de doce nudos, utilizada para la medición precisa de longitudes y ángulos. Esta cuerda se basaba en el principio del triángulo rectángulo de 3:4:5, conocido posteriormente como el triple pitagórico. Con esta herramienta, los agrimensores podían determinar ángulos rectos esenciales para la construcción de edificios y monumentos.
Las cuerdas tenían diferentes longitudes y estaban marcadas para dividirse en segmentos específicos. Por ejemplo, la cuerda larga de 84 shep (una unidad de medida egipcia) se dividía en secciones de 7 shep cada una, mientras que la cuerda mediana y la corta se dividían en secciones de 6 y 5 shep respectivamente. Estos segmentos permitían a los harpedonaptas realizar mediciones detalladas y precisas, ajustando las cuerdas según fuera necesario para lograr los ángulos y longitudes requeridos.

La precisión era tan crucial que antes de cada medición, las cuerdas se sometían a una rigurosa prueba de exactitud. Este procedimiento, simbolizado en muchas representaciones artísticas a lo largo de tres mil años , involucraba la colaboración entre el faraón y la diosa de la sabiduría, Seshat.
Durante esta ocasión solemne, el faraón ayudado por funcionarios de alto rango tensaban la cuerda entre dos postes, asegurando que estuviera correctamente calibrada antes de iniciar cualquier trabajo de medición. Aunque las marcas específicas en las cuerdas no siempre se han identificado en las representaciones, se cree que estas pruebas eran un acto ceremonial que simbolizaba el comienzo de un proyecto de construcción. Esta ceremonia se conoce como el estiramiento de la cuerda.
El testimonio más antiguo de este ritual se encuentra en un bloque reciclado de una jamba de puerta datada en el reinado del rey Jasejemuy, noveno rey de la II Dinastía (2740-2721 a.C.), redescubierto en el Museo Egipcio de El Cairo.
Más evidencias de la ceremonia en el Reino Antiguo se encuentran en fragmentos de friso del Templo de la pirámide acodada de Seneferu primer rey de la IV Dinastía (2614 a 2579 a.C) en Dashur donde se atestigua por primera vez el nombre jeroglífico de la diosa Seshat situado sobre su cabeza, hecho que se repetiría a lo largo de todas las Dinastías. Otra representación puede verse en un relieve incompleto del Templo de Nyuserra-Iny, rey de la V Dinastía (2420 a 2380 a.C) en Abu Gurab, el templo más grande de la V Dinastía.

En la piedra de Palermo de la V Dinastía, un fragmento de una estela que recoge los Anales de los faraones anteriores, se menciona el rito del estiramiento de la cuerda vinculado a la Diosa Seshat, representada mediante una estrella de siete puntas y unos cuernos de vaca invertidos y conocida también en el Reino Nuevo bajo el epíteto de Sefkhet-Abuy, es decir, la de los siete cuernos.
Otros ejemplos se encuentran en Medinet Habu, en el Templo de Tutmosis III y en la Capilla Roja de Hatshepsut, donde existen las primeras representaciones completas de esta ceremonia en el Reino Nuevo (Dinastías XVIII,XIX y XX).
No obstante, la evidencia más completa sobre el rito proviene de los periodos helenístico y romano, donde los jeroglíficos aportan una mayor información sobre el ritual, las alineaciones de los templos y la astronomía de los egipcios.
Los harpedonaptas también realizaron o contribuyeron a la invención de herramientas innovadoras como el Merchet. Se trataba de un instrumento que permitía medir ángulos de pendiente y estaba compuesto por una barra horizontal y un peso suspendido para garantizar la verticalidad. Este dispositivo reflejaba la evolución de las técnicas de medición y su aplicación práctica en la construcción de estructuras complejas, como las pirámides.

El Merchet estaba basado en la cuerda corta y tenía una barra de 42 shep, con una mitad marcada para mediciones precisas. El peso suspendido al final de la barra aseguraba que la medición fuera exacta, permitiendo a los agrimensores determinar los ángulos de las pendientes con gran precisión.
Para determinar los ángulos, los harpedonaptas utilizaban dos métodos principales. El primero se basaba en la medición de la contracateta (la distancia vertical en un triángulo rectángulo) en seked, una unidad que representaba la inclinación. Era el método normativo comúnmente utilizado por los sacerdotes en contextos formales. El segundo método era más práctico y consistía en el uso de las cuerdas de medición para crear triángulos rectángulos y ajustar las medidas según las necesidades específicas del terreno o la construcción.
Un ejemplo notable de la aplicación de estas técnicas es la construcción de las pirámides. La inclinación de las caras de la Gran Pirámide de Keops, por ejemplo, se determinó utilizando una cuerda larga y ajustando los ángulos según el principio del triángulo 3:4:5. Este método aseguraba una precisión increíble, con desviaciones tan mínimas que siguen siendo sorprendentes para los ingenieros modernos: la pirámide de Keops muestra una desviación de menos de 0,001 grados de la inclinación original.

Las pirámides de Micerino y de Kefrén también muestran una precisión similar, con desviaciones apenas perceptibles. En el caso de la pirámide roja de Snefru, las condiciones del suelo causaron asentamientos durante la construcción, lo que requirió ajustes para mantener la precisión de la estructura.
La labor de los harpedonaptas no solo fue crucial para la construcción de monumentos impresionantes, sino que también estableció las bases de la agrimensura y la geometría en el mundo antiguo ya que sus métodos y herramientas influenciaron significativamente el desarrollo de la arquitectura y la ingeniería en civilizaciones posteriores, extendiéndose a Grecia y la India, donde estimularían el desarrollo de la geometría y las matemáticas.
Tanto la cuerda de nudos como la plomada y los triángulos 3:4:5 de 12 nudos son procedimientos que se siguen utilizando en la actualidad.
FUENTES
Alexander Puchkov, «Stretching of the cord» ceremony for astronomical orientation of the Old Kingdom pyramids
Xavi Bonet, «El estiramiento de la cuerda» y la alineación astronómica en Egipto
Walter G. Robillard, Donald A. Wilson, Evidence and Procedures for Boundary Location
Michel Serres, Los orígenes de la geometría: Tercer libro de las fundaciones
Wikipedia, Harpedonapta
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