El buque más feo jamás construido o el peor diseñado de la historia naval son algunos de los contundentes calificativos que se aplican al que, sin duda, fue uno de los barcos de guerra más estrambóticos que han existido.

En realidad se trataba no de una sino de dos unidades de la Armada Imperial Rusa cuya principal característica era su forma circular y que llegaron a entrar en acción en la guerra Ruso-Turca del último cuarto del siglo XIX. Se los conoció popularmente como popovkas, en alusión a su diseñador, que además dio nombre a uno de ellos, el Contraalmirante Popov; el otro era el Almirante Novgorod.

Todo empezó bastante lejos de Rusia, en Escocia, de la mano del célebre ingeniero y constructor naval John Elder, cofundador de la Fairfield Shipbuilding and Engineering Company y autor de numerosas patentes de motores para la navegación a vapor.

El contraalmirante Andrei Alexandrovich Popov/Imagen: Wikidata

En 1868, Elder publicó un artículo en el que proponía una auténtica revolución conceptual para los navíos de guerra: aumentando su manga, decía, se reduciría el calado permitiendo incrementar su blindaje y llevar cañones de mayor calibre; a cambio perdería velocidad pero eso era algo solucionable equipándolo con motores más potentes.

La idea interesó a sir Edward Reed, director de construcción naval de la Royal Navy, pero sedujo sobre todo al contraalmirante Andrei Alexandrovich Popov, oficial de la Armada Imperial Rusa, un veterano de la Guerra de Crimea que llevaba treinta años encargado de supervisar la construcción de buques de vapor de su país. Durante ese período, la flota rusa creció en cantidad y calidad pero, como consecuencia de la derrota sufrida en la citada contienda, tenía prohibido mantener una escuadra en el Mar Negro más allá de seis corbetas. Eso provocaba cierta inquietud en Rusia, ya que dejaba desguarnecida la zona, así que Popov quiso solucionarlo con barcos ligeros pero fuertemente armados, destinados a la defensa costera del Estrecho de Kerch y la desembocadura del río Dniéper.

En otras palabras, pensó en monitores. El monitor era un tipo de nave pequeña, lenta y no muy protegida que, por contra, disponía de grandes cañones. Normalmente se empleaba en aguas poco profundas para efectuar bloqueos y asedios navales, de ahí que no tuviera que moverse mucho, lo que a priori podía convertirlo en un blanco fácil; para evitarlo su perfil quedaba parcialmente sumergido, protegido por el agua. Debía su nombre al USS Monitor, el barco creado por el inventor sueco John Ericcson (luego nacionalizado estadounidense) que fue el primero en ser acorazado junto con el CSS Virginia de la Confederación, al que se enfrentó durante la Guerra de Secesión.

Combate entre el CSS Virginia y el USS Monitor (Jo Davidson)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El contraalmirante ruso optó pues por esa modalidad pero además asumió la idea de Elder de aumentar la manga, aunque dándole una vuelta de tuerca al dotar a los diseños de una insólita planta circular y un fondo plano. Pese a lo inaudito del proyecto, el gran duque Konstantin Nikolayevich, hermano del zar Alejandro II y almirante de la Armada, lo eligió en lugar de la alternativa planteada, los monitores de la clase Charodeika que ya estaban en servicio: el homónimo y el Rusalka, dos barcos de 2.100 toneladas asignados a la flota del Báltico, con una borda muy baja (poco más de medio metro) y un grueso blindaje pero con un armamento (cuatro cañones, dos de 229 mm y otros tantos de 380 mm) que se consideró insuficiente.

A principios de 1870 empezaron los trabajos, previéndose cuatro unidades. La primera quedó lista en abril y se la sometió a prueba en la desembocadura del río Nevá, frente a San Petersburgo. Fue el propio zar el que le puso el mote de popovka tras recibir el correspondiente informe de resultados, que fueron satisfactorios. Entonces Popov presentó al almirante diversos diseños con ligeras variantes de tamaño para que escogiera el que habría de ser definitivo. El elegido fue uno de 46 metros de eslora (quizá habría que decir diámetro, más bien) que desplazaba 6.054 toneladas e iría armado con cuatro cañones de 280 mm.

Plano y sección del Novgorod/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Sin embargo, el presupuesto se calculó en 4,14 millones de rublos, lo que superaba los 4 millones previstos para todo el programa, así que hubo que cambiar ese modelo por otro más pequeño que reducía el diámetro a 29 metros y los cañones a dos (del mismo calibre), con 305 mm. de grosor en el blindaje. Su coste se quedaba en 1,84 millones de rublos, que para todo el conjunto serían 8,5 millones. Y empezó la construcción de aquel popovka en el Astillero del Almirantazgo de San Petersburgo, aunque antes se hizo otro de prueba a escala, el Kambala, de 7,3 metros de diámetro y dotado con dos motores que le proporcionaban 3.600 caballos de vapor, cuyos resultados se consideraron buenos.

En realidad, como suele pasar, durante el proceso fue necesario hacer algunos ajustes y el diámetro se aumentó a 30,8 metros, al tener que revestir el exterior para protegerlos de la bioincrustación de moluscos. Pero el aspecto general no cambió: un calado de sólo 4,1 metros, una borda que apenas llegaba a 46 centímetros y un desplazamiento total de 2.491 toneladas. El blindaje dependía de la parte del barco; en la obra muerta (la parte del casco que sobresale del agua) era de 457 mm pero en la viva (la que queda sumergida) alcanzaba casi metro y medio.

Su peculiar forma le otorgaba una velocidad limitada de 6,5 nudos, y eso que lo impulsaban seis máquinas de vapor, cada una con su hélice, que sin embargo tenían la contrapartida de gastar una enorme cantidad de carbón. De hecho, su capacidad para cargar 200 toneladas le confería una pobre autonomía de 480 millas náuticas (unos 890 kilómetros). Asimismo, la ventilación era defectuosa y hubo que añadirle manguerotes extra a la superestructura. Por otra parte, el buque resultaba muy estable pero su maniobrabilidad era pésima, necesitando hasta tres cuartos de hora para virar en redondo. Otro problema fue que el Dniéper no era tan manso como el Nevá y la fuerte corriente lo hacía dar vueltas y vueltas descontrolado, arrastrándolo hacia el mar. Quizá por eso portaba dos botes salvavidas.

Maqueta del Novgorod/Imagen: Netmate en Wikimedia Commons

Tampoco el armamento era rápido; los cañones iban montados en una plataforma giratoria central que tardaba hasta tres minutos en hacer un giro completo; el retroceso de cada disparo provocaba una rotación centrífuga que en los barcos normales se evitaba gracias a la quilla… pero ése carecía de ella. La alternativa fue usar el timón como freno pero todo ello ralentizaba la cadencia de disparo a uno cada 10 minutos. Consecuentemente, corrió el infundio de que con cada andanada el barco entero daba una vuelta sobre su eje, un mito que ya nunca se pudo desmentir a pesar de que un refuerzo aplicado a los cierres resolvió el problema.

Pese a todo, el popovka quedó terminado el 29 de diciembre de 1871. Lo curioso es que entonces hubo que desmontarlo para trasladarlo en tren desde San Petersburgo a Nikolaev, en el Mar Negro, y una vez allí volverlo a montar, dadas las mencionadas limitaciones impuestas por el Tratado de París para esa región. El viaje fue toda una odisea porque la línea férrea sólo llegaba hasta Odessa y desde ese puerto se hizo el resto del trayecto en barcazas. Encima, las calderas no cabían en ningún vagón y las llevó un carguero desde el Báltico, atravesando el Mar del Norte, el Atlántico y el Mediterráneo.

Llegada del Novgorod a Sebastopol en 1873 (Nikolai Pavlovich Krasovsky)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Entre unas cosas y otras, el Novgorod, como se lo había bautizado, no se botó hasta junio de 1873, entrando en servicio en septiembre del año siguiente. El coste total fue de 2.830.000 rublos. Todavía se le practicarían algunos retoques, como ampliar la superestructura o añadirle torpedos, pero ya formaba parte de la Armada oficialmente y realizó su primera misión, que no fue bélica sino diplomática: recibir al reseñado sir Edward Reed y llevarle a hacer un crucero por el litoral de Crimea.

Ahora bien, en 1877 el Imperio Ruso seguía empeñado en conseguir una salida al Mediterráneo y liberar a la población eslava de los Balcanes del dominio otomano, lo que llevó al estallido de la Guerra Ruso-Turca y el Novgorod tuvo su oportunidad: fue destinado a defender Odessa, para lo que se le añadieron a popa un par de cañones de 86 mm. como protección contra torpederos. Asimismo, se le retiraron sus dos motores exteriores, que al parecer aportaban poco y por eso únicamente perdió un nudo de velocidad.

No estuvo solo en la contienda porque en 1876 había entrado en servicio su gemelo, el Kiev, que pasó a llamarse Vicealmirante Popov. Tenía un blindaje aún más grueso -casi el doble- y la ventaja de ser construido directamente en Nikolaev, aunque tardó en concluirse (se empezó en 1872 y se terminó en 1876), por dos razones: una, a mitad del trabajo se trasladó a los trabajadores a San Petersburgo para acelerar la conclusión del Novgorod; y la otra, que las pruebas de éste obligaron a introducir modificaciones y desmantelar lo hecho para empezar de cero otra vez. Por lo demás, ambos tuvieron carreras paralelas.

El Vicealmirante Popov, gemelo del Novgorod, en el astillero de Nikolaev, 1878/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Tras acabar el conflicto en 1878 remontaron el Danubio hasta Sulina (Rumanía) en el que fue el tercer y último viaje largo que hicieron. A continuación se sometieron a nuevas mejoras, incorporándoseles protección antiincendios. En 1883 se reformó el Vicealmirante Popov y le retiraron sus calderas para colocarlas en el Novgorod, destinado a Sebastopol. Nueve años después, ambos fueron reclasificados y asignados a la defensa costera, para lo cual se reforzó su armamento con dos ametralladoras de 37 mm. Conservaban sus tripulaciones, compuestas por centenar y medio de hombres, entre oficiales y marineros.

No se hicieron más unidades por el alto coste y porque para el nuevo siglo que se acercaba resultaban obsoletos. Así, en 1903 se hallaban en tan malas condiciones que pasaron a la reserva, languideciendo en Nikolaev hasta que un lustro después se intentaron vender a Bulgaria; pero ese país no aceptó la oferta, de modo que su destino fue acabar desguazados en 1911. De modelos revolucionarios pasaron a convertirse en chatarra.

Vista de la popa del Vicealmirante Popov durante su construcción, en 1874/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Nadie los echó de menos; al fin y al cabo fueron naves de irregulares resultados y encima nunca llegaron a entrar en combate. Durante la guerra, incluso se los consideró incapaces de hacer con garantías una singladura para bombardear Turquía y tuvieron que anclarse para que no se los llevara la corriente. Sin embargo, su diseño no cayó en saco roto; o no del todo, al menos. Se aprovechó para el Livadia, el yate imperial construido en sustitución de su homónimo predecesor, que naufragó en el Mar Negro en 1878.

El Livadia no tenía una planta circular perfecta como los popovka, porque era mucho más grande (79 metros de eslora) pero ofrecía muy buenas condiciones marineras. Lamentablemente, su fondo plano resultaba demasiado vulnerable a los golpes del oleaje y en 1881 subió al trono el zar Alejandro III, al que, al contrario que a sus predecesores, no le gustaban las extravagancias.

Centrado en la construcción de una flota de verdad para el Mar Negro, mandó desmontar el yate dos años más tarde y ordenó a Popov poner fin a aquellos experimentos. Y se acabaron los barcos redondos.


Fuentes

Warship 2015 (John Jordan)/1873: Russian Round Armored Ships of Admiral Popov (Korben Dallas en Stolen History)/Warships of the World to 1900 (Lincoln P. Paine)/Circular hulls: dead ends that sound awesome (Mark Hay en CIMSEC-Center For International Maritime Security)/Wikipedia


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