Considerado como el primer centro comercial cubierto de la Historia, el Mercado de Trajano es una enorme masa semicircular de ladrillo, parte de la cual quedó enterrada bajo edificios modernos y que paradójicamente puede que tuviera más bien poco de comercial, si atendemos a la opinión de muchos historiadores que lo consideran más bien un centro administrativo construido como apoyo del gran objetivo del emperador: el nuevo foro imperial.

Corría el año 106 d.C. cuando Trajano, recién regresado de su victoriosa conquista de la Dacia tras un lustro de dura guerra, celebró por las calles de Roma un grandioso triunfo. En él exhibió medio millón de prisioneros y un fabuloso botín que incluía el tesoro de Decébalo (el rey enemigo derrotado) y le proporcionó tan sustanciosos fondos (contando además las riquezas que proporcionarían las minas dacias) que ofreció al pueblo juegos de gladiadores en el Coliseo y carreras de carros en el Circo Máximo, pero también sirvieron para financiar un nuevo equipamiento para la ciudad.

Se trataba de otro foro, el más grande que habría, gracias a que el importe total de lo conseguido rondaba los dos mil setecientos millones de sestercios, suma superior a lo invertido por Augusto en su foro un siglo antes.

Lo que iba a pasar a la Historia con el nombre de Forum Traiani (aunque algunas fuentes posteriores se refieren a él como Foro Ulpio, por la basílica erigida en su extremo norte), consistía en una gran plaza porticada de doscientos metros de largo por ciento veinte de ancho, eligiéndose como ubicación la falda del Quirinal.

Dicho lugar, unido a las enormes dimensiones previstas, llevó a realizar faraónicos trabajos de excavación, eliminando el monte que unía esa colina con la Capitolina y cerraba el valle de los foros imperiales hacia el Campo de Marte. Para evitar que la ladera del Quirinal se viniera abajo era inevitable hacer trabajos de consolidación de éste.

En realidad, esa tarea había empezado ya durante la dinastía Flavia anterior, en época de Domiciano, como demuestra la existencia de un muro de ladrillo; pero, en cualquier caso, el arquitecto definitivo fue un sirio-romano de ascendencia griega llamado Apolodoro de Damasco.

Apolodoro era el ingeniero del emperador, para quien ya había diseñado un puente sobre el Danubio y las nuevas termas (y a quien se atribuye el diseño del Panteón de Agripa).

Para solucionar el problema de la previsible inestabilidad del Quirinal, decidió afianzarlo situando a sus pies, a manera de sostén, otra infraestructura: un mercado. De ese modo, los romanos iban a disfrutar de un grandioso complejo público que, junto a la plaza y sus soportales, también incluía la citada basílica, un pequeño templo, dos bibliotecas (una para textos en latín y otra para los que estaban en griego) y la famosa Columna Trajana (que narra con relieves la campaña dacia).

¿Por qué se eligió un mercado para completar el conjunto monumental? Hay cierta controversia al respecto, como veremos más adelante. En principio, opinan algunos historiadores, fue porque estaba destinado a ser el punto culminante de la política de Trajano para asegurar a Roma un abastecimiento de provisiones que evitara hambrunas, plasmado en su programa Alimenta. En ese sentido, constituía la guinda de un pastel iniciado en el año 100 d.C. con la construcción del puerto que lleva su nombre, Portus Traiani, en lo que hoy es Fiumicino: contaba con grandes almacenes para acumular grano y conservarlo en condiciones adecuadas y su localización resultaba más segura para los barcos que el de Claudio, más expuesto a las tormentas.

Las obras del Foro Trajano requerían intervenciones complementarias, desde la restauración del de César y del templo de Venus Genetrix hasta las demoliciones del Atrium Libertatis (sede del archivo de los censores) y de una parte de las Murallas Servianas. Por eso se prolongaron varios años, comenzando en el 107 d.C. y terminando progresivamente entre el 110 y el 112 d.C.

Ese último año se inauguró oficialmente el Foro y al siguiente la Columna; antes, en el 110 d.C., había quedado listo el mercado, iniciado una década antes por la referida razón de consolidación de la ladera del Quirinal.

Pese al nombre, lo cierto es que sus edificios estaban pensados sobre todo para servir como oficinas de la administración de los Foros Imperiales; sólo quedaba un parte menor para la actividad comercial, probablemente en los espacios abiertos de las calles internas y no todos.

La principal avenida, adaptándose a la planta de exedra del complejo arquitectónico, discurría en curva desde la ladera hasta los foros imperiales separando la zona inferior (el Gran Hemiciclo, que estaba excavado en la roca) de la superior (el Gran Salón y el Cuerpo Central, sede del actual museo), que se conectaban mediante dos escaleras, una en cada extremo.

Denominada luego Vía Biberatica, estaba unida al entramado de calles, originando una serie de pequeños espacios intercalados, abovedados y asomados al exterior que estaban destinados a tabernas, como era típico en la antigua Roma; todavía se conservan las entradas de éstas, cuadradas y con las jambas de travertino blanco original.

Cabe aclarar que la palabra tabernae no aludía sólo a actividad de hostelería sino a tiendas de venta al por menor en general (fundamentalmente de alimentos), muy frecuentes en los mismos espacios que tenían las insulae (los clásicos bloques romanos de viviendas).

Ahora bien, si se trataba de un edificio público las tabernae podían tener también uso como oficinas. Parece ser que esto era lo más probable en el caso del Mercado de Trajano, ya que las escalinatas de la Vía Biberatica impiden el uso de carros para el transporte de mercancías.

Por lo tanto, pese a que su erróneo nombre ha trascendido y sin que sea óbice que alguna taberna se dedicase a comercio, básicamente se trataría de un centro burocrático donde trabajaban funcionarios a las órdenes, según indica una incripción recientemente descubierta, de un procurator Fori Divi Traiani (o sea, un procurador encargado de dirigir la gestión del nuevo foro).

El Mercado de Trajano se construyó con la técnica llamada opus latericium, es decir, hormigón con revestimiento de ladrillo visto; éste servía a la vez como decoración, especialmente en los frontones y pilastras de la fachada.

Los techos tenían bóvedas de cañón simples o semicúpulas, según la importancia de cada estancia; en el caso del Gran Salón, estaba cubierto por bóvedas de crucería que sostenían pilares con ménsulas. Y en cuanto a los suelos, en las zonas al aire libre eran de opus spicatum (ladrillos colocados en forma de espiga), a veces impermeabilizados recubriéndolos con mosaicos monocromáticos hechos de teselas de sílex.

Como pasó con otros grandes de la arquitectura romana (el Coliseo, por ejemplo, reconvertido a lo largo de los siglos en cementerio, viviendas, fábrica, cenobio, fortaleza, cantera y santuario), el Mercatus Traiani sufrió una considerable transformación durante la Edad Media: se le añadieron pisos y se le construyó anexa la Torre delle Milizie (Torre de las Milicias), un bastión defensivo que sería la torre del homenaje del Castellum Miliciae y desde la que la tradición dice que Nerón contempló el incendio de la ciudad (cosa imposible porque es de finales del siglo XII-principios del XIII) y que todavía está en pie pese a haber quedado inclinado por un terremoto.

Justo al lado se alza la iglesia de Santa Caterina a Magnanapoli (Santa Catalina de Siena), que pertenecía a un convento fundado allí por veintisete monjas de origen noble en 1574 (la iglesia actual es posterior, barroca, de 1628, obra de Giovanni Battista Soria), ocupando la parte superior del mercado y el Hemiciclo Pequeño.

Como además se rellenó una porción considerable de la Vía Bibaratica, elevando su nivel, las tabernae se aprovecharon como sótanos; asimismo, las estancias del tramo central se volvieron a pavimentar para utilizarse como establos.

El convento se mantuvo hasta que en 1885 fue reconvertido en el cuartel Goffredo Mameli, finalmente demolido para proceder a la restauración del sitio arqueológico a comienzos del siglo XX.

Todo el esfuerzo de recuperación de ese espacio se remató en 2007 con la inauguración del Museo de los Foros Imperiales, donde se conservan y exponen las piezas originales encontradas, así como maquetas de los edificios y reconstrucciones digitales.


Fuentes

Corrado Ricci, Il Mercato di Traiano | Lynne Lancaster, Building Trajan’s Market (en American Journal of Archaeology) | James E. Packer, The Forum of Trajan in Rome. A study of the monuments in brief | Mercati di Traiano Museo dei Fori Imperiali | Marvin Trachtenberg e Isabelle Hyman, Arquitectura | Wikipedia


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