El que está considerado como primer escritor romano de la historia había nacido en Tarento hacia el año 284 a.C. y era griego. Tarento era una colonia griega de la Magna Grecia (el sur de la península Itálica) que había pedido ayuda al rey Pirro de Epiro en su lucha contra Roma. Sin embargo, la derrota de éste y la tardanza en llegar de la flota cartaginesa que acudía en auxilio de la ciudad, provocaron la rendición en el año 272 a.C.

Entre los ciudadanos cautivos convertidos en esclavos por los romanos y enviados a Roma se encontraba un muchacho de unos 14 años llamado Andrónico. Entró a servir en la casa de una familia de la gens Livia, donde llegó a ser maestro de los hijos de su amo, algo que le sirvió para alcanzar la libertad.

Como liberto adoptó el nombre de su patrón y protector, pasando a ser conocido como Lucio Livio Andrónico (Lucius Livius Andronicus). No solo fue el primer maestro griego que hubo en Roma, sino que con el tiempo se convertiría también en el primer escritor romano y en el fundador de la poesía épica romana.

Estatua de Livio Andrónico en el Vaticano | foto Bibliotheca Augustana

Empezó a escribir realizando traducciones de obras griegas para usarlas como libros de texto en la escuela que había fundado, en la cual daba clases de latín y griego a los jóvenes patricios. Luego, según menciona Cicerón, hacia el año 240 a.C. recibió el encargo de los ediles curules (los funcionarios encargados de la organización de juegos y festivales) de escribir una comedia (o una tragedia, no se sabe con seguridad) para ser representada en los ludi scaenici (festivales de teatro) celebrados con ocasión de la victoria en la Primera Guerra Púnica. Es la primera obra de teatro escrita en latín conocida. Él mismo se encargó de representarla como actor.

Por ello Varrón, Cicerón y Horacio, consideraron a Livio Andrónico como el creador de la literatura latina y el primer poeta romano cuyo nombre es conocido.

Livio Andrónico era actor de sus propios dramas; se dice que una vez, cuando, llamado varias veces a escena, se había quedado sin voz, y pidió permiso, dispuso que un muchacho cantara delante del flautista en su lugar, mientras él interpretaba la monodia con un gesto considerablemente más expresivo, ya que no le impedía el uso de su voz

Tito Livio, Ab Urbe condita VII, 2
Un poeta dando indicaciones desde el escenario, en un mosaico de Pompeya | foto Lalupa en Wikimedia Commons

Cuando Asdrúbal llegaba para ayudar a su hermano Aníbal en el año 207 a.C., durante la Segunda Guerra Púnica, los pontífices y el Senado romano le encargaron a Andrónico la composición de un himno a Juno que les permitiera detener el avance cartaginés. El himno fue cantado en una solemne procesión de las vestales y resultó todo un éxito.

Además, el cónsul Marco Livio Salinator (curiosamente el patrón de Andrónico) logró la victoria en la batalla del río Metauro, por lo que el Senado concedió a Andrónico grandes honores, entre ellos poder vivir en el templo de Minerva en la colina del Aventino.

Un maestro romano con sus alumnos, en un relieve encontrado en Neumagen cerca de Tréveris | foto Shakko en Wikimedia Commons

Por desgracia ninguna de sus obras ha llegado hasta nuestros días. Apenas conservamos un centenar de versos dispersos y citas en obras de autores posteriores. Lo que sí se sabe es que dedicó los últimos años de su vida a traducir la Odisea, para enseñar a sus alumnos a compararla con el texto original griego.

De ella solo se han conservado unos 36 fragmentos, pero aun así constituye el primer testimonio literario de la épica latina. Andrónico la tituló Odusia y tuvo que hacer importantes elecciones léxicas, sintácticas y métricas para adaptar el texto a la cultura latina y a la religión romana.

Utilizó en la traducción un lenguaje compuesto, en el que se mezclan copias de términos griegos (como el título Odusia) junto a términos latinos de la religión romana. Sustituyó todos los nombres de las deidades griegas originales por dioses romanos, estableciendo las bases de las correspondencias entre ambos panteones: Cronos pasó a ser Saturno, Hermes se convirtió en Mercurio y las musas fueron equiparadas a las Camenas (ninfas que habitaban fuentes y manantiales).

Odiseo y Polifemo, cuadro de Arnold Böcklin (1896) / foto dominio público en Wikiedia Commons Crédito: Dominio público / Wikimedia Commons

Una de las decisiones importantes que tuvo que tomar tiene que ver con el problema del nombre del protagonista, Odiseo. Odysseus deriva del verbo griego ὀδύσσομαι (odýssomai) que significa odiar. Odiseo significa por tanto el que es odiado (por sus enemigos), que en la obra de Homero se justifica por la envidia que le tienen gracias a su prodigiosa mente.

Andrónico se vio obligado a traducir el nombre y, no encontrando un término romano que pudiera siquiera acercarse al significado del griego, optó por Ulises (Vlixes en la traducción latina original de Andrónico), que significa herido en una cadera. Un epíteto que hace referencia a una herida que Odiseo sufrió en el muslo durante una cacería de jabalíes en los bosques de Castalia. El nombre se popularizaría a partir de ahí, hasta el punto de que Ulises es como se conoce a Odiseo en todas las lenguas romances derivadas del latín.

Estatua de Ulises en Versalles | foto Coyau en Wikimedia Commons

Andrónico también introdujo algunos cambios para adaptar la obra al gusto romano. Infló los efectos patéticos y dramáticos, manteniéndose fiel a la estructura y el contenido del texto de Homero, y reorganizó su forma haciendo una traducción artística.

Su gran mérito es haber hecho una verdadera creación desde cero de la traducción como obra literaria (de hecho se le considera el inventor de la traducción como arte). Y ello pese a que no disponía de ninguna tradición épica romana en la que basar la lengua de su traducción. Su única inspiración fueron los anales conservados por los pontífices, y los cantos religiosos arcaicos.

La traducción de la Odisea aportó una mitología completamente nueva al pueblo romano que no sabía griego y por tanto no podía leer a Homero en su lengua original. Ello provocó el progresivo abandono de gran parte de la mitología autóctona romana, y contribuyó al proceso de identificación del panteón romano con el griego.


Fuentes

Encyclopaedia Britannica | Peter Hunt, Ancient Greek and Roman Slavery | M. von Albrecht, Roman Epic: An Interpretative Introduction | Anthony J. Boyle, Roman Tragedy | Gian Biagio Conte, Latin Literature: A History | Livio Andrónico, Odusia (texto en latín) | Wikipedia


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