Uno de los conjuntos documentales más curiosos que se conservan de la antigua China es el que se conoce como Sutras de Jesús.

Se trata de unos manuscritos, datados entre los siglos VII y XI, que se encontraron en una gruta y que tienen un extraordinario valor, no tanto por su edad -los hay más antiguos en la India- como por constituir un testimonio excepcional de la llegada del cristianismo al país.

Antes de pasar a explicar el asunto, conviene aclarar que no se trata de sutras en el sentido estricto del término. Sutra es una palabra sánscrita para referirse a un tipo de aforismo o refrán con el que se contaban la filosofía hindú y, posteriormente, también la budista; de hecho, su traducción exacta sería algo así como «hilo vinculante», dado que las ideas se sucedían cosidas unas a otras mediante los sutras. Ahora bien, los Sutras de Jesús no son tales sino que así los llamaron erróneamente autores occidentales modernos. El nombre más adecuado sería jing, que es como se denomina a los libros clásicos y religiosos en chino, sean nacionales o extranjeros.

El emperador Gaozong/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Pero, dado que el nombre ha perdurado, sigamos con los Sutras de Jesús. Su origen está estrechamente relacionado con la llegada a Asia del obispo sirio Alopen. En el año 635, se convirtió en el primer monje cristiano en pisar China, llevando la palabra de Dios. Por entonces gobernaba la dinastía Tang, sucesora de la Sui y considerada la del máximo esplendor de esa civilización en todos los sentidos, desde el político al económico pasando por el cultural. En tal contexto, Alopen llegó a Chang’an, la capital, donde le recibió el emperador Taizong pensando que era un emisario de Da Qin, es decir, el Imperio Romano, llamado así porque los chinos pensaban que la dinastía Qin era la fundadora de Roma.

Puesto que TaiZong era bastante tolerante, permitió a Alopen fundar la llamada Iglesia Oriental, un centro cristiano nestoriano. El nestorianismo era una doctrina religiosa creada por Nestorio, obispo de Constantinopla en el siglo , apoyándose en la escuela teológica de Antioquía, según la cual Cristo estaba formado por dos naturalezas totalmente diferentes al mismo tiempo, la divina y la humana. En el año 431, el Concilio de Éfeso determinó dar la razón a su oponente, Cirilo de Alejandría (quien abogaba por la unidad de ambas personas), así que depuso a Nestorio y declaró heréticas sus ideas, destruyendo sus obras.

Aún así, la doctrina se difundió por Oriente Medio y arraigó, especialmente en el Imperio Sasánida y sobre todo entre los Lájmidas, dinastía de los dirigentes mesopotámicos que la adoptaron al convertirse al cristianismo. Eso sí, en otros lugares de esa región se impuso el monofisismo, que decía que en Jesús sólo había naturaleza divina; o sea, se dio un enfrentamiento de monofisitas frente a difisitas que continuó los ya tradicionales en el seno del cristianismo, facilitando la expansión del Islam. Así, aunque los musulmanes respetaron a los cristianos y de ellos adoptaron la filosofía clásica, en la primera mitad del siglo VII la iglesia persa estaba en franco retroceso y temiendo que la expansión islámica continuase hacia Asia se decidió enviar misiones para cristianizar el continente antes.

La Estela Nestoriana de Xi’an/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

De esta forma llegó Alopen a China, donde empezó a dirigir la traducción de textos sagrados a la lengua local con el beneplácito del emperador, que era un erudito y se convirtió en mecenas de aquella labor. Tres años después ya estaba lista una primera promoción de veintiún sacerdotes, presumiblemente procedentes también de Siria, para ocuparse de las parroquias fundadas, siendo Alopen su obispo. Gaozong, el hijo de Taizong, continuó la política de su padre en ese sentido y esa tónica siguió con altibajos hasta el final de la dinastía, en el siglo X, cuando las persecuciones contra las religiones extranjeras (incluyendo al maniqueísmo y al Islam) llevaron a su desaparición de territorio chino.

El nestorianismo volvería en el siglo XIII, reintroducido por algunas tribus mongolas, y se quedó un tiempo, tal como acreditó el viajero Rubruquis, si bien terminó chocando radicalmente con la mentalidad conquistadora que se asentó en ese pueblo desde Gengis Khan; la difusión del budismo le dio el golpe de gracia. El cristianismo quedó ausente de China hasta que en el siglo XVII desembarcaron allí los misioneros jesuitas, sólo que ya no predicaban la versión de Nestorio sino la católica.

De aquella primera etapa feliz de Alopen quedan los Sutras de Jesús, en los que se aprecia cierto eclecticismo entre la fe de Cristo, el budismo y el taoísmo. Se encontraron en la Cuevas de Mogao, un conjunto de casi medio millar de templos alojados en grutas en pleno desierto de Gobi, pero cerca de la ciudad de Dunhuang, que empezaron a ser excavados en 1907 por el arqueólogo británico Aurel Stein, ayudado por el monje taoísta Wang Yuanlu y el sinólogo francés Paul Pelliot. El lugar mismo es espléndido y fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 198, pero además se sacaron miles de documentos; en su mayor parte eran colecciones de sutras -estos sí- y por eso los nestorianos se incluyeron también en esa categoría.

La Pagoda Daqin/Foto: J. Coster en Wikimedia Commons

Sin embargo, no se trata del único testimonio de aquella primigenia rama cristiana en China. Otro igualmente interesante es la Estela Nestoriana de Xi’an, una lápida de caliza de 2,70 metros de altura inscrita epigráficamente en chino y siríaco en el año 781 y que sintetiza siglo y medio de historia de la fe de Cristo en el país oriental, incluyendo la llegada de Alopen y su recibimiento por Tai Zong. La pieza fue descubierta en 1625 por el jesuita Mateo Ricci y traducida pocos años después; había sido enterrada en el año 845 para ocultarla de alguna persecución. Se conserva en el Museo de Berlín.

Por último, se cree que la Pagoda Daqin, situada en Chang’an, es lo que queda de lo que sería la iglesia cristiana más antigua de China. Habría formado parte de un monasterio construido por Alopen y los suyos en el año 640, siendo abandonado durante la misma persecución que llevó a enterrar la Estela de Xi’an y reocupado por monjes budistas en el siglo XIV, hasta que un terremoto obligó a dejarlo definitivamente en 1550. Su interior está decorado con frescos de temas bíblicos.


Fuentes

Los Sutras de Jesús (Martin Palmer)/El Jesús tántrico (Robert H. Stucky)/The story of a stele. China’s nestorian monument and its reception in the West, 1625-1916 (Michael Keevak)/<em>A new history of Christianity in China (Daniel H. Bays)/China and Christianity. Burdened past, hopeful future (Stephen Uhalley y Xiaoxin Wu, ed)/Wikipedia


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