Es relativamente frecuente encontrar artículos referentes a los rasgos occidentales -piel blanca, cabello rubio o pelirrojo, ojos claros- que presentan algunas gentes en determinadas regiones de Asia. Lo habitual es explicarlo recurriendo a tópicos tan atractivos como inciertos, identificándolas con descendientes del ejército de Alejandro Magno o de alguna legión romana perdida. Lo cierto es que hay una explicación más probable y lógica: sus ancestros fueron los tocarios, un pueblo de lengua indoeuropea que habitaba la región china de Sinkiang, desde donde fue emigrando a las regiones meridionales de su entorno.

Aunque se sabía de su existencia por fuentes chinas, miles de documentos con fecha entre los siglos V y XIII d.C., fueron los arqueólogos modernos los que, desde finales del siglo XIX, demostraron su existencia. En concreto, el sueco Sven Hedin y el austro-húngaro Aurel Stein, entre otros, que excavando en la cuenca del río Tarim, en la mencionada Sinkiang, encontraron un conjunto de momias que consideraron antepasadas de la civilización tocaria. Su datación indica una edad de cuatro milenios las más antiguas por uno las más recientes.

En 2021 se llevó a cabo la secuenciación genómica de las momias y el resultado fue que aquellos individuos no procedían de occidente sino que descendían de una antigua población asiática de la Edad del Hielo, constituyendo una población aislada genéticamente. Aun así, no hay unanimidad al respecto, pues algunos investigadores opinan que, al igual que los asentamientos de la cuenca del Turpán, los del Tarim eran pueblos relacionados con las estepas siberianas, con las culturas Afanásevo y Andrónovo, con las que tienen semejanzas materiales y lingüísticas.

Una de las momias del Tarim, apodada la Bella de Loulan/Imagen: 漫漫长冬 en Wikimedia Commons

Las momias del Tarim serían, pues, de individuos paleoeuropeos a partir de los cuales evolucionaron los tocarios. Cabe aclarar, no obstante, que este término no es correcto pese a estar ya arraigado su uso, puesto que procede del griego Tókharoi, en alusión de Estrabón y Ptolomeo a un pueblo de Bactriana con el que se confundió a menudo desde que hordas mongolas los empujasen hacia allí en el siglo I a.C. Los árabes usaban el término tocario para referirse a la etnia irania del norte de la India fundadora del imperio Kushán (quizá la que los chinos conocían como yuechi, que hablaban la lengua tocaria).

En algunas fuentes, los chinos llamaban wusun a los tocarios, a los que Heródoto agrupaba con los isedones junto a masagetas y sakas. Sin embargo, en otras usan la palabra quanrong (perros, bárbaros) y los describen como pastores y jinetes guerreros adoradores de una divinidad solar, simbolizada en el uso del color blanco, que organizaban festines rituales vinculados a la búsqueda de la eterna juventud o la inmortalidad.

¿Como se autodenominaban entonces los tocarios? Como gentilicio general empleaban kushiññe y algunos arcia y serás, pero luego depende, al parecer y según los textos sáncritos, de la ciudad-estado predominante en cada período: Agni o Agniya, Kucha o Kuchiya, Krorän… Los reyes se daban a sí mismos el título de Ñäktemts soy (Hijo de Dios), equivalente al Devaputra de los kushan (que es como se conocía a un pueblo que invadió la India y con quienes se les identificó también).

Las emigraciones indoeuropeas/Imagen: koba-chan en Wikimedia Commons Crédito: DEMIS Mapserver / Wikimedia Commons

Sí está claro que el núcleo territorial era la citada cuenca del Tarim, en Sinkiang, desde el siglo X a.C.; una zona esteparia con oasis que jalonaban la Ruta de la Seda en los que crecían otras ciudades aparte de las mencionadas, caso de Turpán, Hami o Kashgar, por ejemplo. Es decir, no se trataba de un estado unificado. Ahora bien, los conocimientos que hay sobre ellos son escasos debido a la limitación de fuentes documentales propias. Se conservan algunas escritas y pictóricas, pero no hay nada parecido a una crónica histórica, siendo la mayoría textos religiosos y algún poema amoroso.

Probablemente eran tribus afanásevas, relacionadas con los yamnas y hablantes de un idioma prototocario, que fueron estableciéndose en el Tarim mientras otros grupos se movían hacia el oeste. La característica orografía -el desierto de Taklamakán rodeado por montañas con los reseñados oasis- les habría dejado culturalmente aislados, aunque el análisis de ADN de las momias revela que los linajes maternos eran una mezcla de tipos de Eurasia nororiental y noroccidental, mientras que los paternos eran del tipo de Eurasia occidental. La lana usada en sus tapices procedía de Europa y el uso de decoración en tartán llevó al error de relacionarlos con la cultura Hallstatt (celta).

La depresión del río Tarim y el desierto del Taklamakán con los principales asentamientos y variedades del idioma tocario/Imagen: User Yug en Wikimedia Commons

Originalmente eran pastores nómadas que al sedentarizarse gracias a las posibilidades que ofrecía el paisaje del Tarim -los oasis- se desarrollaron urbanísticamente. Pero no fue un movimiento único sino por oleadas; en algunas de ellas llegaron los que los chinos conocen como wusun y yuechi, de habla irania en principio (no hay consenso sobre si los yuechi hablaban tocario). En el primer milenio antes de Cristo hubo otra oleada desde el oeste, la de los saka, que aportó nuevas palabras iranias al tocario.

El Libro de Han enumera treinta y seis ciudades-estado en la cuenca del Tarim en el siglo II a.C., siendo la más grande Kucha con ochenta y un mil habitantes. Al parecer eran étnicamente homogéneas, lo que no cambió hasta que fueron eclipsadas por nómadas desde el norte y chinos desde el este. Procuraban mantenerse independientes, si bien sabían adaptarse a las circunstancias y convertirse en tributarias. En el 177 a.C. los mongoles xiongnu empujaron a muchos yuechi hacia Bactriana e incorporaron el Tarim a sus dominios.

Los chinos acudieron a cerrar el paso a los xiongnu y los tocarios quedaron en medio de aquella guerra durante cientos de años, intentando no alinearse ni cuando el embajador Zhang Qian trató de convencerlos. Puede que aceptaran porque en el 125 a.C. gozaban otra vez de prosperidad, a la par que los tocarios de Bactriana acometían la conquista de la India septentrional, fundando el Imperio Kushán, y adoptaban las costumbres griegas, alfabeto incluido. Un siglo más tarde, China era la dueña de la cuenca del Tarim a despecho de los tocarios, que incluso se aliaron con los xiongnu en vano.

Emigraciones tocarias/Imagen: Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

Fue entonces cuando, favorecido por la Ruta de la Seda, el budismo se propagó por Asia Central y muchos de sus pueblos lo adoptaron, incluyendo al tocario, que se decantó por la escuela Sarvāstivāda. Se trató de un cambio lento, progresivo y sincrético que duró siglos y, entretanto, los Han se retiraron hacia el año 150 d.C., cediendo ante el Imperio Kushan. Pero en los siglos IV y V el clima experimentó un cambio, volviéndose más seco y provocando el abandono de varias ciudades. Esto lo aprovecharon los rouran (nómadas eurasiáticos que hoy se identifican con los ávaros) para adueñarse del norte del Tarim, aunque permitieron a los líderes locales mantener la autoridad.

A finales del siglo V fueron los heftalitas o hunos blancos quienes ocuparon la cuenca venciendo a los rouran y dejando una importante influencia cultural. En el 560 el dominio heftalita cedió ante una coalición entre el primer Jaganato Turco y el Imperio Sasánida, pero nada de eso supuso un cambio sustancial para los tocarios, que siguieron ejerciendo como vasallos y continuarían en esa línea en el 618, cuando cambiaron de amo una vez más, esta vez sometidos a la dinastía china Tang tras una embajada enviada por el rey tocario Suvarpushpa de Kucha. A ese período corresponde una de las descripciones más concretas de los tocarios, escrita por el monje chino Xuanzang en el año 630.

Caballeros y monjes tocarios en pinturas de las cuevas de Kizil | foto Albert von Le Coq en Wikimedia Commons

Suvarnadeva, hijo y sucesor de Suvarpushpa, prefirió aliarse con los turcos azules (nómadas del Jaganato Köktürk), aunque manteniendo las relaciones diplomáticas con los chinos. Fue el siguiente en el trono, su hermano Harí Pushpa, el que tuvo que afrontar la ira china. En el 684 y tras una dura guerra, los tocarios resultaron derrotados, sus ciudades arrasadas y sus gentes exterminadas sin compasión, hasta el punto de que la familia gobernante de Kucha, la dinastía Bai, desaparece definitivamente de las fuentes un siglo después y con ella casi toda referencia a ese pueblo.

En el 803 la región cayó en la órbita del Janato Uigur y cuarenta años después, al invadirlos los kirguises, los uigures emigraron primero al Gansu (donde hoy viven sus descendientes) y luego al Tarim, fundando el Reino de Qocho. Se mezclaron cultural y genéticamente con los supervivientes tocarios para generar una cultura nueva, sincrética.

Muchos uigures se convirtieron al budismo o al cristianismo nestoriano y adoptaron el estilo de vida agrícola, adoptando muchas de las costumbres de los habitantes de los oasis; quizá porque eran más numerosos, a cambio, su idioma se impuso al tocario, que desapareció definitivamente en el siglo IX.


Fuentes

Gregorio Doval Huecas, Breve historia de la China milenaria | Francisco Rodríguez Adrados, Nuevos estudios de lingüística indoeuropea | Ronald I. Kim, Introduction to Tocharian | J. P. Mallory, The problem of Tocharian origins: An archeological perpective | VVAA, The genomic origins of the Bronze Ages Tarim Basin mummies | J. P. Mallory y D. Q. Adams, Encyclopedia of Indo-European Culture | Wikipedia


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