La historia de la cartografía está plagada de islas fantasma, algunas incluso llegando a sobrevivir en los mapas hasta tiempos muy recientes.

Grandes cartógrafos como Mercator las incluyeron, en ocasiones fruto de la desinformación aportada por la fuentes, en otras a propósito como un medio de rastrear posibles copias de su trabajo. Las regiones polares fueron especialmente propicias a la aparición de muchas, los últimos territorios que, a comienzos del siglo XX, todavía presentaban amplios espacios en blanco, regiones desconocidas e inexploradas, en los mapas.

Una de esas islas polares fue la isla Thompson, que se inscribe en el grupo de las consideradas como ilusiones ópticas, fruto de la refracción o del efecto Fata Morgana, un espejismo producido por la inversión de temperatura que se suele dar en las regiones polares y por el cual se reflejan imágenes de tierras que pueden llegar a estar a cientos de kilómetros. Otra, mucho más polémica, fue la Tierra de Crocker (en inglés Crocker Land).

Robert Peary / foto Dominio Público en Wikimedia
Robert Peary / foto Dominio Público en Wikimedia

Porque la historia de esta isla está relacionada con un personaje cuando menos dudoso, Robert Peary, el explorador norteamericano que durante décadas fue considerado el primero en llegar al Polo Norte. La expedición que supuestamente alcanzaría el Polo partió de Nueva York en julio de 1908 y, según el diario de Peary, alcanzaría su objetivo el 7 de abril de 1909. Pero su hazaña es hoy cuanto menos dudosa, debido a las incoherencias en mediciones y velocidades registradas.

Cuatro años antes lo había intentado sin éxito, en una expedición que se extendió entre 1905 y 1906. Fue durante ese tiempo, mientras el equipo estaba acampado en el cabo Thomas Hubbard al norte de la isla Axel Heiberg, que Peary creyó divisar a lo lejos una masa de tierra, según calculó a unos 200 kilómetros mar adentro, lo que la situaba más al norte incluso que el cabo Jesup. La llamó Tierra de Crocker en honor a George Crocker, el millonario que financiaba la expedición con 50.000 dólares. Así lo relató en su libro Nearest the Pole.

Supuesta situación de la Tierra de Crocker / foto Dominio Público en Wikimedia
Supuesta situación de la Tierra de Crocker / foto Dominio Público en Wikimedia

A su regreso Peary le escribió a Crocker dándole la buena nueva de que su nombre sería inmortal, pues se lo había puesto a la isla divisada en la lejanía, y de paso pidiendo más fondos para continuar su exploración. Pero desgraciadamente Crocker había perdido toda su fortuna en el terremoto de San Franscico del 18 de abril de 1906.

Muchos opinan que lo que Peary vió no era más que un efecto Fata Morgana. Otros piensan que simplemente se lo inventó para obtener más fondos de Crocker. Curiosamente los diarios de Peary no mencionan ningún avistamiento de tierra similar.

A pesar de todo la isla Tierra de Crocker empezó a aparecer en los mapas de la época y seguiría apareciendo durante décadas. Muchos intentaron encontrarla, como la expedición al Ártico de Donald Baxter MacMillan de 1913, que se fijó como uno de sus principales objetivos desembarcar en la Tierra de Crocker y estaba financiada en parte por el Museo Americano de Historia Natural y la Sociedad Geográfica de América. Y casi lo consigue. Bueno, no exactamente. MacMillan creyó haber encontrado la Tierra de Crocker al ver una enorme masa de tierra en el horizonte y ordenó poner rumbo hacia ella. Pero según se iban acercando la imagen se iba distorsionando cada vez más, hasta que finalmente desapareció, como el espejismo que era. La expedición fue un completo desastre, que merecería un artículo aparte, con asesinato de un guía inuit incluido y un rescate de los miembros del equipo que no llegaría hasta cuatro años después.

Ruta de la Expedición MacMillan / foto Library of Congress
Ruta de la Expedición MacMillan / foto Library of Congress

La existencia de la Tierra de Crocker continuó sin embargo siendo una posibilidad, hasta que la zona fue sobrevolada por primera vez entre el 1 de julio de 1937 y el 3 de octubre de 1938 por la Expedición Ártica MacGregor, quedando finalmente su existencia descartada para siempre.


Fuentes

Bozo Sapiens / The Arctic Mirage: Aid To Discovery / Crocker Land Expedition Collection / Wikipedia


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