Uno de los personajes más singulares de la exitosa serie televisiva Vikingos es Floki, al que interpreta el actor sueco Gustaf Skarsgård (hijo del célebre Stellan Skarsgård, que se ha hecho muy popular con películas como Mamma mía o Los Vengadores).

Floki, fiel amigo de Ragnar Lodbrok para quien construye el barco especial con que la expedición de éste consigue llegar a Inglaterra, posee una excéntrica personalidad que combinada con su firme devoción por los dioses tradicionales hace de su presencia los momentos más peculiares de la serie. La pregunta es ¿existió este personaje?

Y la respuesta, que además sería aplicable a otros compañeros suyos, es que ni sí ni no sino todo lo contrario. Los creadores de la serie han explicado alguna vez que la inspiración fue el dios Loki y, al parecer, el propio actor partió de esa idea, una divinidad encarnada, para afrontar su papel.

Efectivamente, Loki tenía una serie de características que son reconocibles en Floki, más allá de la similitud en el nombre (cuya etimología, por cierto, se ignora): gracioso, burlón, extravagante, tramposo… Solía cambiar de forma física para sus hacer sus chanzas y engañaba a sus propios compañeros suprahumanos.

La mitología nórdica plasmada en los Eddas (unas recopilaciones de leyendas islandesas en prosa, parte de las cuales compuso el famoso escaldo Snorri Sturluson) cuenta que Loki era hijo de Farbati y su esposa Laufrey, dos gigantes, y tenía dos hermanos llamados Helblindi y Býleistr.

Sin embargo no se ha encontrado rastro de su culto, por lo que muchos autores consideran que su naturaleza no era exactamente divina, al menos al mismo nivel que la de Odín (que no obstante le consideraba un hermano), Thor o Freyja, por ejemplo. Un dios menor, pues, que se casó con Angrboda, quien le dio tres hijos (Fenrir, Jörmundgander y Hela), aunque luego tuvo otros dos (Narfi y Váli) con su segunda mujer, Sigyn.

El castigo de Loki/Imagen: Apriv40dj en Wikimedia Commons

Loki cayó en desgracia al matar a Balder, vástago de Odín, resentido porque a causa de una pesadilla mortuoria de éste se había encerrado a sus hijos para prevenir que nadie le hiciera daño. Entonces huyó de la furia de los dioses y esta parte de su historia es interesante porque se refleja en la serie, humanizada, con Floki de protagonista: tras intentar asesinar a Ragnar por su condescendencia con el cristianismo, Floki escapó a los montes y da esquinazo a sus perseguidores varias veces, ocultándose bajo el agua de un río (en paralelo al mito, en que se convierte en salmón).

Finalmente fue atrapado y castigado atándosele entre dos rocas; en la mitología se usan como ligaduras los intestinos de sus hijos, pues la venganza alcanzó a toda su estirpe de una forma u otra. Más tarde, Loki conseguiría liberarse y acudir al Ragnarök, la batalla del fin del mundo, una especie de Armagedón.

De todo esto puede deducirse que el Floki de la televisión es ficticio. Ahora bien, lo cierto es que hubo un personaje histórico llamado Floki Vilgerdsson (Hrafna-Flóki Vilgerðarsson en versión islandesa) que vivió en el siglo IX y alcanzó cierta notoriedad por haber sido el primer escandinavo que alcanzó Islandia premeditadamente.

Hay una teoría que apunta a que la isla ya había sido pisada con anterioridad, en el siglo VIII (o incluso antes), parece ser que por monjes cristianos procedentes del norte de Gran Bretaña, pero como éstos se fueron al llegar los vikingos y no ha quedado registro arqueológico de su paso, hay que irse al año 874 d.C. para encontrar la primera colonia estable, dirigida por Ingólfur Arnarson.

Subrayo lo de estable porque hubo colonias previas, como la de Gardar Svavarsson, que se asentó allí temporalmente al poco de que Naddoddr, un vikingo de las islas Feroe, descubriera aquel pedazo de tierra en medio del océano en el 860 bautizándolo con el nombre de Snæland (Tierra de la Nieve). El matiz es que Nanoddr llegó por azar mientras que Floki Vilgerdsson viajó allí intencionadamente.

Su periplo lo cuenta el Landnámabók (Libro del Asentamiento o Establecimiento), un manuscrito islandés del siglo XII que es fundamental para conocer esa parte primigenia de la historia de la isla. Floki era hijo de Vilgerd Karadatter y por tanto nieto de Horda-Kåre Aslaksson, caudillo del reino noruego de Hordaland, pero se le consideraba un víkingr mikill, es decir, un inadaptado, tal cual refleja la serie, en la que vive aparte y se mantiene radicalmente fiel a la fe tradicional.

Expediciones vikingas a Islandia/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Buscando un lugar donde establecerse por su cuenta oyó hablar de nuevas tierras hacia occidente a las que llamaban Garðarshólmi, así que se embarcó junto a su mujer Gró y sus hijas Oddleifur y Þjóðgerður, zarpando de Rogaland. Tras una escala en las Islas Shetland, donde una de las niñas se ahogó por accidente, llegó a las Islas Feroe. Allí casó a su otra hija y se hizo con tres cuervos que debían ayudarle a encontrar Garðarshólmi.

Efectivamente, puesto de nuevo en camino y a la manera de Noé, una de las aves regresó a las Feroe y otra voló brevemente para posarse otra vez en el barco pero la tercera se perdió de vista en dirección noroeste y no regresó, apuntando así el rumbo a seguir.

Edición de 1688 del Lándnámabók/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Por ello, Floki se ganó el apodo de Hrafna, que significa Cuervo. No está claro en qué año fue pero por fin divisó tierra, una bahía que llamó Faxaflói y que está frente a la actual capital, Reykjavík. Floki no viajaba sólo con su familia sino con las de otros compañeros como Herjolf, Faxe y, sobre todo, Þórólfur Þorsteinsson (nieto de Grímur Kamban, primer colonizador de las Feroe), al que más tarde se conocería por el mote de Smjör (Mantequilla) en alusión a una frase con la que describía la tierra descubierta. Levantaron un poblado en Vatnsfjörður (actualmente una reserva natural cercana a Barðaströnd) y exploraron la isla.

Como su arribada coincidió con un verano expléndido, cuando llegó el durísimo rigor invernal estaban bien preparados para afrontarlo. No obstante, la primavera tardó en presentarse y entretanto aprovecharon para explorar el territorio.

Cuenta el Landnámabók que en ese lapso de tiempo Floki ascendió a la cumbre de la montaña más alta que encontró, que los expertos creen que pudo ser el Nónfell (una colina de 473 metros situada en los Fiordos del Oeste), y desde allí contempló todo el contorno, incluyendo el gran fiordo Ísafjörður, que por entonces aún conservaba su morfología glaciar y estaba lleno de hielo en movimiento. Al parecer, la visión de Ísafjörður fue lo que incitó a Floki a rebautizar la isla con el nombre de Ísland (o sea, Islandia, Tierra del Hielo).

Pese a todo, los escandinavos no quedaron muy contentos con la dureza climática de Islandia ni con el escaso provecho que le sacaban a la tierra, así que terminaron recogiendo sus cosas y regresando a Hordaland. Sus descripciones no fueron muy positivas pero el caso es que Floki volvió a hacer gala de su culo inquieto y de nuevo se echó a la mar para retornar a su isla, de la que no sólo ya no se movió más sino que terminó sus días ejerciendo de goði, una especie de sacerdote con atribuciones políticas extra.


Fuentes

Los vikingos en la historia (F. Donald Logan)/Chronicles of the Vikings. Records, Memorials and Myths (Ian Page)/The World of Vikings (Justin Pollard)/Iceland. The Bradt Travel Guide (Andrew Evans)/El evangelio según Loki (Joanne M. Harris)/The Book of Settlements. Landnámabók (en inglés).


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