¿Qué se puede hacer durante un crucero? ¿Cuál es el secreto para sacarle el máximo partido a pasar unas vacaciones en alta mar? ¿Cómo arreglárselas para que esos días a bordo de un navío resulten inolvidables en nuestra memoria?

Hacer un crucero no es como viajar normalmente. Viajar en un crucero turístico es tener un servicio en el que el viaje es tratado como una experiencia global. Desde el alojamiento, los puertos visitados, las visitas en tierra a la atención a bordo son puntos tenidos en cuenta y con un mismo nivel de excelencia para el pasajero.

La ventaja y la gracia del asunto están en que te llevas el hotel contigo, lo que te permite disfrutar de una experiencia tan emocionante e intensa como navegar, antaño reservada sólo a los privilegiados que pudieran pagarse un caro pasaje pero que hoy se ha democratizado hasta convertirse casi en una modalidad vacacional bastante asequible.

Durante el día visitas el destino o, si se trata de una jornada de traslado, simplemente surcas las olas mientras te entretienes con la extensa y variada oferta de ocio a bordo. Por ejemplo, bañarte en alguna de sus piscinas, aprovechar el spa, o hacer algún deporte de aventura. Mientras, tus hijos estarán perfectamente entretenidos bajo la supervisión de un equipo de monitores especializados.

Asimismo, llegada la hora de comer podrás elegir entre una amplia serie de buffets y restaurantes temáticos, con platos de gastronomías internacionales señaladas. Eso vale también para la cena, a menudo amenizada con baile o fiesta, pudiendo seguir la juerga después en la discoteca o asistiendo a algún espectáculo.

Luego puedes rematar el día en el camarote, donde no echarás de menos la comodidad de cualquier habitación normal de hotel. Durante la noche, el barco se moverá de un puerto a otro (salvo donde tenga programado quedarse más de una jornada) para que a la mañana siguiente te levantes, desayunes y puedas desembarcar para ver un nuevo destino. Un sistema muy versátil que lo mismo sirve para viajar en un crucero en el Mediterráneo que por el Caribe o el norte de Europa, entre otros.

Pero esto sólo es una síntesis muy básica de ese mundo de posibilidades que te espera en la cubierta o en los puentes del buque. Normalmente hay museos, tiendas, bares, galerías de arte, actividades de ocio, biblioteca, gimnasio y muchas cosas más ¡Es imposible aburrirse! Y los navíos son tan grandes que, salvo momentos excepcionales de muy mal tiempo, no se nota el movimiento, por lo que es improbable el mareo. Fuera miedos.

Además, los modernos barcos cuentan con todas las medidas de accesibilidad para que todo el mundo se sienta cómodo. Permiten el embarque de perros guía, ofrecen dispositivos Silent Call para personas con discapacidad auditiva, existen espacios para sillas de ruedas en restaurantes y espectáculos, etc.

Los cruceros están disponibles durante todo el año, desde enero a diciembre. Con una de las empresas punteras del sector, Costa Cruceros, se puede por ejemplo partir en crucero desde Barcelona, y navegar entre 4 y 15 días visitando algunos de los lugares más emblemáticos de todo el Mediterráneo, como las islas de Ibiza o Santorini, las ciudades de Roma, Venecia, Estambul y Atenas, y llegar hasta el pueblo de piedra de Haifa. Hay itinerarios y precios para todos los gustos.

En estos tiempos incluso se han implementado medidas para garantizar la seguridad y la salud de todos los pasajeros. Se ha reducido el número de viajeros para ofrecer más espacio personal, se han remodelado áreas comunes y espacios de ocio, y se atiende personalmente a cada viajero desde el momento que accede al barco.


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