Si se es de los que disfrutan a tope la experiencia de hacer un crucero y además se tiene la suerte de poder tener vacaciones en la época del año que venga mejor, seguramente se habrá valorado la posibilidad de embarcarse en fechas poco habituales por unos precios ostensiblemente menores que los que se ofertan en temporada alta. Pero si además se reserva en un crucero de reposicionamiento (o posicionamiento, a secas), entonces el viaje saldrá aún por menos dinero. Veamos en qué consiste.
Cuando llega el otoño a una zona, la naviera que opera estacionalmente en ella, salvo que ofrezca a sus clientes precisamente ese tipo de rutas (como pasa, por ejemplo, con algunas nórdicas de invierno), redestina sus barcos a otra donde empieza el verano. Es lo que suele pasar en el Mediterráneo, donde durante los meses de noviembre y diciembre navegan muchos menos barcos ¿Por qué? Porque buena parte de la oferta de ocio a bordo -o incluso las excursiones- se basa en el buen tiempo y la mayoría de los pasajeros potenciales vinculan el hacer un crucero con sus vacaciones estivales. En consecuencia, los buques no se llenarían y no resultaría rentable organizar singladuras.
Las compañías lo solucionan enviándolos a bases en lugares cálidos, ya sean del Caribe, ya del verano austral, por citar dos clásicos. Ahora bien, para ello han de atravesar el Atlántico y ahí es donde aparece una ocasión única: es absurdo hacer ese trayecto vacío si seguro que hay gente que desea y puede navegar en esas fechas. Consecuentemente, se comercializan pasajes para ese traslado de las naves a otro continente con tarifas mucho más baratas de lo habitual. Son los cruceros de reposicionamiento, que a menudo se anuncian como cruceros transatlánticos y transpacíficos.
Es posible que haya gente que no los vea especialmente atractivos, dado que por sus singulares características se pasarán la mayor parte del tiempo en alta mar y tocarán tierra pocas veces, dependiendo del destino final: si es Recife, pongamos por caso, se harán escalas en Canarias, Madeira o Cabo Verde; si es Buenos Aires, antes habrá parada en algunas ciudades de Brasil como Salvador de Bahía o Río de Janeiro, etc.
Ahora bien, hay otra forma de verlo. Algunos aficionados, sobre todo veteranos, lo consideran una forma de disfrutar plenamente, no sólo de la experiencia marítima sino también del barco mismo (ocio, gastronomía,…) y en un ambiente más tranquilo, sin masificaciones ni los febriles horarios de bajada tierra/retorno a bordo que conllevan las excursiones frecuentes. Y -esto es importante- con descuentos que oscilan entre un 30% y un 70%. Tentador, especialmente para quien tenga ganas de probar con una compañía de lujo.
Incluso pueden encontrarse ventajas adicionales. Cruzar el charco en un crucero de posicionamiento puede salir más barato que en avión y si bien es cierto que llevará un tiempo superior -de hecho, estos cruceros suelen durar más que los otros, entre diez días y un mes, dada la distancia a recorrer-, también lo es que si se dispone de tiempo y ganas de relax resultan inmejorables. Y encima se ahorra uno el jet lag; al menos en la ida (al respecto, cabe añadir que las compañías pueden incluir un vuelo de vuelta en el precio final).
Ahora bien, no todos los cruceros de reposicionamiento atraviesan el océano. Los hay que bajan desde la parte septentrional de América del Norte (Alaska, Canadá, EEUU) a la del Centro, por ejemplo. Eso genera la oportunidad de visitar un litoral entero -aquí sí se hace alguna escala más- y encima muy variado. Algunos barcos trazan un rumbo semicircular para visitar Hawai y otros pasan del Pacífico al Atlántico por el Canal de Panamá; terminada la temporada, repetirán en dirección contraria. Y no todo se reduce a los continentes europeo y americano, pues también están los que viajan desde éstos a Oriente Medio, Asia, Oceanía y África.
Hay algunos inconvenientes. Por ejemplo, la oferta es limitada respecto al crucero clásico porque no hay tantos barcos para elegir, ya que algunos se mantienen todo el año en una región y los que sí se trasladan lo hacen operando un único viaje (o dos, sin contamos el regreso). Asimismo, navegar por un océano abierto y tantos días implica encontrarse probablemente con aguas más agitadas y puede que con algún temporal, algo que resulta incómodo aunque el capitán procure esquivarlo y que se lleva peor cuanto más pequeño sea el buque.
No obstante, la oferta está ahí y el éxito que tiene demuestra que es un acierto porque ya se trata de una variante plenamente asentada. Atentos a los anuncios, ahora que llega la primavera y, con ella, el momento de que los barcos regresen. En el blog de crucerosplus.com se podrá consultar todo lo relativo a compañías, naves y destinos, así como consejos y ofertas de última hora, de ésas que no se pueden dejar escapar.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.