La historia de cómo Alemania invadió Francia, Bélgica y Holanda en una operación que se inició el 10 de mayo de 1940 es bien conocida. Pero quizá no lo es tanto que los franceses lanzaron una invasión contra Alemania en septiembre de 1939, lo que convierte a esta operación en la primera del frente occidental durante la Segunda Guerra Mundial.

El ataque francés, que fue breve e ineficaz, tenía como objetivo ayudar a Polonia abriendo un segundo frente. Pero se saldó con una vergonzosa derrota y un avance de lo que vendría después.

La razón de esta acción hay que buscarla en el tratado militar firmado por Francia y Polonia en 1921, que comprometía a ambos países a apoyarse mutuamente en caso de una agresión por parte de Alemania. Sería en virtud de este acuerdo por el que, dos días después de la invasión alemana de Polonia el 1 de septiembre de 1939, Francia declaró la guerra a Alemania.

La declaración de guerra, al igual que la inglesa producida el mismo día, no dejaba de ser un acto simbólico, dada la distancia que los separaba de Polonia, y la imposibilidad de ofrecer ayuda militar directa. Pero había una opción, abrir un segundo frente que obligase a los nazis a retirar fuerzas del ataque a Polonia. Aun cuando la operación fallase en este objetivo, por lo menos daría cierta ventaja a Francia en la guerra que ya se veía inevitable.

Soldados franceses en el pueblo alemán de Lauterbach / foto dominio público en Wikimedia Commons

Así se orquestó la Ofensiva del Sarre, la invasión de este territorio alemán que Francia lanzó el 7 de septiembre de 1939 con una pequeña fuerza a la que luego seguiría una invasión a gran escala. Entre el 7 y el 12 de septiembre los franceses debían enviar 40 divisiones con 4.700 piezas de artillería y 2.400 vehículos blindados. Las defensas alemanas en la zona constaban de solo 22 divisiones y menos de 100 piezas de artillería.

Para sorpresa de los franceses pronto lograron penetrar hasta 8 kilómetros en territorio alemán, porque éstos habían dado orden de evacuar, retirándose a la Línea Sigfrido, pero dejando el territorio plagado de minas, algo para lo que los soldados franceses no estaban equipados.

Pronto logran ocupar hasta 20 aldeas, con muy poco valor estratégico, en un frente de hasta 32 kilómetros de largo, pero quedan detenidos frente a la ciudad de Saarbrücken. El problema era que el sistema de movilización francés estaba anticuado, basado en estrategias de la Primera Guerra Mundial, pesado y costoso.

La ofensiva del Sarre / foto Arderiu en Wikimedia Commons

Al llegar a las defensas alemanas de la Línea Sigfrido descubrieron la eficacia de éstas y la propia ineficacia de las desfasadas armas que habían llevado consigo. Para poder responder a la artillería alemana debieron situarse dentro de su alcance de fuego, pero los proyectiles franceses apenas podían hacer mella en los búnqueres nazis.

El 12 de septiembre el alto mando francés ordena detener todos los ataques, pero mantenerse a menos de un kilómetros de las posiciones alemanas. A los polacos les comunican que la ofensiva se retrasa hasta el día 20, pero la realidad es que el grueso de las 40 divisiones que debían atacar nunca fueron enviadas.

El 17 de septiembre la invasión rusa de Polonia termina por echar por tierra todas las esperanzas y las fuerzas francesas deciden retirarse del Sarre hasta la Linea Maginot, dejando tan solo una pequeña fuerza de contención en las aldeas ocupadas.

Con Polonia definitivamente conquistada, los ejércitos alemanes se trasladan al Oeste, donde lanzan la contraofensiva del Sarre el 16 de octubre de 1939, recuperando fácilmente y sin oposición todo el territorio perdido, e incluso penetrando unos pocos kilómetros en Francia. Pero se detuvieron el 24 de octubre.

Las cosas permanecerían más o menos tranquilas durante 7 meses, hasta que el 10 de mayo de 1940 Alemania lanzaría su ataque definitivo.


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