Hace tiempo, en un artículo que publicamos aquí con el título Cuando Polonia arrebataba territorios a Checoslovaquia antes de ser invadida por Alemania en la Segunda Guerra Mundial, terminábamos el texto con una frase lapidaria: «Polonia había sembrado vientos y ahora recogía tempestades».

Pues bien, ese tormentoso momento empezó el 1 de septiembre de 1939 con la ocupación germana, pero eclosionó tres semanas después, cuando las calles de la ciudad polaca de Brest-Litovsk se convirtieron en escenario de algo insólito: un significativo desfile mixto de tropas alemanas y soviéticas.

El gobierno polaco se había pasado décadas intentando convertirse en una gran potencia europea aglutinando en torno suyo a los países del centro y este continental en una coalición que denominaba Międzymorze. Fundamentaba esa política en una serie de reclamaciones territoriales sobre Silesia Cieszyński, Orawa y Spisz, regiones fronterizas cuyo componente étnico era muy variado, estando su parte septentrional -Podhale- muy vinculada cultural y lingüísticamente con Polonia.

Extensión de la Silesia histórica/Imagen: Lammes en Wikimedia Commons

El problema estaba en que esas zonas formaban parte de Checoslovaquia desde el final de la Primera Guerra Mundial y no iba a renunciar a ellas porque eran ricas en minería e industria. Por eso también Hungría las reclamaba. Los problemas que ello derivó, con escaramuzas militares, se intentaron solucionar entre 1919 y 1925 mediante negociaciones que dividieron el territorio, dejando una parte para los checos y otra para Polonia. Esas fronteras se mantienen en la actualidad.

Todo cambió cuando la Alemania nazi se anexionó los Sudetes en 1938 y el gobierno polaco, temiendo perder su pedazo de pastel checo, también intervino en Silesia. A Hitler le venía bien repartir responsabilidades, así que no sólo no lo impidió sino que admitió que Polonia se llevara todavía más y que Hungría se quedara con la Rutenia Transcarpática. Para complicar las cosas, los eslovacos se independizaron de los checos, de modo que aquel país desapareció de facto, transformándose en el Protectorado de Bohemia y Moravia.

Europa en 1939/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Ahora bien, era cuestión de tiempo que Alemania y Polonia chocasen (a pesar de que tenían un pacto de no agresión desde 1934), ya que la primera aspiraba a conectar su frontera oriental con Danzig, una ciudad germana aislada en territorio polaco. Por otra parte, el gobierno de Varsovia mantenía desde hacía mucho tiempo una muy tensa relación con la Unión Soviética por apoderarse de Ucrania que llevó a ambas a la guerra entre 1919 y 1920. Incapaces de imponerse una a la otra, firmaron un acuerdo para repartirse los territorios en disputa.

Pero, como decíamos antes, el paso de los años enturbió la cuestión. Los soviéticos siguieron reclamando sus derechos sobre los estados bálticos y Finlandia, así como a actuar en Polonia o Rumanía si se considerasen amenazados, así que Varsovia hizo un giro en su política para buscar el amparo de Francia y Reino Unido.

Stalin, que estaba decepcionado con las potencias occidentales por haber rehusado intervenir en la Guerra Civil Española y mostrarse timoratas ante Hitler, también hizo un quiebro y decidió pactar directamente con éste.

Firma del pacto Molotov-Ribbentrop/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Las conversaciones se plasmaron en el Pacto Molotov-Ribbentrop, un acuerdo de no agresión que incluía un protocolo adicional secreto por el que se comprometían a repartirse Polonia en caso de una intervención. Para los soviéticos suponía la posibilidad de recuperar y unificar territorios ucranianos y bielorrusos cedidos a los polacos tiempo atrás, además de manos libres para poner bajo su órbita a Letonia, Lituania, Estonia y Finlandia. Para los alemanes, era el salvoconducto que les abría la puerta a la invasión del país vecino.

Esa invasión empezó el 1 de septiembre de 1939 y se consumó en poco más de un mes, el 6 de octubre, tras la batalla de Kock. Los soviéticos no intervinieron al principio, dado que estaban inmersos en sus propios problemas fronterizos con Japón y además Stalin prefería esperar a que Polonia se debilitara. No fue hasta el día 17 que el Ejército Rojo cruzó la frontera, argumentando que Polonia ya no existía porque su gobierno había huido. Como la mayor parte de las fuerzas polacas estaban combatiendo a los alemanes en el oeste, apenas quedaban veinte mil hombres para contener al millón que se les vino encima.

Defensas polacas el 1 de septiembre, ante la invasión alemana; la frontera oriental quedaba expedita, prácticamente/Imagen: Wikimedia Commons

De hecho, consciente de su inferioridad, la estrategia a seguir por el alto mando fue retirarse, oponer la mínima resistencia y procurar evacuar las tropas del país para concentrarlas en la frontera rumana, esperando una ayuda francesa y británica que nunca llegó. Los soviéticos avanzaron, pues, con cierta tranquilidad y en algunos sitios hasta aplaudieron su llegada las minorías ucraniana, bielorrusa y judía. Así, los tanques del comandante Semión Krivoshéin alcanzaron la aldea de Vidomlya, donde se encontraron con la vanguardia del general alemán Heinz Guderian.

Los oficiales de ambos ejércitos confraternizaron y resolvieron seguir juntos hacia Brest-Litovsk, donde entraron el 22 de septiembre sin obstáculos porque Guderian la había tomado nueve días antes, estableciendo en ella su base de operaciones.

Los soviéticos fueron bien recibidos y el general germano les ofreció hacer un desfile conjunto por las calles. Krivoshéin lo rechazó porque sus hombres necesitaban descansar, por lo que se comprometió a enviar solamente al 4.º Batallón de la 29ª Brigada de Tanques Ligeros y una banda de música. La propuesta fue aceptada y se acordó el evento para esa tarde.

Guderian y Krivoshéin presidiendo el desfile/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

A las 16:00, previa construcción de un par de improvisados arcos triunfales, decorados con esvásticas y estrellas rojas, los soldados de ambos ejércitos recorrieron Brest-Litosvk marcando el paso, en un ambiente de cordialidad mutua. Cabe señalar que, en sus memorias, Krivoshéin, dice que no quiso que sus soldados desfilaran junto a los alemanes porque el cansancio que acumulaban los hubiera hecho presentar un aspecto peor que el de los teutones, razón por la que los desfiles no fueron conjuntos sino cada uno por su lado.

También es curioso añadir que, cuatro años después, Krivoshéin sería uno de los protagonistas de la victoriosa batalla de Kursk, en la que los blindados soviéticos derrotaron a los alemanes.

Después del acto, Guderian ordenó abandonar la ciudad porque había recibido de Berlín la indicación de que la frontera entre Alemania y la URSS en territorio polaco se situaría en el río Bug, que quedaba detrás de sus líneas. El de Brest-Litovsk no fue el único episodio de ese tipo, habiendo noticias de otros celebrados en localidades como la polaca Bialystok, la ucraniana Lwow o las bielorrusas Grodno y Pinsk (Bielorrusia). Sin embargo, en muchos casos no se trató de desfiles de ambos ejércitos sino únicamente de las tropas alemanas marchando ante oficiales soviéticos al volver a su zona de demarcación.

Otro momento del desfile/Imagen: Bundesarchiv, Bild, en Wikimedia Commons

La agresión a Polonia fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Reino Unido y Francia, que declararon la guerra a Alemania. Evidentemente, no contaron para ello con el apoyo de Stalin pero, de todas formas, aquella situación no duraría mucho. Dos años más tarde, el 22 de junio de 1941, Hitler inició la Operación Barbarroja, la invasión de la URSS.


Fuentes

Blitzkrieg unleashed. The German invasion of Poland, 1939 (Richard Hargreaves)/Poland 1939. The birth of Blitzkrieg (Steven J. Zaloga)/Poland betrayed. The Nazi-Soviet invasions of 1939 (David G. Williamson)/Protocolo adicional secreto del Tratado de no agresión entre Alemania y la unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Lillian Goldman Law Library, Yale Law School)/Acuerdo sobre la entrega de la ciudad de Brest-Litovsk y otras acciones de las tropas rusas (Bundesarchiv)/La guerra del mundo. Los conflictos del siglo XX y el declive de Occidente (Niall Ferguson)/Wikipedia


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