Después de los primeros actos del Domingo de Ramos, entramos de lleno en la Semana Santa, cuyos días álgidos, Jueves y Viernes santos, este año son los próximos 17 y 18 de abril. Cuando enciendan la tele volverán a ver las mismas imágenes que una y mil veces pasan los informativos sobre las procesiones de Sevilla, pero lo cierto es que, si bien es cierto que con elementos comunes, estas fechas se celebran por toda España con una gran variedad de fastos. Cosas de la riqueza multicultural del país.
Vale que Sevilla constituye una especie de referencia, con esa Carrera Oficial o itinerario obligatorio que deben hacer las aproximadamente setenta cofradías y hermandades por riguroso turno, con un centenar de pasos y abriéndose paso entre las bullas (aglomeraciones), silenciosas aunque con ocasionales estallidos de fervor: gritos, saetas improvisadas, etc. La Madrugá, que tiene lugar la noche del jueves, quizá sea el momento más emotivo.
Imposible citar a la capital andaluza sin mencionar también Málaga, donde la fiesta se remonta a la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos. La Pasión malagueña se caracteriza por un tono más alegre que el sevillano, haciendo honor a su apodo de Cantaora. Al igual que en el caso anterior, hay una jerga específica en la que los pasos trocan su nombre por el de tronos.
También tiene renombre la Semana Santa castellana, que se vive de forma diferente a la de Andalucía: la devoción es la misma, quizá, pero manifestada con mayor sobriedad, casi austeridad, y algunos eventos concretos que concentran especialmente el interés. Seguramente Valladolid y Zamora sean los sitios más destacados gracias a la extraordinaria colección de imágenes talladas que componen la imaginería religiosa, con obras de artistas como Gregorio Fernández Montañés o Juan de Juni cedidas por el Museo Nacional de Escultura, que tiene su sede en la primera y obliga a que algunos pasos sean sobre ruedas para proteger las estatuas.
Además, en la localidad zamorana de Bercianos de Aliste el gran momento llega el viernes, con el Descendimiento y el Santo Entierro a cargo de una comitiva ataviada con capas y la posterior procesión nocturna de la Soledad. La talla de Cristo está articulada, algo que le permite cierto movimiento.
En rincones tan distantes como Valverde de la Vera (Cáceres) y San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) se celebran impresionantes ritos de aire similar. En el pueblo extremeño los Empalaos, penitentes que son atados a un travesaño de madera con el que cargan durante un Vía Crucis, descalzos, con corona de espinas y el rostro tapado por un velo. En el riojano, los Picaos, procesión de disciplinantes encapuchados que se autoflagelan rítmicamente.
Hacer retumbar tambores de forma masiva durante horas y horas es otra forma de vivir estos días en las llamadas Tamborradas de Tobarra y Hellín (Albacete), las de Mula y Moratalla (Murcia), Baena (Córdoba) o la Rompida de Calanda (Teruel). En otros sitios sustituyen el estruendo por el Sermón de las Siete Palabras, como ocurre en Corella (Navarra) o en Valladolid. O el ruido viene de caballos y carros, como en los Desfiles Bíblicos Pasionales de Lorca (Murcia), donde se hace una especie de espectacular recreación de la época romana en medio de la rivalidad entre las cofradías Blanca y Azul.
Cuando llega la Pascua de Resurrección, con el triunfo de Cristo sobre la muerte, cambia el tono de la Semana Santa y se vuelve más alegre. Primero se produce el castigo a judas por su traición (linchar un muñeco de trapo). Luego llega la Bajada del Ángel anunciando la buena nueva, algo que presenta un desarrollo similar en lugares como Tudela (Navarra), Aranda de Duero (Burgos) y Peñafiel (Valladolid): un niño disfrazado es bajado colgado de una cuerda, como si volara, para quitarle el velo de luto a la Virgen. A continuación vienen los encuentros entre Jesús y su madre, con los costaleros inclinando los pasos para que puedan «abrazarse», como en Coria del Río (Sevilla) o Villanueva de la Serena (Badajoz).
También es recurrente la preparación de delicias gastronómicas típicas de estas fechas: potaje de Vigilia, buñuelos, torrijas, pestiños, hornazos, monas de Pascua… Los huevos también se consumen pero en Pola de Siero (Asturias), por ejemplo lo tradicional es pintarlos de colores.
Foto 1: Carolus en Wikimedia
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