Una de las cosas que me sorprendió de Medellín, en la reciente visita que hice a caballo entre entre octubre y noviembre invitado por el Convention & Visitors Bureau, fue la difusión generalizada de la fiesta de Halloween, extensiva al resto de Colombia. Las calles estaban impregnadas de ese raro ambiente en el que lo terrorífico queda rebajado a mero divertimento, con calabazas malencaradas incluso en el hall del hotel, desfiles callejeros y gente disfrazada; hasta los presentadores de la televisión local nos entrevistaron ataviados de V de Vendetta y gata sexy obligándonos a un esfuerzo extra de concentración en las respuestas.

Preguntando a la gente (incluidos mis compañeros de viaje, que eran argentinos), me explicaron que, en efecto, frente a la costumbre de otros sitios de cultura hispana, como México o España misma, Halloween es una festividad muy arraigada y a la manera anglosajona, pues si bien lo de las calabazas es originario de Europa el disfrazarse no tanto. Incluso han adoptado la famosa frase del Truco o trato, de la que me dieron diferentes versiones cantadas, con letra a cual más divertida; yo me quedo con la que dice:

Triqui, triqui Halloween/
quiero dulces para mí/
y si no me los das/
quiebro el vidrio y salgo a mil.

Fiestas mitos disfraces Medellín 3

El caso es que en Medellín le han debido coger el gusto a eso de disfrazarse. Porque imagino que en Carnaval también lo hacen y porque además hay otra festividad que se basa también en ello: el Festival de Mitos, Danzas y Leyendas que se realiza cada 7 de diciembre no sólo en la ciudad sino en todo el departamento de Antioquia e incluso en otras regiones del país.

No se trata de un festejo tradicional si por tal entendemos algo centenario o milenario, ya que fue creado en 1974 por la oficina de turismo local para promocionar el lugar. Para ello recogía una serie de historias populares de tono macabro, referentes a fantasmas, aparecidos y seres siniestros, con personajes ya clásicos como la Madremonte, el Sombrerón, el Cura sin cabeza, la Dama Verde, el Judío errante, el Charamusquín, la Llorona… Supersticiones que se remontan a los tiempos coloniales, a menudo fruto del sincretismo cultural entre indígenas, españoles y esclavos africanos.

El festival sirve como preludio a la etapa navideña y su celebración coincide con el encendido oficial de la iluminación callejera. Consiste en una cabalgata nocturna de carrozas, comparsas y bandas que discurre desde el Teatro Pablo Tobón hasta los alrededores de La Alpujarra, atravesando el centro urbano, y en la que participan representaciones de todos los pueblos de la zona con figurantes disfrazados de los mitos que más abundan en ellos.

Suelen ser un total de medio centenar de grupos que actúan para las decenas de miles de personas que forman el público abarrotando las calles. La decoración de las carrozas es temática, aludiendo no sólo a los personajes mencionados sino también a otras leyendas estrechamente relacionadas con la región, de entre las que hay que resaltar muy especialmente, por su historia y su tono algo distinto, la de El Dorado.

En fin, que si se deciden a viajar a Medellín no estaría de más que añadieran al equipaje algún disfraz por aquéllo de A donde fueres haz lo que vieres.

Más información: Medellín Convention & Visitors Bureau
Fotos festival: medellin.gov.co

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