A pesar del nombre, no vamos a hablar de bisutería ni de piedras preciosas sino de arqueología precolombina. Maya, para más señas. Pero, por una vez, no ubicada en México o Guatemala sino en El Salvador, en el departamento de La Libertad, a 30 kilómetros de San Salvador: la Joya de Cerén.

Es posible que no les suene el nombre tanto como otros porque fue un descubrimiento relativamente reciente, realizado en 1976 por casualidad cuando se acondicionaba el terreno para construir unos silos de cereal. Tampoco ayudó la inestabilidad política del país, que entró en guerra civil en 1980. En cambio, a quienes sí les suene quizá sea porque en 1993 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La Joya de Cerén es lo que queda de una antigua ciudad maya que fue habitada desde el siglo V hasta el VII, en que sus pobladores la abandonaron a causa de la erupción del volcán Laguna Caldera, que se alza a sólo un kilómetro. Los edificios quedaron sepultados bajo capas y capas de ceniza preservando aquel entorno urbano para la posteridad, de ahí que al lugar se le conozca popularmente como la Pompeya de América Central.

Estructuras en La Joya de Ceren / foto Mariordo en Wikimedia Commons

Y es que, en efecto, los investigadores disponen de un auténtico filón de información para profundizar en el estudio de la vida cotidiana mesoamericana de entonces: arquitectura, cerámica, alimentación, agricultura… Hay abundancia de piezas que ilustran todos esos aspectos y sólo faltan, curiosamente, restos humanos, lo que induce a pensar que el pueblo tuvo tiempo de escapar.

La ciudad está muy bien conservada, a pesar de que la humedad ambiental y el viento degradan progresivamente el material con que se construyeron las casas, simple tierra compactada con techos de zacate (paja) sostenidos por un armazón de madera. Se ha excavado una decena de estructuras encontrándose dependencias como, cocinas, dormitorios, almacenes, temazcales (baños), cercados y terreno de cultivo anexos a los hogares. También hay edificios religiosos, palaciegos y una plaza. Incluso subsisten pinturas murales.

La Joya de Ceren / foto Mariordo en Wikimedia Commons

Ahora todo el conjunto está atechado con una cubierta que, de paso, lo protege contra los corrimientos de tierra y facilita una mejor iluminación. A la zona arqueológica se le sumaron otros equipamientos, como un Museo del Sitio, aparcamientos y una cafetería.

Las visitas son guiadas, siguiendo un sendero ajardinado y con barandillas que de vez en cuando modifica su recorrido para incorporar las nuevas zonas que se van desenterrando.

Los visitantes pueden ver la Joya de Cerén de martes a domingo entre las 9:00 y las 16:00. El itinerario dura aproximadamente una hora y cuesta un dólar a los centroamericanos, tres a los extranjeros; menores de ocho años y mayores de sesenta entran gratis.


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