Cuando llega el final de la estación de las lluvias en la India la gente sale a celebrarlo en uno de los muchos festivales que jalonan el año hindú: el Navratri.
Aunque se vive cuatro veces al año (Vasanta, Ashadha, Sharada y Magha) tiene su momento culminante entre septiembre y octubre a lo largo de 9 noches y 10 días. Semana y media que atrae a millones de personas que se acercan a los templos de todo el país, convertidos en un auténtico espectáculo de colorido, música y danza que es toda una experiencia vivir y contemplar.
Muchos occidentales se acercan a India en esas fechas gracias a la abundante oferta de vuelos baratos, y la posibilidad de disfrutar de un evento sorprendente.
Al sur de la capital india, en Kalkaji (se puede llegar en bus, taxi o incluso rickshaw), está uno de los templos donde el festival alcanza su máxima expresión: el Kalka Devi, en la Plaza de Nehru, un edificio de mármol blanco y granito levantado por el rajá Kadarnath en el siglo XVIII sobre una estructura anterior milenaria (de tiempos de los Mahabharata), obra conseguida gracias a las aportaciones de los fieles.
Está dedicado a la diosa madre de la energía, Durga, una de las 9 encarnaciones de Shakti y protagonista del período central de las fiestas. Porque los citados 9 días están divididos en períodos de 3, cada uno dedicado a una Devi, nombre con que se conoce a las cualidades de la naturaleza: Tamas (inercia, inmovilidad), Rajas (acción, pasión) y Satva (equilibrio, pureza).
Devi es la forma unificada de tres diosas diosas: Durga (la energía, representada vestida de rojo cabalgando sobre un león), Lakhsmi (la prosperidad, de oro sobre un búho) y Saraswati (la sabiduría, de blanco sobre un cisne). Ciertamente, la mitología hindú es complicada.
El Navratri es una época en la que se siembra, se preparan dulces y se estrena ropa de colores, además de las mencionadas danzas clásicas y folclóricas; luego cada región adopta sus propios fastos: gujarahs y bengalíes, por ejemplo, sumergen estatuas de la deidad en el río Ganges o, al igual que las Fallas valencianas, las quemas con espectaculares fuegos artificiales.
Los agricultores, carpinteros, herreros, alfareros, comerciantes y todo tipo de oficios decoran sus equipos, maquinaria y herramientas de trabajo. Los estudiantes visitan a sus maestros, les expresan respeto y buscan sus bendiciones. Esta tradición es particularmente fuerte en el sur de la India.
En cualquier caso, la característica alegría india rebosa por doquier, si bien algunos lo viven de forma más ascética, ayunando todo ese tiempo.
El décimo y último día, llamado Vijaya Dasami (victoria final de Durga sobre el demonio-búfalo Mahishasura) es el final de la fiesta. Muchos se marcan la cara con bermellón (sindooram) o se visten con ropas de brillante color rojo. Es un día emotivo en que se cantan canciones de despedida, se reparte dulces y regalos, y se visita a los amigos y familiares.
Para asistir a las celebraciones desde Madrid parten casi a diario vuelos baratos a India.
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