Hace unas décadas se hizo tan popular como tópica la imagen de los japoneses sacando foto a todo lo que veían para luego hacer la correspondiente réplica en su país, algo especialmente visible en los relojes. Pero de un tiempo a esta parte la industria de la copia se ha trasladado algo al este, encontrando en China su ecosistema perfecto. Buena parte de los productos falsos que se comercializan aquí tienen su origen en el país asiático, pero ya no se limitan a producir para exportar y ahora tienen mercado allí mismo.
No se si saben que hay un pueblo chino que reproduce casa por casa, piedra por piedra, un pueblecito suizo. Y algunos parques temáticos acuden sin complejos a occidente como fuente de inspiración. Pero lo que hemos visto en la prensa estos días alcanza cotas inauditas; resulta que ahora hasta los arquitectos copian. O «se inspiran». Y no se conforman con un Norman Foster, un Santiago Calatrava o un Frank Gehry. Su modelo para la vida real es el cine fantástico.
Ahí tienen el edificio de la Universidad de Xinle, situada en la provincia de Hebei. ¿No les recuerda algo? Pongan a un niño mago con gafas delante. ¿Mejor? El parecido con Hogwarts resulta evidente y así lo han terminado admitiendo sus autores, por más que insistan en que se inspiraron en los castillos medievales europeos. De hecho lo han bautizado con el nada original nombre de Cinderella Castle (Castillo de Cenicienta).
El complejo es una rara y bastante bizarra versión del estilo neogótico, quizá tamizada por la mentalidad oriental, que recuerda algo a muchos museos decimonónicos británicos (el de Historia Natural, por ejemplo) en singular combinación con el castillo de la Bella Durmiente de Disney e incluso el Big Ben del Parlamento británico:
Si me permiten decirlo, creo que la armonía brilla por su ausencia. Da la impresión de que han acumulado elementos y elementos multiplicando por mil los modelos originales. Todo es excesivo, desde el gigantismo exagerado de cada edificio a los torreones desproporcionados que brotan del tejado, pasando por una verdadera amalgama de cosas que se juntan en un totum revolutum: torres, pináculos, tejados cónicos, relojes, vidrieras, almenas, ventanas ojívales, ladrillo y piedra vista, esculturas en las fachadas…
La obra costó doscientos cuarenta millones de yuanes, que al cambio son unos treinta y dos millones de euros. Y, eso sí, el uso que se le dará a las instalaciones no tiene nada que ver con la magia: forma parte del campus de Bellas Artes que está a punto de inaugurarse, más concretamente para los estudiantes de animación.
Vía: Daily Mail
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