Lo llaman, exagerando bastante, La Biblia del Diablo. También, en esa misma línea, El Código de Satanás. Pero es comúnmente conocido como Codex Gigas (Libro Grande), una denominación más ajustada aunque, hay que reconocerlo, no tan sugestiva como las anteriores. En cualquier caso, ninguna de ellas se amolda de verdad al contenido.
Se trata, sí, de un libro. Un libro bastante antiguo y muy codiciado por coleccionistas y curiosos, cuyo interés desmedido ha terminado por rodearlo de un halo de misterio que hace recordar esos volúmenes míticos y arcanos que tiñen de romanticismo muchas historias, unos reales y otros ficticios (el Necronomicón de los cuentos de Lovecraft).
Al fin y al cabo, la leyenda cuenta que el autor fue ayudado por Satanás en persona que pidió a cambio que figurara su retrato en una página, como así ocurre (en la 290ª, aunque el pobre no sale muy favorecido).
Su principal característica estriba en el tamaño con que fue necesario dotar al volumen para registrar en él tantos conocimientos. Baste decir que pesa nada menos que 75 kilogramos y mide 92 × 50,5 × 22 centímetros.
Y es que contiene copias de montones de obras clásicas conocidas, desde la Biblia (versión Vulgata) a la Historia de los Judíos de Flavio Josefo, pasando por las Etimologías de San Isidoro o la Chronica Bohemorum. Pero también otras sin firma, como tratados médicos, crónicas de historia, compendios de magia, calendarios, etc.
Sus 624 gruesas páginas son de pergamino, ilustradas en color y dorados y, cosa rara, muy bien conservadas. Algunas iniciales ocupan una página entera, con lo cual no deberían ser consideradas miniaturas, ya que hablaríamos de letras de casi un metro.
Todo ello parece haber sido fruto del esfuerzo de un monje benedictino llamado Herman el Recluso, que empleó en ello el tiempo que estuvo encarcelado en Praga como condición para redimir su condena; lógico, si se tiene en cuenta que era a pena capital y su aplicación era el emparedamiento.
Por eso y porque debía terminar el trabajo en una noche, según la leyenda, recurrió al Diablo. Ocurrió en el siglo XIII y cuando el monasterio de Podlažice que lo custodiaba se vio en aprietos económicos, vendió el libro al cenobio cisterciense de Sedlec.
Luego fue pasando de mano en mano: el emperador Rodolfo II de Habsburgo lo sacó de la celda donde se guardaba y luego fue el general sueco Konigmark quien se lo llevó a su país como botín tras la Guerra de los Treinta Años. Hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Estocolmo.
Fuentes
Biblioteca Nacional de Estocolmo / Wikipedia
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