Desde hace siglos la península de Yucatán ha atraído a exploradores, viajeros y estudiosos por su paisaje de selva, ruinas mayas y comunidades indígenas. ¿Y hoy? Las razones para viajar a Yucatán no han hecho más que aumentar. Y si un tiempo, recorrer Yucatán era una aventura de proporciones épicas, reservada solo para los más intrépidos, hoy tienes la ventaja de que basta con buscar vuelos a Cancún para llegar en pocas horas a este territorio de leyenda.
Aquí te contamos algunas de estas historias de aventureros sin miedo.
Siglo XVI: conquista, evangelización y las primeras crónicas
Los primeros europeos llegaron a Yucatán a bordo de grandes carabelas, sin ningún mapa y con intenciones muy distintas a las de los viajeros ilustrados que vendrían siglos después. Conquistadores, frailes y emisarios de la Corona, provenientes principalmente de España, estaban movidos por la fe, el afán de dominio y la ambición de expandir los territorios bajo control de las monarquías europeas. Y, lamentablemente, la voluntad de evangelizar, explotar recursos y consolidar poder político pesó mucho más que la de conocer y entablar un diálogo con las poblaciones locales.
Así, estos viajeros, al desembarcar en aquellas tierras se encontraron con un mundo complejo y totalmente inesperado.
Entre estos primeros exploradores destaca Francisco de Montejo, “el adelantado”, que en compañía de su hijo y de su sobrino, conquistó la península de Yucatán en la primera mitad del siglo XVI, después de 20 años de guerra contra la población indígena. Su hijo, Francisco de Montejo el Mozo, dejó descripciones detalladas de sus recorridos y de los conflictos con las poblaciones locales, definiendo las primeras rutas entre los actuales estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Por otro lado, los frailes franciscanos fueron los verdaderos cronistas de la región. Uno de los más famosos es Diego de Landa, aunque su legado es bastante contradictorio: por un lado, escribió la Relación de las cosas de Yucatán, un texto fundamental para comprender la cosmovisión y las costumbres mayas, pero, por el otro, destruyó numerosos códices y objetos rituales.
Exploradores del siglo XIX: romanticismo y arqueología
Durante el siglo XIX, con el romanticismo europeo, las ruinas de antiguas civilizaciones se convirtieron en un gran foco de atracción. En esta época cambian también los intereses de los viajeros que empiezan a ser más de orden científico, artístico y espiritual.
Lloyd Stephens era abogado y diplomático estadounidense, mientras que Catherwood era un artista británico Juntos realizaron dos expediciones en la década de 1840 y publicaron sus hallazgos en libros que combinan texto y litografías: Incidents of Travel in Central America, Chiapas, and Yucatan y Incidents of Travel in Yucatan. En estos relatos mostraron los templos y las ciudades ocultas bajo la selva, como Uxmal, Kabah o Chichén Itzá, y dieron a conocer la cultura de los pueblos mayas contemporáneos, poniéndola en valor.
Alice Dixon, fotógrafa y exploradora británica, junto a su esposo Augustus Le Plongeon, exploró varias ruinas mayas en el siglo XIX. Alice no solo participó activamente en las excavaciones y documentaciones, sino que también desarrolló sus propias teorías sobre la civilización maya.
El siglo XX
Ya en el siglo XX, la exploración de Yucatán se hizo más sistemática, bajo la supervisión de los centros de investigación e instituciones dedicadas a la arqueología que promovieron las excavaciones en esta región.
Sylvanus G. Morley, por ejemplo, fue un arqueólogo que trabajó extensamente en Chichén Itzá y ayudó a consolidar la cronología del calendario maya y, a diferencia de sus predecesores, fue capaz de combinar sus objetivos científicos con un profundo respeto por los conocimientos locales.
Muchos de los relatos de esta época destacan la colaboración con comunidades mayas en la recuperación y restauración de su patrimonio.
En julio de 1937, National Geographic Magazine dedicó 28 páginas a Chichén Itzá, con impactantes fotografías de la ciudad y de los largos trabajos de restauración. Este reportaje tuvo tal repercusión que, desde entonces, el turismo hacia Yucatán comenzó a crecer de forma sostenida.
Las historias de esos primeros exploradores nos recuerdan que viajar siempre ha sido una forma de entender —y contar— el mundo. Aunque muchas de esas crónicas tengan su lado oscuro, nos dejan una lección clara: mirar con curiosidad, respeto y mente abierta es clave para conectar con otras culturas.
Quienes deseen descubrir la península de Yucatán al día de hoy, de alguna forma siguen los pasos de aquellos aventureros. Ya sea que decidas visitar las ruinas mayas, hacer ecoturismo para acercarte al territorio o convivir con las comunidades locales: la experiencia será transformadora.
Así que, si estás pensando en viajar a Cancún, ya sabes: no es solo sol y playa. Es una oportunidad para alimentar tu lado explorador y dejarte sorprender por una tierra con siglos de historias por contar.
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