En aquella época, Islandia era un bosque que crecía entre la montaña y la costa. A la sazón residían en esta isla hombres cristianos, a quienes las gentes nórdicas daban el nombre de «papen»; sin embargo, más tarde se marcharon porque no querían convivir con paganos. Dejaron libros irlandeses, campanas y báculos, por lo que pudo llegarse a la conclusión de que eran irlandeses.

Este fragmento corresponde a la primera página del Íslendingabók (Libro de los islandeses), la fuente más temprana que se conserva sobre la historia inicial de Islandia. Escrita a partir de relatos orales entre el 1122 y 1133 por Ari Thorgilsson el Sabio, un cronista islandés que fue el primero en escribir sobre el tema en lengua nórdica, empieza contando cómo Ingólfur Arnarson, acompañado de su familia, llegó a Reikiavik desde Noruega tras una disputa entre clanes. Había oído hablar de una nueva isla que Gardar Svavarsson, Hrafna-Flóki y otros habían avistado en el océano Atlántico. Cuando arribó, arrojó al agua dos öndvegissúlur (postes de su trono) y prometió instalarse en la parte de la costa a donde los empujara la marea, debidamente dirigida por los dioses.

Thorgilsson también fue compilador, aunque es posible que participara asimismo en la redacción, de Landnámabók (Libro del Asentamiento), un manuscrito medieval islandés que narra el descubrimiento de Islandia por los nórdicos y el establecimiento de los primeros de ellos en la isla entre los siglos IX y X d.C. Como en el anterior, informa de que para entonces ya había allí unos cristianos, que luego se fueron ante la llegada de paganos, a los que atribuye un origen irlandés. La presencia de lo que se cree que era una comunidad de unos monjes eremitas parecía más un relato legendario que histórico, pero de un tiempo a esta parte ha habido descubrimientos arqueológicos que podrían confirmar su existencia real.

cuevas islandia papar monjes
Ingólfur Arnarson y su familia fundando el primer asentamiento en Islandia, obra atribuida a Johan Peter Raadsig. Los hombre que colocan los postes podían ser esclavos irlandeses. Crédito: Dominio público / Wikimedia Commons

Un ejemplo son las ruinas de una cabaña en Hafnir, en la península de Reykjanes (cerca del aeropuerto de Keflavík), que según los análisis de carbono 14 estuvo abandonada entre los años 770 y 880 d.C., fechas anteriores al primer asentamiento histórico de escandinavos, datado en el 874 d.C. ¿Quién vivía allí si se suponía que la isla estaba vacía?

Los arqueólogos opinan que pudo ser gente procedente del norte de Europa, ya fuera Escandinavia, ya las islas Británicas. Probablemente al principio acudían para aprovechar los recursos naturales islandeses (pesca, focas, huevos, aves, ballenas, colmillos de morsa) y con el tiempo aquél pasó de ser mero puesto avanzado, habitado sólo una parte del año, a otro permanente.

Las excavaciones y estudios continúan, así que todavía no hay certezas y, además, la probada existencia de ese lugar no demuestra por sí sola la veracidad de que sus ocupantes fueran necesariamente monjes llegados desde Irlanda o Escocia. De hecho, los más escépticos subrayan esa ausencia de concreción y la falta de un mayor número de restos y continúan dudando al aducir las acusadas carencias técnicas que tenía la navegación irlandesa en tiempos altomedievales. Para deshacer lo que consideran simple leyenda descartan, por insuficiente, cierta toponimia insular (Papós, Papbýli…) y alguna otra fuente documental más de la que vamos a hablar a continuación.

Mapa de la expansión vikinga
Mapa de la expansión vikinga. Crédito: Max Naylor / Rowanwindwhistler / Wikimedia Commons

Ya hemos visto los casos del Íslendingabók y el Landnámabók. El problema está en que Thorgilsson era sacerdote y quizá pudo caer en la tentación de fantasear con una presencia cristiana en su tierra anterior a la de los vikingos, a pesar de que los expertos las consideran bastante realistas, evitando referencias sobrenaturales o un sesgo cristiano.

Por eso los historiadores consideran que Íslendingabók es la fuente más fiable que se conserva sobre la historia primigenia de Islandia, al igual que Landnámabók resulta fundamental para la historia y generalogía de la isla al reseñar casi tres millares y medio de personajes y mil cuatrocientos asentamientos.

Ahora bien, decíamos que esos libros no son casos aislados ni únicos. Hay otros que, asimismo, se hacen eco de aquellos misioneros cristianos a los que llaman papar, término que deriva del latín papa y que en goídelc (es decir, en irlandés antiguo) puede significar «padre» o «papa». Ahí está Dicuil (o Dicuilus), un monje islandés que vivió a caballo entre los siglos VIII y IX, y que en su compilación geográfica De mensura Orbis terrae sitúa a hombres santos peregrinando hacia las tierras del norte. Cabe puntualizar que no hay forma de saber si se refería a Islandia o a otras islas situadas al norte de las Británicas, las llamadas genéricamente hiberno-nórdicas, en todas las cuales se registró también la presencia de papar.

Iglesia situada en la isla Papey, junto a la costa este de Islandia, donde la tradición sitúa el asentamiento de monjes irlandeses. Crédito: Arian Zwegers / Wikimedia Commons

En las Feroe hay numerosos topónimos con esa raíz. En la isla de Stremoy encontramos, por ejemplo, Paparøkur y Papurshílsur, mientras que el nombre de Vestmanna (un municipio insular) es una contracción de Vestmannahøvn, que significa «puerto de los occidentales» (o sea, los gaélicos de Irlanda y/o Escocia, de cuya lengua hay inscripciones funerarias en el cementerio de la isla de Skúvoy).

Grímur Kamban, el primer escandinavo en pisar el archipiélago, habría expulsado a los papar, que llevarían allí desde el año 625, aunque otra teoría sostiene que él mismo pudo ser uno de los primeros noruegos cristianizados por ellos; de hecho su nombre sugiere un origen gaélico y él pudo proceder de la Irlanda ocupada por los vikingos noruegos.

De las Orcadas y las Shetland, que se suceden en la costa septentrional escocesa, dice la Historia Norwegiæ (un manuscrito en latín atribuido a un monje anónimo de principios del siglo XVI, pero basado en otro trescientos años anterior, según se deduce de la reseñas de una erupción volcánica en 1211 y al dominio noruego):

Originalmente, esas islas estaban habitadas por pents y papas (…) Los papas recibían este nombre por las vestimentas con las que se vestían como sacerdotes, y por esta razón a todos los sacerdotes se les conoce como papen en alemán. Sin embargo, la apariencia y la forma de las letras de los libros que dejaron atestiguan que eran de África y se aferraban a la fe judía.

cuevas islandia papar monjes
Cruz rupestre en la cueva Fjóshellir, en Aegissida. Crédito: Raphael1Raphael / Wikimedia Commons

Dos cosas sorprenden de ese texto. Primero, la alusión a los pents, que se supone son los pictos. Segundo, que diga que los papas eran africanos que practicaban el judaísmo cuando el Íslendingabók dice que eran monjes cristianos y, según estudios recientes, de origen céltico irlandés. Además, en esos archipiélagos también se encuentran topónimos derivados de papar, como los distritos de Paplay o Papplay. Dos de las islas se denominan Papay, actualmente Papa Westray y Papa Stronsay (en nórdico antiguo era Papey: Papey Meiri y Papey Minni respectivamente), existiendo una referencia a una tercera llamada Papeay Tertia; no se sabe cuál era esta última, habiendo quien la identifica con el Holm of Papa, una lengua de tierra de apenas veintiún hectáreas.

Lo cierto es que ese nombre se repite una y otra vez. Un islote de dos kilómetros cuadrados pegado a la costa este de Islandia y donde la tradición sitúa la vivienda de los papar (hoy está deshabitado) se llama Papey, al igual que tres islas de las Shetland (en una de ellas, Papa Stour, viven una veintena de vecinos; el resto son islotes vacíos y se conocen como Papa, a secas). Lo mismo pasa en las Hébridas, donde cuatro islas originalmente llamadas Papey fueron rebautizadas Pabbay (tres están en las Exteriores y la otra en las Interiores). En el gaélico de Escocia sería Pabaigh, aunque hay algo de confusión porque la lengua nórdica antigua se extinguió muy pronto y no se sabe si llegó a coexistir con el gaélico procedente de Escocia ni si éste perduró o también desapareció.

Todavía faltaría hablar de un quinto archipiélago, el de las Vestman. Formado por quince diminutas islas (la más grande, Heimaey, mide algo más de trece kilómetros cuadrados, pero las restantes, salvo Surtsey, de uno y medio, se miden por unos cientos o decenas de metros cuadrados), se encuentra muy cerca del litoral meridional islandés y, aparte de acoger a unos cuatro mil doscientos habitantes, también tiene unos rincones muy interesantes para el tema que nos ocupa: al igual que pasa con las de Aegissida, cerca de Hella (en el sur de Islandia), hay una serie de cuevas artificiales, usadas por los vecinos como cuadras o cobertizos, con inscripciones rupestres cruciformes de las que se dice -sin pruebas fehacientes, en realidad- que fueron hechas por los papar.



  • Compártelo en:
  • facebook-logo
  • x-logo
  • whatsapp-logo
  • bluesky-logo

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.