Newgrange es una enorme tumba de corredor circular construida hace más de 5.000 años en el valle del Boyne (condado de Meath) en Irlanda, por tanto anterior a Stonehenge y las pirámides de Giza. Su redescubrimiento en 1699 y las excavaciones modernas en la década de 1960 revelaron restos humanos cremados y no cremados en su cámara interior, lo que llevó a la hipótesis de que solo individuos de alto estatus eran enterrados allí.

En 2020 un análisis de ADN de un fragmento de cráneo denominado NG10 y datado entre 3340 y 3020 a.C., reveló algo sorprendente: el individuo era producto de una unión incestuosa, posiblemente entre hermanos o entre padre e hija. El hallazgo, sumado a la presencia de parientes lejanos en otras tumbas de corredor de Irlanda, alimentó la teoría de que una élite endogámica de reyes-dioses similar a las dinastías faraónicas de Egipto o los incas gobernaba en el Neolítico irlandés.

Ahora un nuevo estudio publicado en Antiquity rechaza esta interpretación argumentando que no hay pruebas arqueológicas que respalden la existencia de una clase dominante en la Irlanda neolítica.

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Fragmentos óseos sin quemar recuperados del interior de Newgrange durante las excavaciones de la década de 1960. Crédito: O'Kelly, MJ 1982

La evidencia apunta a una sociedad mucho más colectiva, explica la profesora Penny Bickle, de la Universidad de York. No hay grandes disparidades en la dieta, las viviendas son relativamente frágiles y similares entre sí. Tampoco hay sistemas de asentamientos extensos o mecanismos de comercio que sugieran una élite poderosa.

Jessica Smyth, profesora asociada de University College Dublin y coautora del estudio, añade: Aunque está claro que no toda la comunidad era enterrada en estas tumbas, no sabemos qué criterios determinaban quién accedía a ellas. Los cuerpos no se depositaban intactos, sino que eran fragmentados, cremados y, en ocasiones, trasladados entre distintos lugares.

El caso NG10: ¿un hecho aislado?

Uno de los principales argumentos en contra de la teoría de la élite incestuosa es que NG10 es hasta ahora el único caso confirmado de endogamia en el Neolítico irlandés. Además, las relaciones genéticas identificadas en Newgrange y otras tumbas de corredor son lejanas —primos segundos o tatarabuelos—, lo que no encaja con la idea de un linaje cerrado y dominante.

Un único caso de incesto no es suficiente para reconstruir una élite, y menos aún una jerarquía social estable, señalan los autores. En lugar de una dinastía hereditaria, proponen que estos monumentos eran espacios donde se reforzaban vínculos comunitarios mediante prácticas rituales compartidas.

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Newgrange antes (1950) y durante la excavación (1968). Crédito: Photographic Archive, National Monuments Service, Government of Ireland / Howard Goldbaum (voicesfromthedawn.com)

El estudio critica también la tendencia a comparar sociedades neolíticas con civilizaciones jerárquicas como el Egipto faraónico. Estas analogías ignoran que el incesto también ocurre en comunidades igualitarias, afirma Neil Carlin, coautor de la investigación.

Además, la escasez de restos humanos en Newgrange —solo cinco individuos han sido identificados— y el saqueo histórico del sitio dificultan cualquier conclusión definitiva. No sabemos si NG10 fue enterrado originalmente allí o si sus restos fueron trasladados posteriormente, advierte Carlin.

Los investigadores insisten en que para entender monumentos como Newgrange es necesario analizarlos en el contexto de las comunidades que los construyeron. Centrarse exclusivamente en la idea de gobernantes individuales perpetúa el mito de que solo los hombres poderosos marcaron la historia, ignorando el papel de la acción colectiva, concluyen.

Aunque el enigma de NG10 sigue sin resolverse el estudio abre la puerta a una reinterpretación del Neolítico irlandés no como un escenario de reyes divinos sino como una sociedad donde el poder, si existió, fue más difuso y compartido de lo que se creía.


FUENTES

University College Dublin

University of York

Smyth J, Carlin N, Hofmann D, et al. The ‘king’ of Newgrange? A critical analysis of a Neolithic petrous fragment from the passage tomb chamber. Antiquity. 2025;99(405):672-688. doi:10.15184/aqy.2025.63


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