Un estudio pone de manifiesto que hasta el día de hoy solo una pequeñísima fracción del fondo oceánico ha sido registrada visualmente. Aunque cubre dos tercios de la superficie del planeta, el fondo marino profundo sigue siendo un territorio desconocido.

El estudio publicado en la revista Science Advances señala que menos del 0,001% de este vasto espacio oceánico ha sido observado mediante imágenes. Es decir, hemos visto con cámaras y vehículos sumergibles apenas una extensión similar a una décima parte del tamaño de un país pequeño como Bélgica. Es como si quisiéramos hacernos idea de como es una gran ciudad tras ver solo uno de sus barrios.

El trabajo, liderado por la oceanógrafa Katherine Bell y un equipo internacional de investigadores, recopiló y analizó más de 43.000 registros de inmersiones profundas realizadas con vehículos submarinos controlados remotamente o tripulados desde 1958 hasta la actualidad, que tenían como objetivo documentar visualmente el lecho oceánico a profundidades superiores a los 200 metros.

Según los propios investigadores los hallazgos son sorprendentes y preocupantes. Después de décadas de exploración submarina la superficie efectivamente observada mediante imágenes no supera los 3.800 kilómetros cuadrados, una cifra insignificante considerando que el fondo oceánico profundo abarca más de 335 millones de kilómetros cuadrados.

fondo oceánico profundo exploración
Actividad de buceo en aguas profundas, 1958-2024. Crédito: Katherine L.C. Bell et al. / GEBCO bathymetry

Más del 65% de todas las observaciones visuales se concentraron en aguas cercanas a solo tres países: Estados Unidos, Japón y Nueva Zelanda. Pero es que el 97% de todas las inmersiones fueron realizadas por operadores de apenas cinco naciones, las tres ya mencionadas más Francia y Alemania.

Este sesgo también se refleja en el tipo de ecosistemas observados. Por ejemplo, la mayoría de las inmersiones se centraron en cañones submarinos y laderas empinadas, dejando de lado enormes regiones planas como las llanuras abisales. Uno de los cañones más estudiados, el de Monterrey en la costa pacífica de Estados Unidos, fue el destino de casi 3.530 inmersiones, cuando hay más de 9.000 cañones submarinos en todo el mundo que jamás han sido visitados por una cámara.

Además, década tras década, las inmersiones son cada vez menos profundas. En los años 60, más de la mitad superaban los 2.000 metros de profundidad, mientras que en la última década analizada, esa proporción cayó a apenas el 26%, y eso que la mayoría del fondo oceánico se encuentra precisamente entre los 2.000 y 6.000 metros bajo la superficie.

Nódulos polimetálicos en el fondo oceánico cerca de Hawai
Nódulos polimetálicos en el fondo oceánico cerca de Hawai. Crédito: Dominio público / NOAA Office of Ocean Exploration and Research, 2015 Hohonu Moana

Esto significa que desde el punto de vista científico, construimos nuestra comprensión del ecosistema más grande del planeta con una muestra extremadamente pequeña y sesgada. Estamos tomando decisiones sobre conservación, minería submarina o captura de carbono con datos que apenas rozan la superficie, advierten los autores.

Y es que el océano profundo no es un desierto frío, alberga ecosistemas ricos en biodiversidad, muchos de los cuales se descubrieron gracias a imágenes tomadas en estas inmersiones. Desde los respiraderos hidrotermales que dieron origen a la teoría de la vida sin luz solar, hasta colonias de moluscos gigantes que viven en simbiosis con bacterias, cada inmersión ha ido revelado sorpresas. Incluso se ha descubierto que ciertos minerales pueden generar oxígeno sin necesidad de luz, lo que puede cambiar nuestra comprensión del origen de la vida en la Tierra y en otros planetas.

Muchos de estos descubrimientos se realizaron por casualidad, impulsados por intereses comerciales o curiosidad científica. El caso más reciente es el de la región del Pacífico conocida como la Zona Clarion-Clipperton, rica en minerales. Allí, a raíz de los estudios para la posible extracción de recursos, se encontraron cientos de especies nuevas y se estima que hay miles aún por descubrir.

El estudio propone una estrategia global de exploración más equitativa y representativa, con el objetivo de llenar los vacíos de conocimiento y permitir una gestión más justa y efectiva de los recursos del océano profundo. El reto es tan monumental que incluso si hoy se desplegaran mil vehículos submarinos trabajando al mismo ritmo que hasta ahora, nos llevaría más de 100.000 años observar visualmente todo el fondo marino profundo una sola vez.


FUENTES

Katherine L. C. Bell et al., How little we’ve seen: A visual coverage estimate of the deep seafloor. Sci.Adv. 11, eadp8602(2025). DOI:10.1126/sciadv.adp8602


  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.