Muchos miles de años antes de que el arroz o el trigo fueran los cultivos principales en el Este de Asia, el mijo era el grano fundamental que sostenía a los habitantes de la zona e impulsaba el desarrollo de las civilizaciones del norte de China.
El mijo es un cereal modesto, quizá poco valorado en la actualidad, pero que a través del registro arqueológico ha revelado su antigua importancia. Ahora un estudio publicado en la revista CATENA analiza la evolución de las prácticas agrícolas relacionadas con el cultivo del mijo en China, desde el Neolítico hasta la época imperial.
El mijo cola de zorro (Setaria italica) y el mijo común (Panicum miliaceum) se domesticaron en el norte de China hace aproximadamente diez mil años, y durante mucho tiempo su adaptabilidad, resistencia y valor nutricional los convirtieron en la base alimentaria de las primeras sociedades agrícolas de la región. Según explica la investigadora Jingwen Liao, los arqueólogos ya tienen un conocimiento bastante sólido sobre el papel del mijo en la dieta durante el Neolítico.

Liao investiga en su estudio cómo evolucionaron las prácticas de cultivo de este cereal a lo largo del tiempo, cómo respondió a factores ambientales tales como las variaciones climáticas o el agotamiento de nutrientes del suelo.
Para los centros urbanos densamente poblados que surgieron en periodos posteriores, mantener una producción estable de alimentos no se trataba solo una cuestión de supervivencia, también era un requisito fundamental para el funcionamiento del Estado.
Reliquias de barro, semillas de conocimiento
Uno de los principales elementos utilizados en el estudio son las maquetas funerarias de la dinastía Han (202 a.C. – 220 d.C.). En las tumbas de esa época era común incluir unos modelos de graneros hechos de cerámica que guardaban en su interior granos de mijo reales.
Muchas de estas réplicas simbólicas que tenían una función ritual funeraria permanecieron selladas durante siglos, y son usadas ahora por los arqueólogos para el análisis agrícola.
Dado que estas muestras están fechadas de forma precisa por su contexto funerario, no tenemos que preocuparnos por determinar su antigüedad, comenta Liao. A partir del análisis de estos restos los investigadores extrajeron 104 valores isotópicos de carbono y nitrógeno, el mayor conjunto de datos de este tipo obtenido sobre cultivos antiguos en el núcleo de China desde el Neolítico tardío hasta la dinastía Han.

Unos valores que permiten reconstruir con precisión los cambios en el uso de la tierra, las técnicas de cultivo y las estrategias agrícolas que se implementaron a lo largo de más de cuatro mil años.
Nuestros hallazgos concuerdan con los registros históricos del desarrollo agrícola en la dinastía Han, lo que respalda aún más que este periodo fue una etapa clave en la intensificación de la gestión de las tierras de cultivo, dicen los investigadores.
Y concluyen que en los años anteriores al 202 a.C., el norte de China estaba sumido en la guerra tras el colapso de los Qin. Se ha dicho que la primera gran revolución agrícola de la era imperial china se produjo en el poderoso Imperio Han que siguió a la paz. Sin embargo, esta opinión debe tratarse con cautela, ya que la disponibilidad de datos sobre cultivos para el periodo anterior a los Qin es limitada. En general, la práctica agrícola intensiva fue una de las piedras angulares del mantenimiento de la longevidad de las dinastías feudales chinas.
FUENTES
Jingwen Liao, Edward Allen, et al., Millet stable isotopes reveal the advance of agricultural practices in the core political regions of early imperial China. CATENA, Volume 257, September 2025, 109148. doi.org/10.1016/j.catena.2025.109148
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