Un estudio reciente sobre las pinturas rupestres de la Cueva de Altamira en Santillana del Mar, Cantabria (España) ha llegado a la conclusion de que algunas de las obras que contiene podrían ser mucho más antiguas de lo que se creía hasta ahora, remontándose a hace más de 30.000 años.

Aunque la cueva fue descubierta hace ya más de 140 años, la cronología exacta de las obras de arte que contiene ha sido objeto de debate entre los expertos. Ahora, un equipo internacional de científicos ha utilizado técnicas avanzadas de datación para determinar con mayor precisión cuándo fueron creadas.

El estudio, en el que han participado investigadores de China, España, Portugal y otros países, se centró en analizar pequeñas costras de carbonato que se formaron sobre las pinturas. Estas costras, similares a las capas de calcita que se ven en algunas cuevas formado estalactitas y estalagmitas, actúan como una especie de «cápsula del tiempo», ya que su formación puede datarse estableciendo así una edad mínima de las pinturas que cubren.

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Localización de las muestras obtenidas en el techo de la Sala de los Polícromos. Crédito: Gin Geomatics y Alfredo Prada / Museo de Altamira

Técnicas innovadoras para fechar el arte

Para evitar dañar las pinturas los científicos tomaron muestras mínimas de estas costras usando bisturís esterilizados. Después aplicaron un método denominado «datación por series de uranio», que mide la descomposición natural de elementos químicos en las muestras para calcular su antigüedad. Este método es menos invasivo que otros como el radiocarbono, el cual requiere destruir parte del pigmento.

El resultado de una de las muestras, tomada cerca de un símbolo en forma de clavo, arrojó una edad mínima de 32.790 años, lo que indica que el símbolo fue creado durante el periodo Auriñaciense, una de las primeras etapas del Paleolítico Superior. Otras muestras, tomadas de pigmentos de caballos pintados en rojo, mostraron edades mínimas de 22.600 y 32.020 años, indicando que fueron hechas durante el periodo Gravetiense o incluso antes.

Estas fechas coinciden con estudios previos pero, por primera vez, se han obtenido en un laboratorio independiente, lo que refuerza su validez. Además, el equipo corrigió posibles errores causados por impurezas en las muestras, lo que hace que los resultados sean aún más confiables.

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Muestra ALT22-SP1B. (Motivo claviforme ALT.IV.I.1.59). a. Vista general de la figura con la localización de la zona muestreada; b. Detalle de la zona muestreada antes de la extracción de la muestra; c. Zona después de la extracción de la muestra. Se puede observar el pigmento rojo bajo la costra de calcita. Crédito: Alfredo Prada / Museo de Altamira

¿Qué significa esto para la historia del arte?

Los nuevos datos confirman la teoría de que el arte de la Cueva de Altamira no fue creado en un solo momento, sino a lo largo de miles de años. Diferentes generaciones de artistas prehistóricos dejaron su huella en la cueva, desde los primeros símbolos abstractos hasta las famosas pinturas de animales policromados del Magdaleniense (hace unos 14.000 años).

Los investigadores encontraron que, desde etapas muy antiguas coexistieron en la cueva figuras realistas, como los caballos rojos, y símbolos abstractos, contradiciendo la antigua teoría de que el arte figurativo surgió después de las representaciones simbólicas. Ambos estilos convivieron desde los inicios del Paleolítico Superior, señala el estudio.

Los resultados confirman que el método es fiable y que las fechas publicadas anteriormente eran correctas, explica el equipo. Esto es crucial no solo para Altamira, sino para otros sitios de arte rupestre en el mundo donde se aplican técnicas similares.

La cueva fue cerrada al público en 2002 para proteger sus pinturas, y hoy solo se permite el acceso limitado a expertos, aunque es posible visitar una cueva-réplica en el exterior.


FUENTES

Qingfeng Shao, Carmen de las Heras, et al., Art in red: New dates for paintings in the Cave of Altamira, Santillana del Mar, Spain. Journal of Archaeological Science, Volume 179, July 2025, 106235. doi.org/10.1016/j.jas.2025.106235


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