La Quemada es el yacimiento arqueológico de una antigua ciudad ubicada en el estado de Zacatecas en el centro del actual México, que a diferencia de otras grandes ciudades como Teotihuacán se construyó en las laderas de una colina, extendiéndose a través de terrazas, pirámides y plazas conectadas por caminos y escalinatas.

El nombre La Quemada se lo dieron los españoles cuando al llegar por primera vez encontraron numerosos rastros de incendios en el lugar, quizá vinculados a su abandono. Se desconoce su nombre original aunque algunos han propuesto que se trata de Chicomóztoc o Lugar de las Siete Cuevas, el mítico lugar de origen de los mexicas aztecas y otros pueblos nahuatlacas.

En el yacimiento se distinguen tres fases, desde los primeros asentamientos hacia el año 400 d.C., pasando por su apogeo hacia 650 d.C. y el declive y progresivo abandono a partir de 850-1100 d.C.

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Vista general del yacimiento de La Quemada y localización de los pozos de fuego. Crédito: A. Goguitchaichvili et al.

En una de las plataformas cercanas a la Pirámide Votiva, el centro religioso del lugar, los arqueólogos encontraron en la década de 1980 once hoyos de unos 2 metros de diámetro y 90 cm de profundidad. Estaban llenos de cenizas y restos de carbón pero casi no tenían fragmentos de cerámica o herramientas, por lo que dedujeron que no se habían usado para cocinar, aunque no pudieron dar una explicación de su función.

¿Para qué servían estos hoyos de fuego?

Se propusieron varias hipótesis acerca de su posible uso, algunas los asociaron con ceremonias y rituales relacionados con el ciclo agrícola del maíz o con el cambio de estaciones, como el solsticio de invierno; otras sugerían que eran «antorchas gigantes» para iluminar ceremonias nocturnas; y tampoco faltaron las que los vinculaban con sacrificios.

El espacio donde están estos hoyos era público, cerca de la pirámide principal. Todo indica que eran parte de actividades ceremoniales, aunque aún no sabemos exactamente cuáles, explican los autores de un nuevo estudio de los hoyos publicado recientemente en Journal of Archaeological Science: Reports.

Para descubrir cuándo se usaron los hoyos utilizaron una técnica denominada arqueomagnetismo, que se basa en el hecho de que cuando las rocas se calientan a altas temperaturas (como en un fuego), queda grabada en ellas una huella magnética que registra la orientación del campo magnético de la Tierra en ese momento. Analizando esa huella se puede por tanto estimar la fecha en que fueron puestas al fuego.

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Vista aérea de los pozos analizados. Crédito: A. Goguitchaichvili et al.

Estudiaron cinco de los hoyos (denominados LQ1 a LQ5), tomando muestras de las rocas quemadas en ellos. Los resultados mostraron que el hoyo LQ1, que se encuentra cerca de la Pirámide Votiva, se usó entre 927 y 1100 d.C., en la época en que el sitio empezaba a declinar. Los hoyos LQ4 y LQ5 se utilizaron entre 675 y 900 d.C., en pleno apogeo de la ciudad. Y el hoyo LQ2 arrojó datos confusos, aunque estiman que puede ser el más antiguo, utilizado durante los siglos VI-VII d.C.

El hoyo LQ1 es especialmente interesante porque su fecha coincide con el colapso del sitio. Quizá estos rituales persistieron hasta el final, como una despedida simbólica, señalan los investigadores.

Las causas del declive de La Quemada siguen siendo un misterio, pero las fechas obtenidas apoyan la idea de que su abandono fue gradual, quizá debido a sequías o sobreexplotación de recursos, aunque tampoco se descartan conflictos internos. El fuego en estos hoyos pudo ser una forma de mantener viva la memoria del lugar, incluso cuando la ciudad ya estaba en ruinas, reflexionan los investigadores.

¿Qué tipo de ceremonias se realizaban aquí? ¿Por qué algunos hoyos se usaron siglos después del abandono?, se preguntan los científicos, que ahora esperan poder analizar los hoyos aún no excavados para obtener más respuestas.


FUENTES

Avto Goguitchaichvili, Alejandra García Pimentel, et al., Tracing the ritual fire in La Quemada (Northern Mesoamerica). Journal of Archaeological Science: Reports, Volume 65, September 2025, 105162. doi.org/10.1016/j.jasrep.2025.105162


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