El Archaeopteryx es el fósil que dio la razón a Darwin. Es el ave fósil más antigua conocida y ayuda a demostrar que todas las aves, incluidas las actuales, son dinosaurios. Aunque hace 160 años que se encontró el primer fósil de esta especie del Jurásico, un nuevo ejemplar analizado ahora presenta nuevos e interesante datos.
Gracias al análisis exhaustivo del llamado Archaeopteryx de Chicago, un ejemplar excepcionalmente bien conservado que ha sido recientemente incorporado a la colección del Field Museum, los científicos han conseguido documentar detalles anatómicos, tejidos blandos y plumas que nunca habían sido observados en otro ejemplar de esta especie.
El fósil tiene un tamaño aproximado al de una paloma y se encontró en los yacimientos de piedra caliza de Solnhofen en Alemania, en la misma zona donde se han descubierto todos los demás ejemplares conocidos de Archaeopteryx. Perteneciente a una colección privada, fue adquirido por el museo de Chicago en agosto de 2022.

Según explica Jingmai O’Connor, curadora asociada de reptiles fósiles del Field Museum y autora principal del estudio publicado en la revista Nature, la primera impresión al recibir el fósil fue de entusiasmo, aunque también de incertidumbre: Después de tantos años de estudios sobre Archaeopteryx, no sabíamos si este ejemplar podría aportar algo nuevo. Sin embargo, la calidad de su conservación junto con una preparación extremadamente cuidadosa, nos ha permitido acceder a un caudal de información sin precedentes, desde la punta del hocico hasta el extremo de la cola, asegura.
La preparación del fósil fue dirigida por Akiko Shinya, jefa de preparación de fósiles del museo, que trabajó en él durante más de un año. Dada la fragilidad de los huesos, que son huecos y diminutos, y a la dureza de la roca que los contenía, hubo que retirar con precisión microscópica cada fragmento de piedra, determinando cuidadosamente dónde acababa el fósil y comenzaba la roca, ya que ambos tienen tonalidades casi idénticas.
El equipo utilizó herramientas tecnológicas avanzadas como la tomografía computarizada (CT scan), lo que permitió visualizar el interior de la roca y planificar la extracción milimétrica de los huesos. Por primera vez un espécimen completo de Archaeopteryx fue escaneado en 3D con esta tecnología y los datos resultantes han sido puestos a disposición de la comunidad científica.
El uso de luz ultravioleta reveló estructuras del fósil invisibles a simple vista, como las escamas en la parte inferior de los dedos, algo posible debido a la particular fluorescencia que presentan todos los fósiles de Solnhofen. Los investigadores consiguieron conservar con fidelidad las estructuras óseas y los tejidos blandos, y también identificaron características que probablemente tenían otros ejemplares, pero que fueron destruidas debido al empleo de técnicas de preparación más agresivas.

En su análisis los investigadores se centraron sobre todo en la cabeza, las extremidades y las plumas del ala. Los huesos del paladar revelaron pistas sobre la evolución de la cinética craneal, un rasgo presente en las aves actuales que permite mover el pico de manera independiente al cráneo, algo que pudo haber contribuido a su diversificación en más de 11.000 especies.
Los tejidos blandos preservados en manos y pies han respaldado la hipótesis de que Archaeopteryx caminaba con frecuencia sobre el suelo e incluso que podría haber trepado árboles. Pero quizá el hallazgo más importante son las plumas de las alas, específicamente un conjunto de plumas largas en la parte superior del brazo conocidas como terciarias, que nunca antes habían sido observadas en esta especie.
En comparación con las aves actuales, Archaeopteryx tenía un húmero muy largo, lo cual generaba un espacio entre las plumas primarias y secundarias del ala y el cuerpo, explica O’Connor. Ese espacio reduce la sustentación durante el vuelo. Pero las aves modernas solucionan este problema con plumas terciarias que rellenan esa zona. El espécimen de Chicago es el primero en el que se pueden ver estas plumas, lo que indica que Archaeopteryx tenía una configuración alar que le permitía volar eficazmente, a diferencia de los otros dinosaurios que solo tenían plumas hasta el codo.
Este descubrimiento, según O’Connor, refuerza la idea de que el vuelo pudo haber evolucionado más de una vez entre los dinosaurios. Y aunque el estudio se centra en diversos aspectos anatómicos, la investigadora enfatiza que apenas se ha arañado la superficie del conocimiento que este fósil puede ofrecer: Estamos aprendiendo cosas nuevas y emocionantes de casi cada parte del cuerpo preservada. Este artículo es apenas la punta del iceberg.
FUENTES
O’Connor, J., Clark, A., Kuo, PC. et al. Chicago Archaeopteryx informs on the early evolution of the avian bauplan. Nature (2025). doi.org/10.1038/s41586-025-08912-4
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.