Un estudio liderado por la Universidad de Cambridge ha revelado que una serie de sequías extremas entre los años 364 y 366 d.C. pudo haber sido un factor determinante en la llamada Gran Conspiración Bárbara del año 367, uno de los ataques más severos contra el dominio romano en Britania desde la rebelión de Boudica tres siglos antes.
El análisis, basado en los anillos de crecimiento de robles del sur de Britania, permitió reconstruir los niveles de temperatura y precipitación en esa época y conectarlos con los relatos romanos de escasez de alimentos y colapso militar.
Durante la conspiración, los Pictos atacaron por tierra y mar tras una rebelión dentro de las propias filas romanas en el Muro de Adriano. Al mismo tiempo, los Scotti (desde la actual Irlanda) y los sajones (desde el continente europeo) invadieron por el oeste y el sur, respectivamente.

Varios comandantes romanos fueron capturados o asesinados, y algunos soldados desertaron y se unieron a los invasores. La anarquía resultante llevó dos años en ser controlada, y marcó el principio del fin de la administración romana en Britania, que se retiraría definitivamente alrededor del año 410.
Según el estudio, publicado en Climatic Change, las precipitaciones promedio entre abril y julio, temporada de crecimiento clave, eran de 51 mm en el sur de Britania. Sin embargo, en los años críticos descendieron drásticamente: 29 mm en 364, 28 mm en 365 y 37 mm en 366. Esta secuencia de veranos excepcionalmente secos fue devastadora para la agricultura, en particular para cultivos como el trigo escanda y la cebada de seis hileras, fundamentales para el suministro de alimentos de la provincia.
El profesor Ulf Büntgen explicó que la escasez de grano debilitó el contrato social entre el ejército romano y sus soldados, lo cual pudo haber provocado rebeliones y deserciones. La falta de grano también habría comprometido el abastecimiento al Muro de Adriano, facilitando así la entrada de los Pictos al norte de Britania. El aislamiento geográfico de Britania y el desvío de recursos militares hacia la frontera del Rin limitaron la capacidad de respuesta del Imperio.

Los investigadores encontraron que esta cadena de sequías fue única dentro del periodo 350–500 d.C., y que ninguna otra región del noroeste europeo experimentó condiciones similares. Esto debilita la idea de que los pueblos invasores se desplazaron por hambre en sus propias tierras y refuerza la hipótesis de que aprovecharon la debilidad interna de Britania.
Además, al ampliar el análisis climático-conflicto al resto del Imperio Romano entre 350 y 476 d.C., los científicos detectaron una correlación significativa entre años secos y batallas. Tatiana Bebchuk señaló que esta relación entre clima extremo, hambre y conflicto social también tiene relevancia en el mundo actual.
Teodosio fue el enviado para someter la Barbarica conspiratio, como contamos en nuestro artículo La Gran Conspiración, el ataque coordinado de varios pueblos bárbaros a los romanos de Britania y el norte de la Galia: Antes de acabar el año los bárbaros habían sido expulsados y los soldados que no volvieron a filas, capturados y ejecutados. El líder de éstos era Valentín, un panonio cuñado del prefecto pretoriano Maximino que había sido destinado a Britania precisamente para alejarlo de Roma por haber protagonizado algún delito incierto. No consta que Valentín formara parte de la Gran Conspiración, pero sí que aprovechó la anárquica situación para intentar aglutinar a todos los descontentos y oponerse a Teodosio, lo que le llevó al cadalso; eso sí, de forma discreta para evitar posibles tumultos.
FUENTES
Norman, C., Schwinden, L., Krusic, P. et al. Droughts and conflicts during the late Roman period. Climatic Change 178, 87 (2025). doi.org/10.1007/s10584-025-03925-4
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