Desde su estreno en 1977, Star Wars ha cautivado a generaciones con su mezcla de aventura, filosofía y tecnología futurista. Pero, ¿cuánto de lo que vemos en la pantalla podría ser realidad? El Dr. Alex Baker, profesor asistente de Química en la Universidad de Warwick, está llevando la ciencia ficción al laboratorio, demostrando que algunos elementos icónicos de la saga podrían tener base científica.

Uno de los símbolos más reconocibles de Star Wars es el sable de luz, arma elegante y letal de jedis y siths. Aunque en las películas se les llama espadas láser, el Dr. Baker explica que, en realidad, tendrían que estar hechos de plasma, el cuarto estado de la materia.

Para crear un sable de luz, habría que ionizar el aire en la empuñadura para generar plasma, detalla Baker. Luego, un campo magnético mantendría el plasma en forma de hoja recta. El problema es que, en la Tierra, un campo magnético lineal es casi imposible de lograr; en su lugar, obtendríamos un ‘chorro’ de plasma que se recombinaría al final, volviendo a ser gas.

Aunque aún no es posible fabricar un sable funcional, Baker ha logrado recrear una versión en miniatura dentro de una esfera de vidrio. Usando xenón ionizado y un campo magnético inducido por una bobina eléctrica, ha producido un anillo de plasma con un inquietante parecido al arma jedi.

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El dr.Baker ha conseguido crear una versión en miniatura de un sable láser. Crédito: Royal Institution

En la Tierra, un sable de luz real no usaría xenón, sino nitrógeno del aire, lo que daría a las hojas un tono azul. Los colores vibrantes de los sables en la saga podrían replicarse mediante pruebas de llama, una técnica básica en química: el litio (o «sithio«, bromea Baker) produce un rojo intenso, mientras que el boro genera un verde similar al de los jedis.

Galio: la carbonita de la vida real

En El Imperio Contraataca, Han Solo es congelado en carbonita, un material ficticio que solidifica alrededor de su cuerpo. En nuestro mundo, el galio podría ser el equivalente más cercano.

Este metal es líquido a temperatura ambiente y, aunque el mercurio es tóxico, el galio ha demostrado ser útil para almacenar organismos pequeños, como gusanos nematodos. Baker ha creado un Gallium Solo, una figura en miniatura encapsulada en galio sólido que puede liberarse con un ligero calentamiento (a solo 30°C).

El gallio actúa como un medio de almacenamiento metálico, explica. No es tan dramático como en las películas, pero muestra que la idea no es del todo imposible.

Armaduras de diamante: ¿El secreto de los cazarrecompensas?

La armadura de los stormtroopers está hecha de plastoide, un material plástico resistente a balas, mientras que los mandalorianos como Boba Fett usan beskar, un metal capaz de resistir sables de luz. ¿Existe algo similar en la Tierra?

El polietileno de alta densidad (usado en tablas de cortar) podría ser la base de un plastoide funcional. Pero para resistir el calor extremo de un sable de luz, Baker sugiere algo más exótico: diamantes sintéticos.

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El galio tiene propiedades parecidas a la Carbonita. Crédito: Royal Institution

El diamante disipa el calor de manera increíblemente eficiente, afirma. Cuando un átomo de carbono vibra, transmite esa energía al siguiente casi al instante. Esta propiedad lo hace ideal no solo para joyería, sino también para aplicaciones tecnológicas, como la disipación de calor en electrónica.

Combustible estelar: ¿Energía limpia en la galaxia?

En Star Wars, el gas Tibanna es el combustible principal, un hidrocarburo similar al metano. Pero Baker señala que, incluso en una galaxia muy, muy lejana, los cohetes necesitarían oxígeno líquido para quemar combustible y generar empuje.

Almacenar oxígeno como gas requeriría depósitos enormes y pesados, explica. En cambio, el oxígeno líquido es mucho más eficiente.

Pero hay alternativas más ecológicas. El sodio, por ejemplo, reacciona violentamente con agua para producir hidrógeno, que al quemarse solo deja agua como residuo. Los Marcos Metal-Orgánicos (MOFs) podrían ser clave para almacenar hidrógeno y usarlo como combustible en naves o vehículos terrestres.

El Dr. Baker presentará sus hallazgos en «La Química de Star Wars« en la Royal Institution este 4 de mayo, el Día Internacional de Star Wars. Su trabajo no solo entretiene, sino que también inspira a pensar: ¿qué otros secretos de la ciencia ficción podrían estar más cerca de lo que creemos?



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