El arte rupestre es uno de los legados más fascinantes de las sociedades prehistóricas. En cuevas de Francia y España, pinturas de hasta 40.000 años de antigüedad han sido descubiertas, muchas de ellas en zonas de difícil acceso y en condiciones que hoy consideraríamos extremas.

Sin embargo, un aspecto que ha intrigado a los investigadores es la presencia de niños en estos espacios. ¿Por qué los antiguos humanos llevaban a sus hijos pequeños a lo más profundo de las cavernas, arriesgándose a atravesar pasajes oscuros y peligrosos?

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv ha propuesto una nueva hipótesis para responder a esta cuestión. Tradicionalmente, se ha considerado que la presencia infantil en estos sitios tenía un propósito educativo: la transmisión de conocimientos, costumbres y tradiciones del grupo. Sin embargo, este nuevo estudio sugiere que los niños desempeñaban un papel cultural único en las cuevas decoradas.

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Huellas de niños de la cueva de Basura. Crédito: Romano et al. 2019

Según los investigadores, en muchas sociedades ancestrales se creía que los niños poseían cualidades especiales en el mundo espiritual, lo que les permitía comunicarse con entidades sobrenaturales. Desde esta perspectiva, las cuevas, concebidas como puertas a otros mundos, habrían sido espacios en los que los niños actuaban como intermediarios entre los humanos y seres de otra dimensión.

Evidencia de la presencia infantil en el arte rupestre

Las pruebas de la participación de niños en la creación del arte rupestre son numerosas y variadas. En diversas cuevas, como la de Rouffignac, se han encontrado pinturas hechas con los dedos de niños de entre dos y doce años. Asimismo, se han identificado huellas de pies y manos de niños en varias cavernas, a menudo acompañadas de las de adultos. Estas evidencias han llevado a los arqueólogos a preguntarse cuál era el propósito de su presencia en estos lugares.

Dr. Ella Assaf, una de las investigadoras del estudio, señala que, hasta ahora, la teoría dominante ha sido la del aprendizaje y la transmisión de conocimientos. Sin embargo, los datos recopilados sugieren que la función de los niños en estas expediciones iba más allá de la simple educación. La arqueóloga explica que, en muchas culturas indígenas estudiadas, los niños son considerados “agentes activos” en el mundo espiritual. Desde una edad temprana, se les atribuye la capacidad de conectar con entidades de la naturaleza, los ancestros y otros seres no humanos.

El Dr. Yafit Kedar, coautor del estudio, resalta que el análisis de sociedades indígenas contemporáneas ha demostrado que la infancia se percibe como un estado especial, distinto de la adultez. En muchas tradiciones, los niños son vistos como seres liminales, es decir, individuos que se encuentran en un punto intermedio entre diferentes realidades. Su corta edad y su proximidad al nacimiento los hacen percibidos como cercanos al mundo espiritual.

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Ejemplos de estrías infantiles del panel G4 de la cueva de Rouffignac. Crédito: Dr. Van Gelder

Los investigadores argumentan que esta percepción de los niños como mediadores entre mundos podría explicar por qué fueron llevados a las profundidades de las cuevas prehistóricas. En un contexto ritual, los niños habrían sido considerados los mensajeros ideales para comunicarse con las entidades que se creía habitaban en las profundidades de la Tierra.

Las cuevas como portales a otros mundos

El profesor Ran Barkai, otro de los autores del estudio, explica que muchas sociedades antiguas concebían las cuevas como puertas al inframundo o a otros planos de existencia. En estos espacios, a través de rituales chamánicos, los humanos intentaban establecer contacto con fuerzas sobrenaturales en busca de respuestas o soluciones a problemas existenciales.

Desde esta perspectiva, la presencia de niños en estas cavernas cobra un nuevo significado. No se trataba solo de enseñarles sobre la cultura del grupo, sino de involucrarlos activamente en prácticas espirituales y ceremoniales. La creencia en su capacidad de comunicación con el más allá los convertía en participantes clave de los rituales llevados a cabo en estas cuevas.

El estudio de la Universidad de Tel Aviv abre un nuevo campo de interpretación en la investigación del arte rupestre. La idea de que los niños fueran considerados intermediarios espirituales da lugar a una comprensión más amplia de la función de estas pinturas en las sociedades prehistóricas. En lugar de ser solo expresiones artísticas o métodos de enseñanza, estas manifestaciones podrían haber formado parte de complejos sistemas de creencias y rituales destinados a fortalecer la conexión entre los humanos y el mundo invisible.


FUENTES

Tel-Aviv University

Assaf E, Kedar Y, Barkai R. Child in Time: Children as Liminal Agents in Upper Paleolithic Decorated Caves. Arts. 2025; 14(2):27. doi.org/10.3390/arts14020027


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