Lo que ocurre bajo la superficie de la Tierra puede parecer distante, pero sus efectos moldean continentes, influyen en la circulación oceánica, los patrones climáticos e incluso en la evolución de la vida. Un equipo internacional de científicos ha descubierto que un penacho de rocas calientes surgido del manto terrestre hace millones de años pudo ser un factor determinante en la evolución de los ancestros humanos y en la formación de ecosistemas clave.

Según una investigación publicada en Nature Reviews Earth & Environment, la elevación gradual de una vasta región que hoy comprende la Península Arábiga y Anatolia creó un puente terrestre entre Asia y África hace 20 millones de años. Este fenómeno puso fin a 75 millones de años de aislamiento del continente africano, permitiendo que especies como jirafas, elefantes, rinocerontes, guepardos y los primeros primates ancestros del ser humano migraran entre ambos territorios.

El estudio, liderado por Eivind Straume —actualmente investigador en el NORCE Norwegian Research Centre y The Bjerknes Centre for Climate Research—, combina modelos geológicos desarrollados en la Universidad de Texas en Austin y el GFZ Helmholtz Centre for Geosciences con investigaciones previas. Los resultados sugieren que este evento geológico no solo cambió la distribución de la vida, sino que también alteró el clima global y la circulación de los océanos.

Un proceso de millones de años

La historia comienza entre 50 y 60 millones de años atrás, cuando una losa de roca se hundió en el manto terrestre, desencadenando una especie de «cinta transportadora» que empujó material caliente hacia la superficie. Treinta millones de años después, este penacho mantélico —junto con la colisión de placas tectónicas— elevó el terreno, cerrando progresivamente el antiguo mar de Tetis.

Este cuerpo de agua se dividió en lo que hoy son el Mediterráneo y el mar Arábigo, mientras que la nueva tierra emergente unió Asia y África por primera vez.

El cierre de este corredor marino ocurrió millones de años antes de lo previsto debido a estos procesos específicos: la convección del manto y los cambios en la topografía dinámica, explicó Straume. Sin el penacho, la colisión continental habría sido diferente.

El momento preciso que definió la evolución

El estudio destaca que el tiempo fue un factor crítico. Si la conexión entre África y Asia se hubiera retrasado un millón de años, las especies que cruzaron —incluyendo los primates que dieron origen a los humanos— podrían haber seguido una trayectoria evolutiva distinta.

Según los investigadores, pocos millones de años antes de que el puente terrestre se consolidara, los primeros primates llegaron a África desde Asia. Aunque sus parientes en Asia se extinguieron, sus descendientes en África prosperaron y se diversificaron. Cuando el puente quedó completamente formado, estos primates recolonizaron Asia.

Es un ejemplo de cómo la evolución convectiva a largo plazo del planeta interactúa con la evolución de la vida, señaló Straume.

Impactos climáticos y la desertificación del Sahara

La elevación de la Península Arábiga no solo afectó a las especies, sino también al clima. Las temperaturas oceánicas cercanas aumentaron, ampliando los rangos estacionales y volviendo más áridas las regiones desde el norte de África hasta Asia central. Los investigadores creen que este evento fue el detonante final para la desertificación del Sahara.

Además, los cambios topográficos intensificaron los monzones en Asia, aumentando las lluvias en el sureste del continente.

El estudio sintetiza investigaciones en campos tan diversos como tectónica de placas, convección del manto, paleogeografía, antropología evolutiva y climatología. Según Thorsten Becker, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Texas, este trabajo ofrece una síntesis provocativa, pero convincente, de avances recientes. La pregunta relevante es: ¿Cómo cambió nuestro planeta en general? ¿Cuáles son las conexiones entre la vida y la tectónica?, reflexionó Becker.

Los hallazgos subrayan cómo los procesos geológicos profundos pueden tener repercusiones impredecibles en la superficie, desde la formación de desiertos hasta el destino de nuestros ancestros. La Tierra, una vez más, demuestra que su historia geológica y biológica están indisolublemente entrelazadas.


FUENTES

The University of Texas at Austin

Straume, E.O., Faccenna, C., Becker, T.W. et al. Collision, mantle convection and Tethyan closure in the Eastern Mediterranean. Nat Rev Earth Environ 6, 299–317 (2025). doi.org/10.1038/s43017-025-00653-2


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