Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina) ha revelado nuevos detalles sobre el famoso Mecanismo de Anticitera, considerado la computadora más antigua del mundo. Este artefacto, descubierto en un naufragio griego del siglo I a.C., era utilizado para predecir fenómenos astronómicos como eclipses y movimientos planetarios. Sin embargo, la investigación sugiere que la forma triangular de sus engranajes y los errores de fabricación podrían haber comprometido su precisión e incluso provocado su fallo.
El Mecanismo de Anticitera es un complejo sistema de engranajes de bronce que funcionaba como un reloj astronómico. Aunque solo se conservan fragmentos, los estudios previos han permitido reconstruir su estructura y funciones principales, como mostrar las posiciones del Sol y la Luna, fechas de eclipses y ciclos calendáricos. Sin embargo, su exactitud siempre ha sido objeto de debate entre los expertos.
Los investigadores argentinos, liderados por el profesor Esteban Guillermo Szigety y el Dr. Gustavo Arenas, se centraron en dos factores clave: la forma triangular de los dientes de los engranajes y los errores de fabricación. A diferencia de los engranajes modernos, que tienen perfiles curvos para un movimiento suave, los del Mecanismo de Anticitera tenían dientes en forma de V. Esto causaba pequeñas aceleraciones y desaceleraciones en el movimiento, lo que introducía ligeras imprecisiones.

Mediante simulaciones por computadora, el equipo confirmó que, en condiciones ideales (sin errores de fabricación), estos dientes triangulares generaban desviaciones mínimas en las agujas del mecanismo. Por ejemplo, la aguja lunar mostraba una desviación máxima de solo 2,5 grados, un margen aceptable para la época. Sin embargo, el problema real surgía al combinar estos dientes con imperfecciones en su fabricación.
El estudio incorporó los errores documentados por el científico Mike Edmunds, quien analizó tomografías computarizadas de los engranajes. Edmunds identificó dos tipos de fallos: errores aleatorios, pequeñas desviaciones en la posición de los dientes; y errores sistemáticos, desplazamientos sinusoidales causados por ejes descentrados o marcas incorrectas al fabricar los engranajes.
Al simular estos errores en el modelo computacional, los investigadores descubrieron que, aunque las desviaciones en las agujas seguían siendo manejables (similares a las calculadas por Edmunds), el mecanismo enfrentaba un problema mayor: el bloqueo o desenganche de los engranajes.

El estudio reveló que, con los errores de fabricación observados, el mecanismo habría dejado de funcionar después de solo 120 días de uso (un tercio de su ciclo anual). En algunos casos, los engranajes se atascaban por completo, deteniendo todo el sistema. En otros, se desacoplaban, provocando que algunas agujas perdieran sincronización.
Si los errores fueran tan grandes como los medidos por Edmunds, el mecanismo no habría sido funcional, explican los investigadores. O bien nunca funcionó, o los errores originales eran menores y se agravaron por 2000 años bajo el mar.
Esta investigación respalda una teoría previa de Edmunds: el mecanismo podría haber sido más un instrumento educativo que una herramienta de precisión astronómica. Aunque sus predicciones no eran perfectas, habrían sido suficientes para enseñar conceptos celestes.
FUENTES
Esteban Guillermo Szigety, Gustavo Francisco Arenas, The Impact of Triangular-Toothed Gears on the Functionality of the Antikythera Mechanism. arXiv:2504.00327 [astro-ph.IM]. doi.org/10.48550/arXiv.2504.00327
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