Durante milenios, el fuego ha sido considerado un elemento esencial para la supervivencia humana: no solo proporcionaba calor en climas hostiles, sino que también permitía cocinar alimentos, fabricar herramientas e incluso servía como eje de las interacciones sociales. En el contexto de la Edad de Hielo europea, este recurso debió haber sido, sin lugar a dudas, un pilar vital para los grupos de cazadores-recolectores que enfrentaban temperaturas extremas.

Sin embargo, un aspecto ha desconcertado durante décadas a la comunidad científica: la escasez de evidencias arqueológicas bien conservadas que prueben el uso del fuego durante el periodo más gélido de este ciclo glacial, conocido como Último Máximo Glacial, ocurrido entre 26.500 y 19.000 años atrás.

Frente a este enigma, un equipo interdisciplinario de investigadores liderado por la Universidad del Algarve (Portugal) y la Universidad de Viena (Austria) ha logrado aportar valiosa información que ayuda a reconstruir el comportamiento de nuestros ancestros durante aquella etapa crítica. En el sitio prehistórico de Korman’ 9, situado en la ribera del río Dniéster en la actual Ucrania, los científicos han identificado y analizado tres estructuras de hogar que ofrecen pistas sobre la utilización del fuego por parte del Homo sapiens en pleno corazón de la glaciación. Los resultados de este estudio han sido publicados recientemente en la revista Geoarchaeology.

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(A) Mapa geológico del valle medio del Dniéster con Korman’ 9 resaltado. (B) Localización del yacimiento en el río Dniéster con las zanjas y secciones resaltadas. (C) Modelo digital de elevación del emplazamiento de Korman’9. Las estrellas indican la ubicación de los elementos de combustión. Crédito: W.C. Murphree & P.R. Nigst

Gracias a una combinación de técnicas geoarqueológicas avanzadas —como el análisis microestratigráfico, la micromorfología del sedimento y la colorimetría— el equipo fue capaz de caracterizar tres hogares planos, aparentemente simples, pero cuya complejidad tecnológica revela un manejo del fuego mucho más sofisticado de lo que se presumía para esa época. Las temperaturas alcanzadas en estas estructuras superaban los 600 °C, lo cual constituye evidencia clara de un conocimiento detallado de la pirotecnia incluso en condiciones ambientales extremas.

Uno de los hallazgos más destacados es que la principal fuente de combustible utilizada fue la madera, concretamente de abeto, según indican los análisis de carbón vegetal. Sin embargo, no se descarta el uso complementario de otras materias combustibles como grasa o huesos de animales. De hecho, algunos restos óseos hallados en el yacimiento muestran signos de haber sido sometidos a temperaturas superiores a los 650 °C. Según Marjolein D. Bosch —zooarqueóloga asociada a la Universidad de Viena, la Academia Austriaca de Ciencias y el Museo de Historia Natural de Viena— el equipo se encuentra aún investigando si estos huesos fueron utilizados intencionalmente como combustible o si simplemente fueron accidentalmente incinerados durante el uso de los hogares.

Aunque las tres estructuras identificadas comparten una forma abierta y plana, las diferencias entre ellas sugieren variaciones en su construcción y uso, posiblemente relacionadas con cambios estacionales. Uno de los hogares, más grande y con capas más gruesas de residuos, podría haber sido utilizado para generar calor más intenso o prolongado. Según Philip R. Nigst, arqueólogo de la Universidad de Viena y coautor del estudio, estos detalles indican que las poblaciones del Paleolítico superior no solo dominaban el fuego, sino que sabían adaptarlo a distintos fines, tanto funcionales como sociales, e incluso podrían haber reutilizado los mismos espacios en diferentes momentos del año durante sus migraciones cíclicas.

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Análisis colorimétrico para CF1. Localización de los sedimentos objetivo (círculos rojos), control (amarillo) y oxidados (OX) caracterizados en el análisis. Obsérvense las motas blancas en los sedimentos, que corresponden a precipitados secundarios de Ca, y los colores anaranjados, que corresponden a mayores cantidades de óxidos de Fe. Crédito: W.C. Murphree et al.

A pesar de la relevancia de estos hallazgos, la escasez generalizada de evidencias de uso del fuego en otros sitios correspondientes al Último Máximo Glacial sigue siendo motivo de debate. William Murphree, geoarqueólogo de la Universidad del Algarve y autor principal del estudio, plantea preguntas clave: ¿Pudo la alternancia de congelamiento y deshielo, característica del suelo en esa época, haber destruido la mayoría de los restos de hogares? ¿Fue la falta de recursos combustibles un impedimento? ¿O acaso se recurrió a soluciones tecnológicas alternativas a la quema tradicional?

Más allá de responder a estos interrogantes específicos, el equipo de investigadores apunta a contribuir a una comprensión más amplia del papel que desempeñó el dominio del fuego en la evolución humana. Tal como lo subrayan en su publicación, el fuego no solo fue una herramienta práctica, sino uno de los avances tecnológicos más fundamentales para la expansión de nuestra especie en diversos entornos del planeta.

Las investigaciones realizadas en Korman’ 9, que incluyeron excavaciones profundas bajo más de dos metros y medio de sedimentos de loess, han demostrado que, incluso en los periodos más adversos de la prehistoria, los grupos humanos no solo sobrevivieron, sino que lo hicieron mediante estrategias adaptativas complejas, de las cuales el manejo del fuego fue, sin duda, una pieza clave. Así, cada nueva traza de ceniza, cada resto calcinado o cada estructura térmica descubierta se convierte en una ventana hacia el ingenio humano en tiempos remotos y hostiles, y contribuye a desentrañar los mecanismos que hicieron posible nuestra persistencia como especie.


FUENTES

Universität Wien Murphree, W.C., Ferro-Vázquez, C., et al., (2025), Fire Use During the Last Glacial Maximum: Evidence From the Epigravettian at Korman’ 9, Middle Dniester Valley, Ukraine. Geoarchaeology, 40: e70006. doi.org/10.1002/gea.70006


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