Ubicada en la costa occidental de Turquía, frente a Atenas, la ciudad de Teos fue en la antigüedad un centro neurálgico de la cultura, el arte y el comercio en el mundo helenístico y romano. Aunque hoy en día solo quedan sus ruinas, hace más de dos mil años esta ciudad fue un enclave de gran importancia.
Desde el siglo III de nuestra era, la región ha permanecido casi deshabitada y, lo que es más relevante para los arqueólogos, no se han construido estructuras modernas sobre sus vestigios, permitiendo así investigaciones sin interferencias contemporáneas.
Aprovechando esta oportunidad única, la arqueóloga Mantha Zarmakoupi, profesora en la Universidad de Pensilvania, ha liderado excavaciones centradas en el bouleuterion, un antiguo edificio del consejo de la ciudad.

Este espacio, considerado el mejor conservado de Teos, ha comenzado a revelar información clave sobre la historia temprana de la urbe y la evolución de sus estructuras políticas y arquitectónicas.
Tras cuatro temporadas de trabajo de campo, los investigadores han logrado establecer una línea de tiempo precisa para el bouleuterion y sus modificaciones a lo largo de los siglos. Originalmente construido a finales del siglo III a.C. durante el período helenístico, el edificio sufrió una importante transformación en el siglo I de nuestra era, cuando se añadió un pórtico durante la dominación romana.
Según Peter Satterthwaite, doctorando en historia antigua y colaborador del proyecto, este edificio jugó un papel crucial en la vida política de la ciudad, funcionando como el centro de deliberación de las decisiones democráticas de la comunidad.

Sin embargo, uno de los hallazgos más sorprendentes del equipo de arqueólogos se produjo al excavar las capas más profundas del yacimiento. Bajo una acumulación de tierra y escombros, emergió el borde de un mosaico que, al continuar los trabajos, resultó ser parte de al menos dos mosaicos distintos, situados en habitaciones separadas y datados en el siglo III a.C.
Uno de ellos ha captado especialmente la atención de los expertos: representa a dos cupidos en combate, figuras vinculadas a Eros, el dios griego del amor, cuya iconografía está estrechamente relacionada con Dioniso, el dios del vino y principal divinidad de Teos.
Es una sensación de euforia absoluta, afirmó Zarmakoupi al describir el momento en que descubrió los mosaicos. Es ese instante en el que te das cuenta de que estás ante algo verdaderamente especial.
Además de estas revelaciones artísticas, los arqueólogos también han encontrado una monumental inscripción que ha comenzado a ser descifrada, proporcionando pistas adicionales sobre la vida política y cultural de la antigua ciudad. Con cada nueva excavación, Teos sigue desvelando fragmentos de su pasado, ofreciendo una ventana invaluable a la civilización helenística y romana y reafirmando su relevancia en el estudio de las antiguas estructuras democráticas del Mediterráneo.
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