En 1882, en una tumba etrusca cerca de Veyes a unos 16 kilómetros al norte de Roma, se encontró un cántaro griego, un olpe que había permanecido oculto en una cámara sepulcral bloqueada ya en la Antigüedad por un derrumbe, lo que permitió que llegara hasta nosotros en un estado de conservación excepcional.
No era etrusco sino que había sido elaborado en Corinto alrededor del año 640 a.C. y, de alguna manera, terminó su viaje en tierras italianas, probablemente como un objeto de lujo importado por la aristocracia etrusca. Junto a él había también un ánfora de bucchero (un tipo de cerámica negra) que lleva inscritas cinco líneas en dos alfabetos etruscos.
La producción de este vaso coincide, por tanto, con el periodo de dominio de la dinastía de los Cipselidas en Corinto, quienes, como tiranos, promovieron las artes y la prosperidad artística de la ciudad, atrayendo a los mejores artesanos de otras polis griegas.

Conocido como Olpe de Chigi, por haber sido descubierto en terrenos que pertenecían a la familia principesca romana de ese nombre, no es solo una obra maestra de la cerámica protocorintia del siglo VII a.C., sino también la primera representación visual conocida del mito del Juicio de Paris, y de la formación de falanges hoplitas.
En sus 26 centímetros de altura, el vaso despliega tres niveles narrativos, cada uno representando una faceta de la sociedad y el pensamiento griego de la época:
El friso superior nos transporta a un campo de batalla donde un grupo de hoplitas avanza en formación de falange, una innovación militar que pronto definiría el poderío de las polis griegas. Un músico con un aulós (flauta doble) marca el ritmo de la marcha, aportando dinamismo a la escena. Se trata de la más antigua representación conocida de la formación de falanges hoplitas.
El registro superior, pintado en negro, blanco y dos tonos de marrón sobre el color crema de la terracota, muestra soldados de infantería equipados con yelmos, escudos y lanzas, entrando en combate con un vigor y una libertad superiores, incluso, a las de la escultura asiria coetánea.
Frederick Hartt, Arte

En el friso central el arte del pintor alcanza su punto álgido, representando una escena de caza de leones que deja en el aire la incógnita de si éstos todavía habitaban el Peloponeso en el siglo VII a.C. Y, escondida bajo el asa del vaso aparece el único elemento mítico dentro del conjunto de escenas realistas: el Juicio de Paris. Un joven llamado Alejandro (el otro nombre de Paris) se encuentra rodeado por tres diosas —Atenea, Hera y Afrodita— y por Hermes, el mensajero de los dioses.
A través de una decisión aparentemente trivial —elegir a la diosa más hermosa—, Paris desatará el conflicto más legendario de la antigüedad, pues su elección de Afrodita le concederá el amor de Helena y, con ello, provocará la Guerra de Troya.
El mito del Juicio de Paris no aparece en la Ilíada de Homero, sino en un poema épico anterior llamado la Cipria. Este relato, hoy perdido en su mayor parte, contaba los acontecimientos que precedieron a la Guerra de Troya, proporcionando el trasfondo necesario para comprender el inicio del conflicto.

El hecho de que el Olpe de Chigi muestre esta escena, la representación del mito más antigua que existe, sugiere que este ya era ampliamente conocido en el siglo VII a.C., lo que confirma la existencia de una rica tradición oral antes de que Homero compusiera sus epopeyas.
Sin embargo, algunos autores ven en la posición casi marginal de la escena una plantación emblemática de la indiferencia del arte corintio orientalizante hacia el mito y la narrativa en general.
El friso inferior nos muestra otra animada escena de caza, donde cazadores y perros persiguen liebres en medio de un paisaje agitado por el viento, aportando un inusual sentido de movimiento a la composición.

El creador del Olpe de Chigi sigue siendo un misterio, aunque los expertos lo han bautizado como el Pintor del Olpe Chigi o el Pintor de Ecfanto (pintor corintio al que Plinio el Viejo atribuye la invención de la pintura polícroma). Su estilo es único dentro de la cerámica protocorintia, ya que introduce técnicas innovadoras como la superposición de figuras para sugerir profundidad y el uso de colores adicionales más allá del típico negro y rojo.
Además, este artista se adelantó a su tiempo al incluir inscripciones que identifican a los personajes. En un mundo donde la narración pictórica aún estaba en sus primeras etapas, marcar los nombres de Paris, Afrodita, Hera, Atenea y Hermes en un vaso fue una auténtica revolución. Es posible que el pintor estuviera inspirado por los grandes murales de la época, hoy perdidos, que también utilizaban textos para complementar las imágenes.
Hoy el Olpe de Chigi se conserva en el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia en Roma, junto a otras obras maestras de la cultura etrusca.
FUENTES
Matteo D’Acunto, Il mondo del vaso Chigi
Frederick Hartt, Arte
Fernando Echeverría Rey, Ciudadanos, campesinos y soldados. El nacimiento de la “Pólis” griega y la teoría de la “revolución hoplita”
The Beazley Archive, Chigi olpe
Wikipedia, Olpe de Chigi
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