Un reciente hallazgo arqueológico en la Cueva de Tinshemet, ubicada en el centro de Israel, ha proporcionado evidencias contundentes de que Neandertales y Homo sapiens no solo coexistieron en la región, sino que también compartieron tecnología, costumbres de vida y rituales funerarios, lo que sugiere una relación mucho más estrecha de lo que se pensaba anteriormente.

Las excavaciones en la Cueva de Tinshemet han estado en marcha desde 2017, lideradas por un equipo de expertos de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad de Tel Aviv, entre ellos el profesor Yossi Zaidner, el profesor Israel Hershkovitz y la doctora Marion Prévost.

Su objetivo principal ha sido determinar la naturaleza de las interacciones entre Homo sapiens y Neandertales en el Levante del Paleolítico Medio. ¿Fueron competidores por recursos?, ¿vivieron en paz como vecinos? o incluso, ¿colaboraron entre ellos?

Neandertales sapiens compartieron tecnología y costumbres
Arqueólogos trabajan en el interior de la cueva de Tinshemet. Crédito: Yossi Zaidner

El sitio ha resultado ser un yacimiento arqueológico de gran valor, ya que en él se han encontrado enterramientos humanos, los primeros de este periodo en más de cincuenta años. Estos hallazgos indican que ambas especies humanas compartieron no solo el territorio, sino también prácticas simbólicas y sociales, lo que contribuyó a la evolución de la cultura y la tecnología.

El estudio analiza cuatro ámbitos fundamentales: la producción de herramientas de piedra, las estrategias de caza, los comportamientos simbólicos y la complejidad social. La combinación de estos factores permite a los investigadores concluir que existió una interacción significativa entre diferentes grupos humanos, lo que llevó a un intercambio de conocimientos y costumbres. Este proceso habría impulsado la homogeneización cultural y favorecido el desarrollo de innovaciones sociales.

Uno de los aspectos más destacados del estudio es la aparición de rituales funerarios organizados en la región hace aproximadamente 110.000 años. Esta práctica, que podría haber surgido como consecuencia de una mayor interacción social, marca un hito en la historia de la humanidad.

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Artefacto lítico de la cueva de Tinshemet fabricado con tecnología compartida por Homo sapiens y neandertales. Crédito: Marion Prévost

Además, se ha encontrado un uso significativo de pigmentos minerales, especialmente ocre, en los restos hallados en la cueva, lo que sugiere que estos grupos utilizaban decoraciones corporales posiblemente con un sentido simbólico o identitario.

La concentración de enterramientos en la Cueva de Tinshemet plantea preguntas intrigantes. ¿Podría este sitio haber sido un cementerio o un espacio ceremonial utilizado por distintas comunidades humanas? Si esta hipótesis se confirma, indicaría la existencia de rituales compartidos y fuertes vínculos comunitarios entre los habitantes de la región.

En algunas de las tumbas, se encontraron herramientas de piedra, huesos de animales y fragmentos de ocre, lo que podría apuntar a creencias tempranas en una vida después de la muerte.

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Ocre. La cueva de Tinshemet demuestra el uso extensivo del ocre (pigmentos minerales), que puede haber sido utilizado para la decoración corporal. Crédito: Yossi Zaidner

El profesor Zaidner describe a Israel como un «crisol de culturas» donde distintos grupos humanos se encontraron, interactuaron y evolucionaron juntos. Según él, los datos obtenidos refuerzan la idea de que la conexión entre poblaciones ha sido un motor fundamental en el desarrollo de innovaciones culturales y tecnológicas a lo largo de la historia.

Por su parte, la doctora Prévost destaca la posición geográfica única del Levante, que lo convirtió en un punto de encuentro entre distintas poblaciones humanas. Durante el Paleolítico Medio, las mejoras climáticas favorecieron la expansión demográfica y propiciaron el contacto entre diversas especies humanas, impulsando el intercambio de conocimientos y costumbres.

El profesor Hershkovitz añade que la interconexión de los estilos de vida entre los distintos grupos humanos en la región es una prueba más de que las relaciones entre ellos eran más complejas de lo que se pensaba. No se trataba simplemente de coexistencia, sino de una interacción dinámica en la que la cooperación y la competencia jugaron un papel clave.

Los hallazgos en la Cueva de Tinshemet nos ofrecen una ventana única a las estructuras sociales, los comportamientos simbólicos y la vida cotidiana de los primeros grupos humanos en la región. Estos descubrimientos abren nuevas líneas de investigación sobre cómo se formaron las primeras sociedades complejas y cómo la interacción entre especies humanas contribuyó a la evolución cultural.


FUENTES

Hebrew University of Jerusalem

Zaidner, Y., Prévost, M., Shahack-Gross, R. et al. Evidence from Tinshemet Cave in Israel suggests behavioural uniformity across Homo groups in the Levantine mid-Middle Palaeolithic circa 130,000–80,000 years ago. Nat Hum Behav (2025). doi.org/10.1038/s41562-025-02110-y


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