El comercio ha sido, desde tiempos inmemoriales, una de las principales fuerzas impulsoras del contacto entre civilizaciones. En este contexto, la Ruta de la Seda desempeñó un papel crucial al conectar el mundo mediterráneo con el Lejano Oriente. Entre las muchas figuras que contribuyeron a este intercambio, uno de los primeros fue Maes Titianus. Este comerciante macedonio, de ascendencia romana y siria, organizó una expedición que se adentró en Asia aprovechando una pausa en las guerras entre romanos y partos.
Maes Titianus procedía de una familia de mercaderes que había obtenido la ciudadanía romana, posiblemente gracias a la influencia de Marco Titio, un gobernador romano de Siria que mantenía lazos diplomáticos con la nobleza parta. Su nombre, que combina elementos macedonios y latinos, sugiere una herencia cultural diversa, con raíces en Anatolia y el Ponto. Hablante de griego, se encontraba inmerso en el mundo comercial del Mediterráneo oriental y, como muchos de sus contemporáneos, era consciente del valor de las rutas comerciales que unían a Roma con los ricos mercados de Asia.
El conocimiento sobre la existencia de una gran civilización en el Lejano Oriente era fragmentario en Occidente. Las noticias sobre China llegaban a través de intermediarios partos y kushanes, quienes controlaban el comercio de la seda y aumentaban los precios de los productos chinos. Consciente de la posibilidad de reducir estos costos y establecer un contacto más directo con el Este, Maes Titianus decidió organizar una expedición propia para verificar de primera mano las rutas y condiciones del comercio.

A finales del siglo I o principios del siglo II d.C., Maes Titianus envió una caravana desde Siria con el objetivo de alcanzar las regiones orientales de Asia. En este periodo, la dinastía Han había restablecido su autoridad en los reinos del Tarim gracias a las campañas del general Ban Chao, lo que favorecía la seguridad en las rutas comerciales. Aprovechando esta estabilidad relativa, la expedición de Maes cruzó el territorio parto y avanzó por las rutas caravaneras que atravesaban Irán, Afganistán y el norte del Imperio Kushan.
Claudio Ptolomeo escribió en el siglo II d.C. que el geógrafo Marino de Tiro contaba que Maes había llegado hasta la Torre de Piedra, un enclave geográfico considerado el punto intermedio de la Ruta de la Seda que se encontraba en el corredor montañoso entre Samarcanda y el basín del Tarim, posiblemente en las montañas del Pamir, cerca de la frontera con China.
Marino nos cuenta que cierto macedonio denominado Maen, quien era también llamado Titian, hijo de un mercader y comerciante él mismo, anotó la longitud de su viaje a la Torre de Piedra, aunque no llegó a Sera en persona, sino que envió a otro allí.
Ptolomeo, Geografía I.11
Allí, los agentes comerciales de Maes fueron interceptados por las autoridades chinas y escoltados hasta Luoyang, la capital de la dinastía Han. De lo dicho por Ptolomeo parece deducirse que Maes no los acompañó, sino que esperó en la Torre de Piedra. Durante su estancia en la corte, fueron recibidos por el emperador He y ofrecieron tributo en forma de sedas sirias y monedas de oro con la efigie del emperador Trajano. Sin embargo, al no identificarse como ciudadanos romanos, sino como macedonios, los chinos no los asociaron con el imperio conocido como «Da Qin» en sus registros.

El testimonio de la expedición se difundió entre los comerciantes de Siria y Egipto, lo que aumentó el interés por los productos chinos, en particular la seda. Sin embargo, el control de las rutas por parte de los partos y kushanes dificultó la posibilidad de un comercio directo y sostenido entre Roma y China.
A pesar de su importancia, la expedición de Maes Titianus presenta varios desafíos para los historiadores. Las únicas referencias a él provienen de fuentes secundarias. Ptolomeo, por ejemplo, reinterpretó la duración y distancias del trayecto, lo que llevó a errores cartográficos en su obra. Se estima que la expedición pudo haber durado entre siete meses y dos años, dependiendo de la ruta exacta seguida y de los periodos de estancia en cada destino.
Otra cuestión debatida es el propósito exacto del viaje. Algunos estudiosos, como Max Cary, sugieren que Maes buscaba eliminar intermediarios en el comercio de la seda, asegurando un acceso más directo a los productores chinos. Otros consideran que la expedición tenía un carácter exploratorio más que comercial, ya que no existen registros de una continuación de estas expediciones por parte de Roma.

A su regreso Maes escribió un relato completo del viaje realizado por sus mercaderes, pero de él solo conservamos los pocos datos mencionados por Ptolomeo.
Curiosamente, en el año 97 d.C. el general chino Ban Chao envió una embajada al Imperio Romano. Según el Hou Hanshu (Libro de los últimos Han) compilado por el historiador Fan Ye en el siglo V d.C.:
En el noveno año de Yongyuan (97 d.C.), Ban Chao envió a su ayudante Gan Ying hasta la costa en el extremo del mar Occidental y regresó. Las antiguas generaciones nunca habían llegado a ninguno de estos sitios.
Gan Ying no llegó a Roma, se detuvo al llegar al Golfo Pérsico en la frontera del imperio Parto, desanimado al conocer por los marineros partos que el viaje era peligroso y podía durar dos años. ¿Es posible que esta embajada fuera la respuesta al contacto establecido por la expedición de Maes Titianus? Las fechas coinciden, pero las fuentes no dicen nada en ese sentido.
FUENTES
Riaz Dean, The Stone Tower: Ptolemy, the Silk Road, and a 2,000-year-old Riddle
Igor’ Vasil’evich P’iankov, Maes Titianus, Ptolemy and the “Stone Tower” on the Great Silk Road
J. L. Berggren, Alexander Jones, Ptolemy’s Geography: An Annotated Translation of the Theoretical Chapters
Cary, M. (1956). Maës, Qui et Titianus. The Classical Quarterly, 6(3/4), 130–134. jstor.org/stable/636905
Wikipedia, Maes Titianus
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.