La Epopeya de Gilgamesh, considerada la obra literaria más antigua de la humanidad, ha sido objeto de estudio durante siglos. Su influencia se ha extendido por distintas culturas y su historia ha sido transmitida a lo largo de milenios. Recientemente, estudios sobre una versión hitita del poema han abierto nuevas perspectivas sobre su transmisión y adaptación en el mundo antiguo.
Investigaciones recientes han identificado fragmentos de la epopeya en tablillas halladas en la antigua ciudad de Hattusa, capital del Imperio Hitita, situada en la actual Turquía. Estos textos revelan no solo la difusión del mito mesopotámico, sino también las adaptaciones que sufrió al ser adoptado por una cultura distinta de la sumeria o la acadia.
El análisis de los textos hititas muestra que el relato de Gilgamesh no se limitó a las ciudades de Uruk y Babilonia, sino que también llegó a Anatolia. La versión hitita presenta elementos en común con las versiones acadias y babilónicas, aunque con variaciones en la estructura y en los detalles narrativos. En particular, se han encontrado fragmentos que relatan la historia de Gilgamesh y Enkidu, dos figuras centrales de la epopeya, y sus hazañas en la lucha contra seres mitológicos y divinos.

Los textos, escritos en cuneiforme sobre tablillas de arcilla, se han conservado gracias a las excavaciones en Hattusa. Su traducción ha sido un proceso complejo debido a la fragmentación y al estado de conservación de las tablillas, pero los expertos han logrado reconstruir algunos pasajes claves del relato.
Uno de los aspectos más interesantes del hallazgo es la forma en que los hititas reinterpretaron la historia de Gilgamesh. En la versión hitita, la estructura del relato conserva la esencia del original mesopotámico, pero introduce matices propios de la cultura anatolia. Por ejemplo, mientras que en la versión babilónica Gilgamesh es presentado como un rey tirano que aprende sobre la mortalidad y la sabiduría a través de la pérdida de su amigo Enkidu, en la versión hitita parece haber una mayor énfasis en la relación con los dioses y en el papel del destino.
Asimismo, las diferencias en los nombres y en la representación de los dioses sugieren una adaptación religiosa, en la que el panteón hitita sustituye algunos de los dioses mesopotámicos. Estos cambios evidencian no solo una apropiación del mito, sino también una resignificación que permitía su inserción en la tradición oral y escrita de Anatolia.
El hallazgo de la versión hitita de Gilgamesh subraya la increíble capacidad de los relatos antiguos para viajar y transformarse. La epopeya no se mantuvo confinada a su lugar de origen, sino que fue absorbida por diferentes civilizaciones, cada una de las cuales le imprimió su propio sello.

El caso de la versión hitita es particularmente significativo porque demuestra que los hititas no solo adoptaron elementos culturales de Mesopotamia, sino que también participaron activamente en la reinterpretación de sus mitos. La existencia de fragmentos en hurrita dentro del corpus hitita sugiere además un intercambio con otras culturas de la región, lo que reafirma la complejidad y riqueza del mundo antiguo.
A pesar de la importancia del hallazgo, la reconstrucción del texto hitita sigue siendo un desafío. Muchas de las tablillas están dañadas o incompletas, lo que impide tener una versión definitiva del relato. Sin embargo, los avances en la traducción y comparación con otras versiones han permitido arrojar luz sobre su contenido.
Los especialistas han utilizado herramientas de filología comparativa para analizar los términos y expresiones en hitita y su relación con las lenguas mesopotámicas. Esto ha permitido identificar pasajes conocidos y reconstruir partes del texto con un alto grado de precisión. No obstante, aún quedan lagunas en la narración que podrían resolverse con nuevos descubrimientos arqueológicos.
Este hallazgo refuerza la idea de que el conocimiento y la cultura no tienen límites. Así como Gilgamesh viajó en busca de la inmortalidad, su historia ha viajado a través del tiempo y el espacio, demostrando que los mitos que forjaron la humanidad aún tienen mucho por revelar.
FUENTES
Irine Tatishvili, The Hittite Version of the Gilgamesh Epic. Chronos, No.5 (2024)
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