Ubicado en una región aislada por montañas a lo largo de la Gran Falla del Rift en África Oriental, el Lago Tanganica se extiende por más de 600 kilómetros y es el lago más profundo del continente. Con aproximadamente el 16% del agua dulce disponible en el mundo, este ecosistema ha sido testigo de eventos biológicos extraordinarios. Según un estudio reciente de la Universidad de California en Santa Cruz (UC Santa Cruz), una explosión de supernova ocurrida hace entre dos y tres millones de años podría haber desempeñado un papel fundamental en la diversificación de los virus que infectan a los peces en este vasto cuerpo de agua.
La investigación, liderada por la exestudiante de licenciatura Caitlyn Nojiri, en colaboración con el profesor de astronomía y astrofísica Enrico Ramírez-Ruiz y la investigadora postdoctoral Noémie Globus, examinó isótopos de hierro para identificar la huella de una supernova de hace 2.5 millones de años. Los científicos sugieren que la radiación emitida por esta catástrofe estelar habría sido lo suficientemente intensa como para inducir mutaciones en los organismos terrestres, incluyendo los virus del Lago Tanganica. El estudio fue publicado en la revista Astrophysical Journal Letters.
Nojiri destacó la relevancia de este hallazgo, señalando que es fascinante descubrir de qué manera eventos astronómicos distantes pueden haber influido en la vida en la Tierra y en la habitabilidad del planeta.

El estudio se inició en los fondos oceánicos, donde los investigadores detectaron la presencia de hierro-60, un isótopo radioactivo generado por explosiones estelares. Al analizar la desintegración de este elemento, determinaron que existían dos conjuntos de isótopos de diferente antigüedad: uno de aproximadamente 6,5 millones de años y otro de 2,5 millones de años.
Para rastrear el origen de este material, los científicos reconstruyeron el movimiento de los cuerpos celestes en la región de la Vía Láctea. Descubrieron que nuestro sistema solar, actualmente ubicado en una región de baja densidad interestelar llamada la Burbuja Local, habría atravesado una zona rica en polvo estelar hace 6,5 millones de años, lo que explica la presencia del hierro más antiguo. Posteriormente, una supernova cercana habría estallado entre dos y tres millones de años atrás, esparciendo la segunda tanda de isótopos radiactivos en la Tierra.
Nojiri explicó que el hierro-60 nos permite rastrear la actividad de supernovas pasadas. Estamos convencidos de que una de ellas ocurrió en ese periodo de tiempo.

Al simular los efectos de esta supernova, el equipo descubrió que la Tierra habría sido bombardeada por rayos cósmicos durante 100000 años tras la explosión. Esta radiación coincide con un aumento registrado previamente en la radiación terrestre en esa época, lo que había desconcertado a los astrónomos durante años.
Más allá de resolver un enigma astronómico, este estudio planteó una pregunta intrigante: ¿podría la radiación de una supernova haber alterado el ADN de organismos en la Tierra? Sabemos por investigaciones previas que la radiación puede dañar el ADN, y esto podría haber acelerado cambios evolutivos o mutaciones en células, explicó Nojiri.
El equipo de investigación encontró una coincidencia temporal entre la supernova y un notable aumento en la diversidad de virus en los peces del Lago Tanganica. Aunque no pueden afirmar con certeza que ambos eventos estén relacionados, consideran que la correlación es llamativa y merece más investigación.
FUENTES
University of California Santa Cruz
Caitlyn Nojiri, Noémie Globus, Enrico Ramirez-Ruiz, Life in the Bubble: How a Nearby Supernova Left Ephemeral Footprints on the Cosmic-Ray Spectrum and Indelible Imprints on Life. The Astrophysical Journal Letters, 979 L18. DOI 10.3847/2041-8213/ada27a
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.