En 2008, durante una excavación arqueológica en los terrenos donde se construiría un nuevo campus de la Universidad de York, un descubrimiento inesperado sorprendió a la comunidad científica. Un cráneo humano, enterrado en un pozo en Heslington, Yorkshire, contenía en su interior un cerebro sorprendentemente bien conservado, a pesar de haber pasado 2600 años bajo tierra.

Este hallazgo, llevado a cabo por el York Archaeological Trust, no solo reveló el cerebro antiguo mejor preservado del mundo, sino que también planteó múltiples interrogantes sobre la ciencia de la conservación biológica y las prácticas rituales de la Edad del Hierro en Eurasia.

El sitio de la excavación, situado en el borde oriental de la aldea de Heslington, cerca de la ciudad de York, había sido un asentamiento humano permanente durante más de 2000 años. Los arqueólogos encontraron pruebas de ocupación que databan desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, con estructuras que indicaban la presencia de viviendas circulares y una organización comunitaria compleja.

Cerebro 2600 años edad hierro conservado
Excavación arqueológica en el emplazamiento para la ampliación de la Universidad de York en Heslington East en 2008. Crédito: James Gunn / Wikimedia Commons / Flickr

Entre los objetos desenterrados en el sitio, se hallaron varios depósitos rituales, incluyendo un cuerpo de ciervo sin cabeza en un canal de drenaje, astas de venado y piedras calcinadas. Pero el hallazgo más enigmático fue, sin duda, el cráneo humano, que mostraba signos evidentes de una muerte violenta y un entierro deliberado.

El análisis forense del cráneo reveló que pertenecía a un hombre de entre 26 y 45 años, probablemente en su treintena, quien había sido ahorcado antes de ser decapitado con un cuchillo de hoja delgada. El corte en la base del cráneo fue limpio y preciso, lo que sugiere que pudo haber sido realizado con una herramienta afilada por alguien con experiencia en estas prácticas.

Tras la decapitación, la cabeza fue depositada en el pozo y enterrada rápidamente, sin que el resto del cuerpo fuera encontrado en las proximidades. Por ello los investigadores creen que se trata de un sacrificio humano o una ejecución ritual, una práctica que ha sido documentada en otras culturas de la Edad del Hierro.

Cerebro 2600 años edad hierro conservado
Los restos cerebrales y el sedimento in situ en el cráneo abierto. Dos de las masas más grandes están indicadas por las flechas. Crédito: York Archaeological Trust

Lo más asombroso del hallazgo no es solo la antigüedad del cerebro, sino su extraordinario estado de conservación. Cuando el cráneo fue examinado en el laboratorio del York Archaeological Trust, la conservadora Rachel Cubitt notó un material amarillento en su interior.

La estructura del cerebro había sobrevivido, a diferencia del resto de los tejidos blandos, que habían desaparecido hace milenios. Al ser extraído en el Hospital de York, se descubrió que había encogido hasta un 20% de su tamaño original, pero conservaba sus pliegues neuronales y una textura descrita como resiliente y similar al tofu.

El enigma de su preservación ha generado diversas teorías. La combinación de un entorno anóxico, caracterizado por la falta de oxígeno, y la humedad constante del suelo parecen haber sido factores determinantes. Además, la decapitación inmediata pudo haber prevenido la proliferación de bacterias intestinales, que normalmente aceleran la descomposición del cuerpo humano.

En contraste con otros cerebros hallados en entornos húmedos, este no mostraba rastros de adipocira, un compuesto ceroso que se forma en condiciones de descomposición. En su lugar, los análisis químicos revelaron la presencia de un material orgánico desconocido, que reemplazó en gran medida las proteínas y lípidos originales del tejido cerebral.

Cerebro 2600 años edad hierro conservado
Fragmentos de cerebro, después de la limpieza. a, circunvoluciones superficiales y b, meninges en la masa A, y c, superficie de fractura en la masa C. Crédito: Sonia O’Connor

Para comprender mejor este fenómeno, los científicos llevaron a cabo experimentos enterrando cabezas de cerdo en distintos puntos del campus de la Universidad de York, imitando las condiciones del entierro del cráneo de Heslington. Sin embargo, hasta el momento, ninguna de las muestras ha mostrado un nivel de conservación similar.

Estudios más recientes, publicados en el Journal of the Royal Society Interface en 2020, han identificado más de 800 proteínas en la muestra del cerebro. Algunas de estas proteínas, sorprendentemente, se encontraban en condiciones lo suficientemente buenas como para provocar una respuesta inmune. Se ha propuesto que la formación de agregados proteicos densamente empaquetados podría haber jugado un papel crucial en la preservación del tejido, evitando su degradación rápida.

El cerebro de Heslington es un hallazgo excepcional que desafía las explicaciones convencionales sobre la conservación de tejidos blandos en contextos arqueológicos. Aún queda mucho por descubrir sobre las condiciones exactas que permitieron su supervivencia y sobre las prácticas culturales de la comunidad que, hace 2600 años, decidió enterrar una cabeza humana en un pozo.

Lejos de haber resuelto un misterio, ha abierto una ventana fascinante a los procesos naturales excepcionales se combinaron para preservar una parte del órgano más frágil y enigmático del ser humano.


FUENTES

University of York, Iron Age ‘sacrifice’ is Britain’s oldest surviving brain

University of York, Scientists trace violent death of Iron Age man

Sonia O’Connor, Esam Ali, et al., Exceptional preservation of a prehistoric human brain from Heslington, Yorkshire, UK. Journal of Archaeological Science, Volume 38, Issue 7, July 2011, Pages 1641-1654. doi.org/10.1016/j.jas.2011.02.030

Wikipedia, Cerebro de Heslington


  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.