La declaración unilateral de independencia realizada por Croacia en junio de 1991 respecto a Yugoslavia no surgió de la nada. Ocurrió en un contexto de creciente nacionalismo por ambas partes ante la disolución progresiva del régimen comunista y cuyas raíces habría que ir rastreando en el tiempo; no olvidemos episodios como el del estado títere de la Alemania nazi gobernado por el movimiento fascista Ustacha o incluso el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria que encendió la chispa de la Primera Guerra Mundial. Un poco más cerca cronológicamente, en 1972, estuvo la intentona de un puñado de insurgentes, el llamado Grupo Bugojno, que intentó organizar un levantamiento general fracasando en el empeño.
Podían haberse ahorrado el desastre si no hubieran ignorado el similar desenlace que sufrió la guerrilla antifranquista que trató de hacer algo similar en la España de los años cuarenta sin entender que la gente estaba agotada física y mentalmente después de casi tres años de guerra civil, por lo que los maquis, como se los llamaba, se quedaron solos en su quimérico empeño. Sin embargo, el contexto internacional de la segunda mitad de la década de los sesenta, con el afianzamiento de la Revolución Cubana, el estallido de la Guerra del Vietnam y la idea del Ché Guevara de promover movimientos guerrilleros en América partiendo de células muy pequeñas, quizá convencieron a los croatas de que era el momento.
Curiosamente, todo empezó muy lejos; en las antípodas y no es una simple expresión, ya que el Grupo Bugojno fue organizado en Australia por miembros de la Ustacha que habían logrado escapar de los partisanos yugoslavos tras la Segunda Guerra Mundial y se habían refugiado allí en un proceso denominado ratlines (vías de escape para pronazis). Aunque se les acusaba de genocidio contra minorías étnicas y políticas (serbios, judíos, gitanos, izquierdistas), las autoridades australianas los acogieron y hasta les concedieron la ciudadanía al haberse polarizado el mundo en los bloques capitalista y comunista, cristalizando en la Guerra Fría.

La comunidad croata australiana se había manifestado en contra de la Ustacha y del NDH (Nezavisna Država Hrvatska, Estado Independiente Croata, tutelado por Hitler), pero sus voces fueron quedando ahogadas poco a poco por las de los recién llegados, entre los que había criminales de guerra como Djujo Krpan y Ljubomir Vuina. Furibundos anticomunistas, obtuvieron la complicidad pasiva de los gobiernos liberales australianos para empezar a organizar actividades terroristas en los sesenta en su país de adopción contra los consulados yugoslavos y otros objetivos de izquierdas. No obstante, pronto extendieron sus horizontes y en 1963 saltaron a territorio yugoslavo con su primera acción.
Las autoridades de Yugoslavia descubrieron a una banda de croatas-australianos que planeaban asesinar funcionarios e incitar a una rebelión en lo que bautizaban como Operación Kangaroo. El gobierno de Tito respondió por medio del UBDA (Uprava Državne Bezbednosti, es decir, Dirección de Seguridad del Estado), la policía secreta, que empezó a eliminar a los dirigentes del HRB (Hrvatsko Revolucionarnoando Bratstvo, la Hermandad Revolucionaria Croata), organización separatista fundada en 1961. El intercambio de golpes se sucedió a lo largo de la década: si unos colocaban bombas en un cine y la estación ferroviaria de Belgrado, otros detenían a dirigentes o los mataban directamente.
La cosa se agravó aún más a partir de 1969 con un incremento de los atentados y la muerte de VJekoslav Luburić, un genocida croata responsable de campos de concentración durante la guerra, asesinado en España -donde se había escondido- por agentes yugoslavos. Dos años antes un grupo de poetas y filólogos croatas había publicado la Declaración sobre la situación y el nombre del idioma estándar croata, con la que denunciaban la imposición del idioma serbocroata en todos los ámbitos, en detrimento de otras lenguas. El serbocroata era una de las herramientas propuestas por Tito para intentar armonizar el puzzle étnico de Yugoslavia, pero, como vemos, no fue bien recibida.

La protesta de los literatos, inicialmente ceñida a lo lingüístico, pronto desbordó ese corsé para expanirse a la cultura, la economía y la política, sumándose intelectuales y estudiantes; inevitablemente, hubo disturbios callejeros que fueron creciendo y acabaron duramente reprimidos ante la amenaza de Moscú de intervenir si no se acababa con ellos cuanto antes. Ese episodio, ocurrido entre marzo de 1967 y diciembre de 1971, fue lo que ha pasado a la Historia como la Hrvatsko proljeće o Primavera croata y, aunque el gobierno intentó aplacarlo luego con una nueva constitución conciliadora, ya estaba servido el caldo de cultivo para pasar a mayores.
Fue entonces cuando la HRB creó el Grupo Bugojno, con el objetivo de alcanzar por la fuerza la independencia de Croacia y la recuperación de un estado propio. Los dirigentes de la HRB opinaban que la Primavera croata había concienciado a su gente lo suficiente como para que apoyase una insurrección armada, así que empezaron a reunir armas y dinero con los que equipar a los primeros activistas que tendrían la responsabilidad de prender la mecha en el sur del país. La mayoría de los elegidos eran residentes en Australia, lógicamente, pero el material se adquirió en la República Federal Alemana y el adiestramiento se llevó a cabo en un campamento ubicado en Garanas, Austria, muy cerca de la frontera con Yugoslavia.
De los veinticuatro combatientes iniciales, tres no pudieron incorporarse porque uno renunció y los otros dos fueron arrestados por las policías australiana y alemana respectivamente; un cuarto sólo estaba como apoyo logístico y además se habían descartado a otros antes por diversas razones -entre ellos Josip Senic, que fue asesinado por la UDBA-, de modo que al final sólo diecinueve hombres integraron el Grupo Bugojno. Éste se llamaba así por la ciudad bosnia homónima, en cuya parte meridional estaba la montaña Raduša, donde pensaban ocultarse. De hecho, las fuerzas del orden yugoslavas denominarían Raduša 72 a aquella misión de contrainsurgencia, si bien sus autores la bautizaron Operación Fénix.

El comando entró en Yugoslavia a través de Muta, un pequeño pueblo cercano a Dravograd (en la actual Eslovenia), el 20 de junio de 1972, esperando un par de días el camión que debía trasladarles. Pero como no apareció secuestraron uno y además se cruzaron con unos cazadores, lo que arruinó su idea de pasar desapercibidos; apenas cino días más tarde se produjo el primer enfrentamiento armado cerca de Uskoplje, una ciudad bosnia. Les habían salido al paso efectivos de la Teritorijalna obrana (Defensa territorial), una milicia similar a la Guardia Nacional estadounidense, separada del JNA (Jugoslovenska narodna armija, o sea, el Ejército Popular Yugoslavo), que tenía cada una de las repúblicas que formaba el país.
La Teritorijalna obrana contaba en total con unos treinta mil miembros. No obstante, en aquel momento únicamente había disponibles tres decenas en la zona, reforzados por policías y unidades de la reserva pero con un nivel de preparación y equipamiento en principio tan precario que sufrieron varias bajas: dos heridos y dos muertos, entre éstos el oficial al mando. Aun así, lograron poner en fuga a sus adversarios y matar a su comandante, Adolf Andrić, de treinta años de edad y miembro de la HRB, alistado junto a su hermano mayor Ambroz. El inesperado éxito de los milicianos provocó la dispersión del Grupo Bugojno, cuyos componentes perdieron el contacto entre sí.
Más aún, a lo largo de las siguientes veinticuatro horas cayeron prisioneros otros tres activistas mientras los demás lograban huir a duras penas para reagruparse posteriormente en el punto previsto, cerca del lago Ramsko (un embalse artificial del municipio de Prozor-Rama, en la actual Bosnia-Herzegovina) y buscar la cooperación de los vecinos simpatizantes para esconderse. Para entonces ya se había dado la alarma y desplazado más hombres a la zona, de manera que un millar de milicianos iban tras ellos. El plan original de realizar sabotajes y atentados se diluía y peor todavía se presentaba la quimera de levantar a la población.

Acosados cada vez más estrechamente, se ocultaron en una gruta de Rumboci rodeada de bosque, pero el enemigo iba estrechando el cerco y no tuvieron más remedio que presentar batalla tendiéndole una emboscada. Aunque consiguieron matar a ocho milicianos y capturar a un noveno -al que asesinaron poco después-, su destino parecía ya sellado. Todavía hubo algunos tiroteos más entre Sinj e Imotski, ya en la Dalmacia croata, hacia donde escapaban a la desesperada; sin embargo, sus movimientos eran conocidos por las autoridades gracias a que la UDBA contaba con los servicios de un informador.
Todo terminó el 24 de julio en un tiroteo en Rakovica, cerca de Sarajevo, poco más de un mes después de haber empezado. En total, diez de los comandos fueron abatidos y cinco ejecutados sumariamente tras rendirse. A otros cuatro que habían sido detenidos se los procesó y condenó a muerte en diciembre, salvo a uno al que se le conmutó la sentencia por veinte años de prisión debido a su juventud; se llamaba Ludvig Pavlović y sería liberado en 1990… para perecer durante la guerra del año siguiente. Por su parte, las tropas yugoslavas sufrieron trece muertos y catorce heridos.
La información que obtuvieron las autoridades de los prisioneros llevó a la policía de Melbourne a desmantelar la red tejida por la HCB durante décadas, demostrándose el papel preponderante que había ejercido su líder, Srećko Rover, antiguo miembro de la Ustacha condecorado personalmente por Hitler al ser responsable de la captura, tortura y ejecución de una gran cantidad de serbios y judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el gobierno de McMahon no quería reconocer públicamente que había acogido criminales y Rover se libró, aunque la presión sufrida le llevó a ser hospitalizado y a adoptar un perfil menos notorio. Falleció en 2005 sin haber pisado un tribunal.
El terrorismo independentista croata continuó. Ese mismo año fue tiroteada la embajada yugoslava en Estocolmo, una bomba derribó un avión de pasajeros de ese país (sólo sobrevivió una azafata, como contamos en otro artículo) y otro sueco fue secuestrado. Entonces Australia se tomó más en serio el problema y emprendió una oleada de acciones policiales durante los años siguientes, hasta que la desintegración de Yugoslavia en la década de los noventa y la trágica guerra consiguiente terminó por alumbrar una Croacia independiente, hoy incorporada a la UE.
FUENTES
Gobierno de Australia, Croatian terrorism
Crodex, Akcija Feniks :Bugojanska skupina 1972. godine
Kristy Campion, The Ustaša in Australia: A Review of Right-Wing Ustaša Terrorism from 1963-1973, and Factors that Enable their Endurance
Bogdan Denitch, Nacionalismo y etnicidad. La trágica muerte de Yugoslavia
Wikipedia, Bugojno group
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