Oporto es uno de los destinos típicos para unas vacaciones o una visita turística en Portugal, pero a quien ya conozca la ciudad o busque algo más allá de lo habitual se le puede recomendar acercarse hasta Póvoa de Varzim, una localidad situada a una treintena de kilómetros donde no hay que perderse dos rincones muy especiales: las dieciochescas Igreja Matriz e Igreja da Lapa. Lo interesante de estos templos no son tanto el retablo rococó de la primera o el faro integrado de la segunda como ciertos elementos decorativos que pueden verse en sus suelos, muros y portales: las llamadas siglas poveiras, una proto-escritura cuya similitud con las runas vikingas ha dado lugar a la curiosa hipótesis escandinava de su origen.

Póvoa de Varzim nació a partir de Villa Euracini, antiguo asentamiento romano que, a su vez fue precedido por un castro, la Civitate do Terroso. En la Edad Media creció gracias a las cartas forales concedidas por los reyes Dionisio I y Manuel I en 1308 y 1514 respectivamente, pasando a ser una póvoa o puebla. Pero fue la pesca lo que realmente le dio impulso, hasta el punto de que en el siglo XVIII se convirtió en el principal puerto pesquero del país. Luego llegó el turismo del último cuarto decimonónico, atraído por sus extensas playas y la conexión ferroviaria con Oporto, que favoreció el desarrollo industrial alimentario y textil.

Antes de ello, a partir del siglo IX, perteneciendo aún al primer Condado Portucalense que había fundado Vimara Pérez, empezaron a establecerse allí pescadores vikingos procedentes de Bretaña que, poco a poco, fueron formando una colonia. Eso, que ocurrió una centuria antes de que llegaran las oleadas de invasiones normandas que asolaron el noroeste peninsular, dejó un poso cultural que algunos ven manifestado, por ejemplo, en la lancha poveira, un tipo de embarcación tradicional local cuyas características constructivas y apariencia (hasta catorce metros de eslora, casco ancho, una treintena de remeros…) coinciden con las de las usadas en Escandinavia como el drakkar o el knörr.

Siglas poveiras
Placa callejera decorada con siglas poveiras. Crédito: Joseolgon / Wikimedia Commons

Como decíamos al principio, otro de esos legados sería el de las siglas o marcas poveiras, un sistema de comunicación a base de unos signos muy parecidos a las runas nórdicas, a las que deben su origen según etnólogos como António dos Santos Graça, historiadores como Paulo de Sosa Pinto y antropólogos como Octávio Lixa Felgueiras. En 1980 el historiador y sacerdote João Francisco Marques organizó una exposición sobre el tema en el Museu Municipal de Etnografia e História de Póvoa de Varzim que recibió un premio internacional y dio pie a la iniciativa de adornar con las siglas casi tres centenares de placas de nombres calllejeros.

Cabe aclarar que Póvoa de Varzim no es el único sitio donde hay esas marcas. También las hay en otros puntos de la región del Miño, caso de los templos de Senhora da Abadia y São Bento da Porta Aberta (en Terras de Bouro), São Torcato (en Guimarães) y Senhora da Guia (en Vila do Conde), Nossa Senhora da Bonança (Esposende) y la Capela de Santa Cruz (en Balazar). Algunas incluso pueden encontrarse fuera de Portugal, como en el castro de Santa Tecla, en la vecina Guarda (Galicia, España). Probablemente fueran llevadas por los pescadores poveiros como promessas de campanha (en veneración del santo/a local) o como documento de paso (marcando el lugar para los que vinieran después).

Por eso todas están mayoritariamente en entornos religiosos, aunque hay que tener en cuenta que en otros países europeos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia, Islas Británicas, Países Bajos, Francia, Alemania, norte de Italia y países eslavos) se conservan lo que se denomina marcas de casa, unos ideogramas a base de rayas y ángulos que representaban a cada clan, familia o gremio. Se empleaban para marcar la fachada del hogar, el ganado, herramientas, tumbas, linderos y otros objetos, aparte de para sellar documentos, constituyendo una forma de identificación visual en una época de escasa alfabetización.

Siglas poveiras
Vista general del castro de Santa Tecla, en Galicia (España). Crédito: Vicenç Valcárcel Pérez / Wikimedia Commons

Equiparables a los tamgas de los nómadas euroasiáticos, en los países escandinavos esas marcas reciben el nombre de bomärken y, dado que tienen la misma apariencia que las runas y que las siglas poveiras, se supone que son el origen de éstas, a través de aquellos colonos vikingos.

En general, los pescadores del norte luso no sabían leer ni escribir, por lo que el uso de monogramas fácilmente identificables podía resultarles de gran utilidad, especialmente en sus barcos (pintados sobre los cascos), barracas (que eran de madera y sobre ésta los grababan a navaja), tumbas y libros de cuentas. O sea, para ellos las siglas poveiras equivalían casi a una forma de escritura, rudimentaria pero eficaz.

Decíamos antes que la pesca fue adquiriendo progresiva importancia en Póvoa de Varzim. Distinguir los aparejos y redes propios de los ajenos, así como el pescado capturado, debió de ser una necesidad a la que dio satisfacción ese insólito sistema de comunicación no verbal que, con el tiempo, iría haciéndose más extenso sin renunciar a su facilidad de memorización y además quedaría circunscrito exclusivamente a ese ámbito pesquero, razón por la que no aparece fuera de él y por la que, más adelante en el tiempo, al generalizarse la educación en el siglo XX, terminaría por decaer.

Siglas poveiras
Pavimento de una calle en mosaico con siglas poveiras. Crédito: PedroPVZ / Wikimedia Commons

Cada barco tenía su símbolo o divisa, que podían emplear todos su tripulantes y, si uno de éstos dejaba la tripulación para pasar a formar parte de otro, entonces cambiaba también de signo. Sin embargo, eso era al margen de su propia sigla familiar, cuyo uso mantenía a bordo en sus enseres personales. Asimismo, la pesca podía pertenecer a un sardinheiro o a un lanchão, siendo la esposa de cada uno de ellos la encargada de marcar a los peces con su signo; en este caso no era pintado ni grabado con navaja sino mediante una serie de golpes que acababan por formar las marcas de peixe.

La eficacia de las siglas poveiras radicaba en el hecho de que había miles de signos pero no gramática ni lectura propiamente dicha -no representan palabras ni sonidos-, por lo que las bases del uso eran la memorización y el reconocimiento a simple vista, un poco como pasaba con los relieves románicos de las portadas de las catedrales.

La cantidad de signos fue ampliándose con el paso del tiempo porque cada poveiro grababa el suyo en la mesa de la sacristía de la iglesia cuando se casaba y fundaba una nueva familia (como en las mencionadas Igreja Matriz y de Lapa). La endogamia hizo el resto.

Siglas poveiras
Un ejemplo de piques: de izquierda a derecha vemos las siglas del padre, primer hijo, segundo hijo, tercer hijo y el heredero. Crédito: PedroPVZ / Wikimedia Commons

Por otra parte, en cuanto a símbolos o anagramas de la familia, las siglas pasaban de generación en generación, aunque con un detalle bastante llamativo: no las heredaba el primogénito sino el benjamín, algo que remite a las tradiciones danesa y británica, en las que el heredero era el más pequeño de los hijos porque sería quien tuviera la edad adecuada para cuidar a sus padres cuando éstos envejecieran, mientras que el mayor seguramente ya habría formado su propia familia. Así, ese vástago sería quien recibiera como herencia el barco y los aparejos de pesca, siendo asimismo el único con derecho a usar la sigla.

Eso no quiere decir que los demás quedaran excluidos del todo. También podían utilizarla pero con pequeñas variantes, las llamadas piques: unos trazos añadidos que aumentaban de número según el orden de nacimiento y dejaban el resultado final algo distinto al original; podían ser rayas, estrellas, barras, cruces… Como eso se repetía cada vez, el árbol de siglas se iba ampliando por diversificación. Los estudios realizados sobre cientos de marcas y piques han permitido identificar ochenta y cuatro familias primigenias diferentes.

A este tipo de anagrama se lo conoce como marca-brasão (marca blasón) y en los libros de cuentas se completaban con otros signos que representaban los números (precios, sueldos, etc). Pero, según Lixa Filgueiras, había un segundo tipo de siglas poveiras menos frecuente -no llega a la mitad- que no estaba asociado a la propiedad sino a fines religiosos y mágicos, caso del sanselimão (estrella de cinco puntas). Son las que aparecen en lugares de culto, como iglesias, capillas, lápidas funerarias… Buenos ejemplos son las de los templos antes reseñados o las de la perdida puerta de la ermita erigida en el castro pontevedrés de Santa Tecla (al que accedían los pescadores para practicar un ritual que propiciase vientos favorables).

Siglas poveiras
Siglas poveiras básicas de las que derivan la mayoría. Crédito: PedroPVZ / Wikimedia Commons

Hoy sólo quedan unos cientos de siglas poveiras que António de Santos Graça recogió en su libro Epopeia dos Humildes, publicado en 1952, pero en total llegó a haber muchísimos signos; sólo la mesa de la Iglesia de la Misericordia tenía miles grabados por matrimonio, lamentablemente perdidos al ser demolido el edificio. Hay que tener en cuenta que, si es correcta la hipótesis de Lixa Filgueiras de que su origen es vikingo normando, estuvieron generándose con sus piques durante unos diez siglos. Este antropólogo portugués las comparó con runas nórdicas, encontrando que algunas eran exactamente iguales.

La mayoría de las siglas se inspiran ideográficamente en objetos cotidianos. Así el cruzeiro del cementerio de Póvoa de Varzim habría inspirado el padrão o estandarte, al igual que el Ala-Arriba (una expresión cantada por la gente cuando empujaba los barcos del agua a la arena) lo hizo con el coice (una raya con otra oblicua que representa la embarcación en tal circunstancia), el arpão (arpón, plasmado en una flecha vertical), el sarilho (herramienta para hacer madejas de lana o cáñamo plasmado con una cruz potenzada), la lanchinha (un triángulo invertido equivalente a una nave), etc.

Al respecto hay que añadir la similitud que guardan las siglas poveiras con las marcas de casa de la región danesa de Fionia (la tercera isla más grande de Dinamarca), que se conservan en el Museo Nacional de Copenhague, con las que parecen tener además un paralelismo cronológico. Sin embargo, a partir del siglo XX empezó a introducirse ocasionalmente el alfabeto latino, unas veces complementando los signos como piques y otras desplazándolos totalmente, de modo que hoy en día perviven más como vestigio cultural.



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