Un equipo interdisciplinario liderado por el antropólogo Gerhard Weber, de la Universidad de Viena, junto con expertos de la Academia Austriaca de Ciencias, ha concluido, tras analizar un cráneo hallado en 1929 en las ruinas de la tumba del Octágono de Éfeso, en Turquía, que los restos pertenecen a un niño de entre 11 y 14 años con trastornos de desarrollo, y no a Arsinoe IV, hermana de Cleopatra, como se había sugerido anteriormente.

El hallazgo inicial del sarcófago tuvo lugar en una de las calles más prominentes de Éfeso, la de los Curetes, durante las excavaciones dirigidas por el arqueólogo Josef Keil. Aunque el sarcófago no contenía objetos valiosos, sí albergaba un esqueleto completo, del cual solo el cráneo fue trasladado para su análisis inicial.

Keil consideró que pertenecía a una mujer joven de la alta aristocracia, basándose en una nota amarillenta que acompañaba los restos y que hacía referencia a un Heroon o tumba heroica.

Tumba Octágono Éfeso
El cráneo del Octágono de Éfeso en la colección del Departamento de Antropología Evolutiva de la Universidad de Viena. La nota amarillenta que lo acompaña dice: «Cráneo de Éfeso». Crédito: Gerhard Weber / University of Vienna

En 1990, surgió la teoría de que el cráneo podría pertenecer a Arsinoe IV, debido a la similitud arquitectónica del Octágono con el Faro de Alejandría, un símbolo del poder ptolemaico, y al hecho histórico de que Arsinoe fue ejecutada en Éfeso en el 41 a.C.

Este relato ganó popularidad y fue objeto de numerosos estudios y debates académicos, manteniendo viva la posibilidad de que los restos de la hermana de Cleopatra descansaran en esta fastuosa tumba.

Con los avances en antropología y arqueología científica, el cráneo fue sometido a una microtomografía computarizada de alta precisión para crear una copia digital con resolución de 80 micrómetros. A partir de muestras minúsculas tomadas del cráneo y del oído interno, los científicos determinaron que los restos databan de entre el 36 y el 205 a.C., una cronología compatible con la época de Arsinoe. Sin embargo, las pruebas genéticas revelaron un hecho sorprendente: los restos pertenecían a un varón, descartando definitivamente la teoría inicial.

Arsinoe
Reconstrucción digital del rostro de Arsínoe Crédito: Dundee University

El análisis morfológico indicó que el niño tenía deformidades graves, incluyendo una sutura craneal prematuramente fusionada y una mandíbula superior subdesarrollada. Estas anomalías habrían provocado dificultades para masticar, confirmadas por el desgaste desigual en sus dientes. Aunque se desconoce la causa exacta de sus trastornos, los investigadores sugieren posibles deficiencias nutricionales, como la falta de vitamina D, o condiciones genéticas como el síndrome de Treacher Collins.

La confirmación de que los restos no pertenecen a Arsinoe IV cierra un capítulo de especulaciones, pero abre otro en la investigación arqueológica. ¿Por qué un edificio con claras influencias egipcias fue construido para un niño con tales condiciones? Lo que parece indudable es que la tumba fue diseñada para alguien de gran relevancia social, lo cual plantea nuevos enigmas sobre su identidad y el propósito del monumento.

Ahora, la búsqueda de los verdaderos restos de Arsinoe IV puede continuar sin las sombras de esta confusión histórica. La investigación, publicada en Scientific Reports, marca un hito en el uso de métodos científicos en arqueología, destacando la colaboración interdisciplinaria para resolver preguntas fundamentales sobre nuestro pasado.


FUENTES

Universidad de Viena

Weber, G.W., Šimková, P.G., Fernandes, D. et al. The cranium from the Octagon in Ephesos. Sci Rep 15, 943 (2025). doi.org/10.1038/s41598-024-83870-x


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