Un hallazgo científico reciente publicado en la revista Nature Communications ha revelado pruebas contundentes de la presencia de homininos en Europa hace al menos 1,95 millones de años. Este descubrimiento, centrado en el yacimiento arqueológico de Grăunceanu, situado en el valle del río Olteț, Rumania, desafía las cronologías establecidas y aporta nuevas perspectivas sobre la dispersión de los primeros humanos fuera de África.

Grăunceanu, un yacimiento que data del Pleistoceno temprano, se convierte en uno de los lugares mejor datados de Europa en cuanto a la actividad de homíninos. La evidencia presentada por el equipo multidisciplinar incluye huesos de animales con marcas de corte atribuibles a herramientas líticas utilizadas por homíninos. Estos cortes son un indicador claro de actividad antrópica, ya que muestran patrones consistentes con la deflesión y el procesamiento de carne.

Mediante dataciones de uranio-plomo (U-Pb) de alta precisión, los investigadores han determinado una antigüedad promedio de 1,95 millones de años para los restos encontrados. Esta metodología, complementada por análisis bioestratigráficos y reconstrucciones paleoambientales, asegura que Grăunceanu sea un referente temporal clave para el estudio de los primeros asentamientos humanos en Eurasia.

Hominos Rumania
Mapa de localidades fosilíferas que muestran evidencias de homínidos (ya sean fósiles de homínidos, líticos o huesos con marcas de corte) en el norte de África y Eurasia antes de 1,0 Ma. Crédito: S.C. Curran et al.

El valle del río Olteț, ubicado al sur de los Cárpatos, se caracteriza por una rica secuencia de sedimentos fluvio-lacustres conocida como la Formación Tetoiu. Este entorno no solo preservó una notable diversidad faunística del Villafranquiense tardío (aproximadamente entre 2,2 y 1,9 millones de años), sino también indicios de actividad homínina. Entre los restos faunísticos identificados se incluyen especies de mamuts, équidos, rumiantes, rinocerontes y carívoros, así como aves como el avestruz y primates como Paradolichopithecus, un mono terrestre de gran tamaño. Esta biodiversidad refleja un ecosistema de estepa boscosa con variaciones estacionales.

El estudio tafonómico realizado en los 4983 especímenes del sitio muestra un excelente estado de conservación, con más del 85% de los huesos clasificados en el nivel más bajo de meteorización. De este total, 1189 huesos presentan marcas lineales, de las cuales 20 fueron clasificadas como marcas de corte de alta o probable confianza. Estas marcas, presentes en elementos como tibias y mandíbulas de artiodáctilos, sugieren prácticas de despiece consistentes con patrones observados en yacimientos contemporáneos de África.

Para corroborar la naturaleza antrópica de estas marcas, se utilizó una combinación de análisis cualitativos y cuantitativos. Este enfoque integrado permite distinguir las marcas de corte de aquellas provocadas por depredadores o agentes naturales como el pisoteo. La coincidencia de los resultados con estudios previos refuerza la hipótesis de que los homininos usaban herramientas para procesar alimentos en este entorno.

Un aspecto innovador del estudio es el análisis isotópico de los dientes de caballos encontrados en Grăunceanu. Las proporciones de isótopos de oxígeno y carbono permiten inferir condiciones climáticas relativamente templadas y una precipitación estacional marcada, con inviernos húmedos y veranos secos. Este clima moderado pudo facilitar la presencia de homininos en una región situada a aproximadamente 45 grados de latitud norte, una latitud que hubiera requerido adaptaciones significativas a temperaturas más frías y ecosistemas variables.

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Imágenes seleccionadas de especímenes con marcas de corte de alta confianza del conjunto del valle del río Olteţ. Crédito: S.C. Curran et al.

Hasta ahora, la presencia más antigua confirmada de homíninos fuera de África se encontraba en Dmanisi, Georgia, datada en aproximadamente 1,8 millones de años. Sin embargo, el hallazgo de Grăunceanu, junto con evidencias similares en sitios como Longgupo en China, amplía la cronología conocida y sugiere que los homininos pudieron haber llegado a Eurasia mucho antes de lo que se pensaba.

Este hallazgo también plantea interrogantes sobre las rutas de dispersión. Si bien las evidencias apuntan al corredor del Sinaí como la vía principal de salida de África, la extensión geográfica de los yacimientos sugiere una colonización esporádica y posiblemente dependiente de periodos interglaciares con climas favorables.

Aunque el estudio de Grăunceanu ofrece pruebas sólidas de actividad homínina, carece de restos fósiles directos de homininos o herramientas líticas in situ. Esto representa un desafío para la identificación específica de las especies involucradas en esta migración temprana. A pesar de ello, los investigadores subrayan que existen paralelismos con sitios africanos donde también se han encontrado marcas de corte sin restos humanos asociados.

El equipo científico insta a continuar explorando regiones subrepresentadas en investigaciones paleontológicas, particularmente en Europa oriental y Asia central. Una mayor aplicación de tecnologías avanzadas de datación y análisis isotópicos podría arrojar nueva luz sobre las estrategias de adaptación y las rutas migratorias de los primeros humanos.


FUENTES

Curran, S.C., Drăgușin, V., Pobiner, B. et al. Hominin presence in Eurasia by at least 1.95 million years ago. Nat Commun 16, 836 (2025). doi.org/10.1038/s41467-025-56154-9


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