El mosaico de Alejandro, ubicado en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN), es una de las obras más significativas de la antigüedad romana. Este mosaico, de dimensiones monumentales (583 x 325 cm) y compuesto por aproximadamente 1,9 millones de teselas, representa la batalla de Issos, donde Alejandro Magno lideró a los macedonios en la victoria contra el ejército persa de Darío III.
Desde su descubrimiento en Pompeya en 1831, esta pieza ha sido objeto de fascinación artística y, recientemente, de investigaciones científicas no invasivas que buscan preservar su integridad histórica.
La obra fue hallada en la Casa del Fauno, una de las viviendas más lujosas de Pompeya, enterrada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Su técnica, conocida como opus vermiculatum, permite un detalle pictórico excepcional mediante teselas diminutas que recrean con maestría el rostro de Alejandro y las escenas de batalla. Según los expertos, este mosaico es una copia de un cuadro helenístico perdido, probablemente obra de Filoxeno de Eretria, datado alrededor del 315 a.C.

En 2020, el MANN inició un ambicioso proyecto de restauración del mosaico, apoyado por métodos de análisis no destructivos que combinan tecnología avanzada y técnicas interdisciplinarias. Se emplearon herramientas como videomicroscopía digital, espectroscopía Raman, termografía infrarroja y análisis de fluorescencia de rayos X portátil, entre otros.
Estas técnicas permitieron mapear la composición química y mineralógica de las teselas, identificar materiales de conservación antiguos y evaluar el estado estructural del mosaico.
Uno de los descubrimientos más relevantes es la identificación de diez colores distintos en las teselas, elaborados a partir de materiales naturales como carbonatos, silicatos y vidrios coloreados. Asimismo, se encontraron trazas de materiales empleados en restauraciones pasadas, como yeso y ceras naturales, que se aplicaron para consolidar la obra en el siglo XIX. Estas sustancias, si bien buscaban proteger la superficie, también contribuyeron al deterioro del mosaico debido a la humedad y a reacciones químicas a lo largo del tiempo.

La conservación del mosaico enfrenta desafíos significativos, como deformaciones en las teselas causadas por tensiones mecánicas y fluctuaciones de temperatura y humedad. Mediante termografía infrarroja, se identificaron áreas con anomalías térmicas, indicando posibles vulnerabilidades estructurales. Además, las imágenes multiespectrales revelaron la presencia de materiales protectores aplicados durante su traslado al museo en el siglo XIX, muchos de los cuales necesitan ser removidos o estabilizados.
El análisis arqueométrico permitió proponer posibles fuentes geológicas para las teselas, localizadas en regiones mediterráneas como Italia, Grecia, la Península Ibérica y Túnez. Por ejemplo, las teselas blancas podrían derivar del mármol de Carrara, mientras que las verdes y negras podrían provenir de serpentinitas y basaltos de origen local o de otras partes del Imperio Romano.
El mosaico continúa siendo objeto de investigación, con nuevos datos obtenidos mediante endoscopías en su reverso y análisis tridimensionales de su estructura interna. Este enfoque integral no solo garantiza su restauración adecuada, sino que también contribuye al avance del conocimiento sobre técnicas artísticas y materiales de la antigüedad.
FUENTES
Balassone G, Cappelletti P, De Bonis A, De Simone A, Di Martire D, Graziano SF, et al. (2025) From tiny to immense: Geological spotlight on the Alexander Mosaic (National Archaeological Museum of Naples, Italy) using non-invasive in situ analyses. PLoS ONE 20(1): e0315188. doi.org/10.1371/journal.pone.0315188
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